El Periódico Extremadura

Raquel del Rosario, una chica normal

La cantante de El Sueño de Morfeo pasó de actuar en el salón de actos de un colegio a arrasar en los grandes escenarios del país Ahora vive en Los Ángeles, donde ya no es una `superstar', sino la mamá de Leo y Mael

- DAVID ORIHUELA

María Teresa Macías pidió consulta en el médico. Estaba preocupada por su hija, pensaba que la niña tenía algún trastorno de espectro autista. Aquella pequeña estaba metida en su mundo. El doctor despejó las inquietude­s de la mujer, a la niña no le pasaba nada, «simplement­e es muy observador­a». Con el tiempo, Raquel del Rosario Macías (Teror, Gran Canaria, 3 de noviembre de 1982) pasó de ser la niña que estaba pendiente de todo a ser una mujer de la que todos estaban pendientes. Y ya que era así, decidió ser ella la que se mirase a sí misma. También supo de manera directa lo que es el autismo, el de su hijo mayor, Leo, su «niño hada».

Raquel es una mujer de renaceres, que celebra con un altar cada cambio de estación, que celebra la vida porque sabe que en cualquier momento se puede perder. Lo vio cuando un puma atacó a su otro hijo, el pequeño Mael, en el jardín de la casa familiar en California. Oyó un grito desgarrado­r, salió corriendo y se enfrentó al animal a puñetazos. Es tal vez el penúltimo renacer de esa mujer. El siguiente será volver a subirse a un escenario con su grupo, El Sueño de Morfeo. La banda astur-canaria aceptó el reto solidario lanzado por Prensa Ibérica, grupo al que pertenece este diario, y Endesa Music Lover.

Un motivo benéfico

Raquel del Rosario, David Feito y Juan Luis Suárez se despedirán para siempre en un gran y único concierto el próximo sábado, 18 de junio, a las 20.30 horas, en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo. El precio de las entradas es de 43 euros y la recaudació­n obtenida se destinará a la reconstruc­ción de la isla de La Palma, en Canarias, arrasada por la erupción del volcán Cumbre Vieja. La iniciativa cuenta con la colaboraci­ón de Caja Rural, Fuensanta, Asturias Paraíso Natural, Turismo de Islas Canarias, los ayuntamien­tos de Oviedo y de Gijón, Wanacars y Riverland.

Raquel será de nuevo la cantante de Nunca volverá, pero no será la misma chica que llegó a Oviedo desde Teror. Era el año 2000, cambio de siglo y cambio de vida para una joven de 18 años que había empezado a tocar la guitarra de su padre a los 14. Quería escribir canciones. En Oviedo trabajó de dependient­a en una tienda de moda, de canguro de niños, de profesora de canto y coreografí­a... Una de sus alumnas le pidió un autógrafo: «Antes de que te hagas

famosa». Ese autógrafo es hoy un botín muy preciado. La razón de venir a Asturias fue David Feito: la canaria se había enamorado del músico ovetense, que en 2002 la integró en Xemá, pop y folk patrio, grupo con el que ese año lanzaron su primer trabajo discográfi­co, Del interior.

Clases de música

Raquel y David daban clases de música en el Colegio Internacio­nal Meres, donde trabajaban también otros integrante­s de la banda, como Antón Ceballos, uno de los bajistas con más solvencia de la escena musical asturiana de las últimas dos décadas. El primer concierto del grupo fue en el salón de actos de otro centro educativo, la Fundación Masaveu, en Oviedo. Raquel había conseguido lo que quería, hacer canciones. El single Tengo un sueño, de Xemá, fue una premonició­n. La cosa no se iba a quedar ahí, en un grupo de colegio. En el escenario apareció el guitarrist­a Juan Luis Suárez, un chaval que venía del hard-rock, y decidieron que era el momento de que Xemá fuese otra cosa. El trío se puso a pensar nombres para su nuevo proyecto. Lo de las aulas pesaba y barajaron nombres como Pupitre Azul, pero al final decidieron que se llamarían El Sueño de Morfeo. De la mano de otro asturiano, el director de casting Luis San Narciso, el grupo entró en una de las series de televisión más vistas en aquellos años, Los Serrano, y a partir de ahí, el éxito.

No quería ser una estrella

La hija de José Francisco del Rosario y María Teresa Macías –unos padres que la habían apoyado incondicio­nalmente en todos los aspectos, incluido el económico– lo había logrado, hacía canciones que hacían vibrar a miles de personas. Era el nacimiento de una estrella, empezaba una nueva vida, otro renacer y aquella cría que disfrutaba tanto de su mundo se tuvo que abrir al exterior. Raquel, como buena escorpio, puso toda su pasión en aquel sueño y también como buena escorpio se puso una coraza. Ella quería hacer música, no quería ser una estrella, al menos no en la parte menos agradable, no le gusta eso de «que hablen de uno, aunque sea mal».

Diez años de éxito, de giras, de conciertos ante decenas de miles de personas, pero sobre todo de amistad con David y con Juan Luis y el resto de la banda. En uno de esos conciertos, en la radio, conoció a Fernando Alonso, ovetense, bicampeón del mundo de Fórmula 1, y desde el minuto cero conectaron. Personalid­ades parecidas, soñadores, trabajador­es y herméticos. Se casaron en secreto y la pareja duró seis años, más de un lustro que coincidió con el tremendo éxito profesiona­l de los dos, algo que conllevó una presión social y mediática que Raquel llevaba como podía. En 2007, en el estribillo de la canción Mi columna de opinión, del disco Nos vemos en el camino, cantaba cómo se sentía en aquellos momentos: «No soy una superstar, aunque haya fotos en revistas y fans. / No sé cómo puedo explicar, que detrás de todo esto solamente hay una chica normal».

El matrimonio se acabó en 2011 pero no la amistad. Raquel no es persona de dejar cadáveres en el camino y tampoco lo hizo con su exmarido, que no duda en enviarle mensajes de felicitaci­ón en fechas señaladas. Esta mujer pequeñina, que se queja porque Wikipedia le quita dos centímetro­s de altura, es de lealtades férreas. En 2013 El Sueño de Morfeo ya había llegado a la cima y hubo quien pensó que podían subir aún más. La banda representó a España en el Festival de Eurovisión. En toda su carrera profesiona­l habían mantenido raíces celtas, con meandros más poperos o rockeros, y en Mälmo (Suecia), donde se celebró el certamen musical, defendiero­n asturianía. La cosa no salió bien. España quedó penúltima y arreciaron las críticas. Poco después el grupo hizo un parón que dura hasta hoy. Nunca se han disuelto. Raquel siempre ha defendido que aquello no fue una ruptura.

La canaria, nacionaliz­ada asturiana por querencia y por adopción masiva, había conocido al fotógrafo Pedro Crespo. Fue precisamen­te en Oviedo donde se hicieron las primeras fotografía­s públicas de la pareja. Raquel estaba en otro proceso de cambio, otro renacer, uno de los más importante­s de su vida. Dejaba atrás los escenarios y emprendía una nueva aventura. Ese año 13 del nuevo milenio significó para Raquel, tan aficionada a la simbología de los números, traspasar una nueva puerta, no cerrarla. Ella nunca las cierra, ni cuando duele lo que queda atrás, es de las personas que deciden aprender de lo ocurrido y seguir adelante, perdonando, sin rencores pero sin olvido, porque supondría olvidar también lo positivo y las enseñanzas que siempre hay.

Dormir una temporada

Llegó a Asturias en el año 2000 y comenzó a cantar en el grupo Xemá junto a Feito

Su presión mediática se disparó al conocer al piloto de F1 Fernando Alonso

Raquel y Pedro Crespo se casaban en California, ellos solos, y poco después nacería su hijo Leo, también en casa, en un parto en el agua. No había espacio para la música. La lejanía y la maternidad, además de que David Feito estuviera cada vez más involucrad­o en sus proyectos personales y que Juan Luis Suárez padeciera una espondilit­is anquilosan­te, fueron las causas de que El Sueño de Morfeo volviese a dormir una temporada, hasta ahora.

En Los Ángeles, donde vive, Raquel pudo quitarse la coraza, dejar de ser la superstar y volver a ser la chica normal que cantaba en aquella canción. Ahora es una mujer que disfruta de lo que le ha dado la vida, de lo que ha logrado construir con mucho esfuerzo, y se mira al espejo satisfecha, incluso más desde que decidió quitarse los implantes de pecho que se había puesto años atrás.

Pero la esencia de El Sueño de Morfeo siempre ha estado ahí. No la fama, sino la música, la poesía, la amistad y el cariño. Quiere enseñarles a sus hijos lo feliz que le hace la música, quiere volver a cantar y Asturias lo disfrutará con ella hasta el final.

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LUISMA MURÍAS En directo Raquel del Rosario, en una actuación en Oviedo. ▷

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