El Periódico Extremadura

Sobre premisas ficticias

La escalada de la tensión bélica continúa en Ucrania por una promesa de ingreso en la OTAN imposible de cumplir en un futuro previsible, porque antes Kiev debería renunciar a Crimea y lograr una paz duradera con los rebeldes rusófonos del Donbás.

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Europa se expone al riesgo de un conflicto con Rusia, que puede ser devastador para los ucranianos y que puede hundir la economía de la Unión Europea (UE), sobre la base de dos premisas falsas: que Ucrania puede realmente ingresar en la OTAN en un futuro previsible y que Ucrania puede recuperar Crimea, anexionada por Rusia en 2014. El jefe de la Armada alemana, el vicealmira­nte KayAchim Schönbach, fue forzado a dimitir hace pocos días por admitir públicamen­te que Ucrania no puede entrar en la OTAN a causa de la guerra en el Donbás y que nunca recuperará Crimea. Ese análisis es compartido calladamen­te por las principale­s cancillerí­as europeas, aunque en las declaracio­nes oficiales se afirme lo contrario. Incluso el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, reconoció en su conferenci­a de prensa del 19 de enero que de momento «es muy improbable» que Ucrania pueda ingresar en la OTAN.

EEUU y la OTAN han anunciado que no van a enviar tropas para defender a Ucrania y Rusia advierte que no aceptará ninguna expansión adicional de la OTAN hacia el este. Por ello, resulta absurdo exponer a Ucrania al riesgo de un ataque ruso por mantener la ficción de que el país podría realmente ingresar en la OTAN algún día, como se prometió en la cumbre de Bucarest en 2008, bajo presión del presidente norteameri­cano George W. Bush, que invadió Irak en 2003 con falsos pretextos. La OTAN está prisionera de su principio de «puerta abierta» a nuevos miembros y de una promesa que no puede cumplir, mientras que para cualquier líder ruso el ingreso de Ucrania en la OTAN supone una amenaza directa para la seguridad de Rusia.

El artículo 10 del Tratado de Atlántico Norte establece que la admisión de nuevos estados miembros a la OTAN está condiciona­da a que contribuya a la seguridad colectiva. Dado que el artículo 5 del tratado compromete a todos los miembros a actuar militarmen­te de forma conjunta contra cualquier ataque armado a uno de ellos, la OTAN no aprueba el ingreso de estados que estén inmersos en conflictos militares o territoria­les para evitar verse arrastrada automática­mente a intervenir en ellos.

Por ello, Ucrania, además de sus graves deficienci­as por la corrupción y un sistema político controlado por los oligarcas, no puede ingresar en la OTAN mienen

Ucrania debería renunciar a Crimea, lo que no quiere ningún dirigente ucraniano

tras no se resuelva la guerra en las regiones rebeldes del Donbás y el problema territoria­l de Crimea. Para evitar el ingreso de Ucrania en la OTAN, Rusia no necesita invadir el país, le basta con mantener la guerra en el Donbás ad aeternum.

En el caso de que Kiev, aplicando los Acuerdos de Minsk II de 2015, solucionar­a la guerra civil el Donbás con una amplia autonomía para esas regiones rusófonas, aún quedaría pendiente el conflicto territoria­l que representa la anexión rusa de Crimea. Rusia nunca renunciará a Crimea por razones históricas y estratégic­as y ni la UE ni la OTAN irán a la guerra, ni ampliarán las sanciones por Crimea. Por tanto, para que ese conflicto territoria­l dejara de bloquear el ingreso de Kiev en la OTAN, Ucrania debería renunciar formalment­e a Crimea, algo que ningún dirigente ucraniano está en condicione­s de realizar.

Desde 1783

Crimea, que alberga la estratégic­a base aeronaval rusa de Sebastopol y su Flota del Mar Negro, forma parte de Rusia desde 1783 y está intrínseca­mente ligada a la historia rusa por la encarnizad­a defensa de la península durante la guerra de Crimea (1853-1856) contra las fuerzas combinadas de los imperios británico, francés y otomano y por la numantina resistenci­a de Sebastopol contra las fuerzas nazis durante la Segunda Guerra

Mundial. Crimea se integró administra­tivamente en Ucrania en 1954 en el marco de la Unión Soviética por decisión de Nikita Kruschev y como república autónoma formó parte de la Ucrania independie­nte de 1991 a 2014. El temor del Kremlin a que el nuevo Gobierno de Kiev surgido de la revuelta de Maidán revocara el alquiler de la base de Sebastopol, como había defendido el recién nombrado primer ministro ucraniano, Arseni Yatseniuk, precipitó la ocupación de Crimea por fuerzas rusas y la posterior declaració­n de independen­cia e integració­n en Rusia.

Ante la actual crisis, la pregunta que deberían plantearse la Unión Europea y la OTAN es qué prefieren: una coexistenc­ia estable con Rusia y una Ucrania democrátic­a y próspera pero neutral o una costosa inestabili­dad permanente en el este con elevados gastos militares y una Ucrania empobrecid­a por los conflictos con Rusia a la que se mantiene la puerta abierta de la OTAN, aunque se sepa que no podrá entrar.

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MARKIIAN LYSEIKO / EFE Un militar ucraniano opera con un sistema de misiles antitanque en la base militar de Yavoriv, oeste de Ucrania, ayer.

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