Pistas para entender el presente y el futuro
Sobre lo yo llamo la civilización de la imagen-masa
La sociedad contemporánea, en la que vivimos desde hace aproximadamente treinta años, es una evolución de lo que la historia y la teoría política y de la comunicación venían llamando «sociedad de masas». A esta variación, en la que vivimos hoy, yo la llamo «civilización de la imagenmasa».
El matiz es importante: no se trata ya de que la sociedad se estructure en torno a la masa como sujeto político o de que la cultura de masas se haya convertido en la nueva religión mayoritaria. Es mucho más: la imagen ha pasado a ser, ella misma, una masa que lo envuelve, lo domina y lo estructura todo.
Entre las muchas consecuencias que tiene esto, una es que la comunicación verbal va pasando a un segundo plano en beneficio de la comunicación visual. A su vez, esto significa que cada vez se lee menos, y más transversalmente y, por tanto, que una enorme cantidad de información, valiosísima para entender nuestro mundo, pasa desapercibida. Sin esa información no se puede comprender la sociedad y, por ello, aún mucho menos, transformarla.
Eso pensé cuando leí la entrevista que le realizaron al ex comunista Ramón Tamames en El Confidencial el pasado sábado 11. Digo ex comunista porque militó en el PCE, aunque él mismo decía en esa entrevista que perfectamente podría haber sido ministro de Franco. No en vano, quedan pocos «comunistas» de la época de Tamames —incluso posteriores— que no hayan asumido el dogma liberal.
De eso habla precisamente Tamames en la entrevista, de que ya no hay economía que no sea liberal, es decir, que no puede haber política que no sea liberal. Él lo explica mejor que yo: «En España hay una alternancia clara entre derecha, izquierda, izquierda, derecha, que más bien es centro izquierda, centro derecha. Y los programas económicos a veces no se diferencian en absoluto, porque son básicamente programas de la OCDE, de la Unión Europea, etc.».
Afirmaciones como esta, tan lúcida, tan contundente, tan esclarecedora, deberían ser leídas por todo el mundo. Siento que la gente lea tan poco y se las pierda. Tamames resumió en pocas palabras la realidad política del mundo que nos ha tocado vivir, tal como vengo explicando en este espacio desde hace casi diez
No tenemos cerca políticos en este momento que quieran liderarlo, sino aprovecharse en beneficio propio del sistema existente
años: ya no tenemos ni izquierda ni soberanía. Habrá tiempo de seguir hablando de ello.
Aunque sería mucho pedir, también es triste que casi nadie vaya a leer `Renovar la democracia. Gobernar en la era de la globalización y el capitalismo digital', del estadounidense Nathan Garderls y del francés Nicolas Berggruen, prologado en su edición española por Felipe González.
La obra es de una evidente ideología liberal —«lógico», pues, como dice Tamames, ya no se aplica otra—, pero contiene muchas ideas de gran interés sobre por qué se están viniendo abajo las democracias contemporáneas. Los autores proponen ideas para evitarlo, aunque su análisis deja más clara la decadencia que la salvación.
También me extenderé sobre este interesante libro en el futuro, pero me quedo hoy con uno de sus párrafos, otro de esos que me apena que la gente no vaya a leer: «Žižek cree que cuando la riqueza se acumule porque toda la sociedad se habrá convertido en una factoría productora de conocimiento y de datos explotables, la sociedad se verá obligada a realizar un cambio radical. Los beneficios tendrán que compartirse de manera más equitativa entre todo el mundo».
Esta verdad que Garderls y Berggruen recuperan del marxista esloveno Žižek, parece chocar con la verdad de Tamames, ¿no es cierto? Sin embargo, son dos verdades complementarias.
Para cualquier analista que no sea preso de la civilización de la imagenmasa, es decir, cuya cultura no sea una mezcla de `El ala oeste de la Casa Blanca', `La Sexta Noche', WhatsApp y Tik Tok, es muy evidente que la sociedad necesita ese cambio radical que anuncia Žižek y que, cuanto más tarde se produzca, más dolor inútil prolongará. Del mismo modo, tal como afirma Tamames, no tenemos cerca políticos en este momento que quieran liderarlo, sino aprovecharse en beneficio propio del sistema existente basado en el dogma liberal, cuyas consecuencias venimos sufriendo todos desde las primeras crisis del capitalismo, pero muy especial y crudamente, desde la estafa financiera de 2008 hasta hoy.