El Periódico Extremadura

Josefa y Matías, separados a los 95 años tras una vida juntos

LA FAMILIA CLAMA PARA QUE PUEDAN COMPARTIR «LO QUE LES QUEDE DE VIDA». «ES UNA CUESTIÓN DE HUMANIDAD» El matrimonio se encuentra desde noviembre en residencia­s diferentes y sin verse a pesar de que cumplen los requisitos entró en la Cervantes con demencia

- GEMA GUERRA caceres@extremadur­a.elperiodic­o.com

Josefa Corcho tiene 96 años y Matías Caballero cumplió los 95 en marzo. Este último aniversari­o ha sido el primero que no han podido celebrar juntos en los casi ochenta años que llevan juntos. Se conocen que tenían 15. El matrimonio de Navas del Madroño ha residido en Cáceres hasta que la enfermedad les obligó a salir de su hogar. «Han estado perfectos hasta noviembre», relata su propia hija Montaña. Fue entonces cuando cambió su realidad por completo después de que ingresaran a Josefa en el hospital San Pedro de Alcántara y a continuaci­ón la derivaran directamen­te a la residencia Cervantes, que gestiona la Junta, a causa de su demencia.

El Sepad le concedió el tercer grado de dependenci­a, el más alto. Su marido, sin embargo, siguió en casa hasta que en febrero sufrió un ictus. Pasó de un primer grado de dependenci­a, la moderada, a un tercer grado, el mismo que su mujer. No obstante, no ha conseguido plaza en la misma residencia a pesar de cumplir el requisito de dependenci­a, ya que su situación había empeorado notablemen­te, haber cumplido los 95 años y guardar un grado de parentesco directo con una de las usuarias del centro, el de cónyuge. De este modo, debido a que necesita atención continuada, sus familiares tuvieron que buscar una alternativ­a y él se encuentra ingresado en la residencia que el grupo Ciudad Jardín gestiona en el Casar de Cáceres y a la espera de encontrar un hueco en la residencia en la que se encuentra su mujer.

Así han pasado cinco meses en los que Josefa manifiesta con el paso del tiempo un estado cada vez más deteriorad­o y es por esta razón que la familia pide una alternativ­a para que sus progenitor­es puedan pasar lo que les resta de vida juntos. Montaña detalla la situación. «Mi padre pregunta cada día por mi madre», lamenta. Llevan sin verse casi medio año porque las restriccio­nes del covid en las residencia­s consideran a Matías un visitante. Asegura, en ese sentido, que a pesar de meses de

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trámites con la administra­ción regional, no han podido materializ­ar su mayor deseo: que sus padres se reúnan. Sostiene que en este tiempo no han parado de transitar sin rumbo a nivel burocrátic­o. En primer lugar, en el Sepad le comunicaro­n que tendría que esperar seis meses desde que le acreditaro­n el grado de dependenci­a hasta que revaluaran la situación de su padre, un tiempo que con más de 90 años «es excesivo».

Más tarde, añade que le comunicaro­n que Matías se encontraba en el número 48 en la lista de espera y que la administra­ción alegó que hay casos más urgentes. «Yo no pido que mi padre se cuele si no cumple los requisitos, pero es que los cumple, si tiene que esperar la lista de espera, no va a llegar a tiempo, si mi madre se muere allí sola, mi padre se muere después, es una cuestión de humanidad, no son cifras, son personas».

Preguntado por este asunto por este diario, el Sepad comunica que la administra­ción está en contacto continuo con la familia y se encuentra actuando en todo lo posible para ayudar en esta situación.

«Yo no pido que mi padre se cuele, está el 48 en la lista de espera y no va a llegar a tiempo»

El Sepad anota que está en contacto con la familia y actúa para ayudar en la situación

 ?? EL PERIÓDICO ?? Matías y Josefa, en el 50 aniversari­o de su boda en 2002.
EL PERIÓDICO Matías y Josefa, en el 50 aniversari­o de su boda en 2002.

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