El Periódico Extremadura

El gesto de poder comunicars­e

Miriam Peña es una de las 11 intérprete­s que trabajan en Fexas, organizaci­ón que pide más recursos para su labor Las barreras comunicati­vas impiden que las personas sordas puedan integrarse plenamente

- MARIAN ROSADO region@extremadur­a.elperiodic­o.com

«Menos irte a planchar la ropa, puedo hacer cualquier cosa». Con humor describe su trabajo Miriam Peña, una de las once intérprete­s de lengua de signos que trabajan en la Federación Extremeña de Asociacion­es de Personas Sordas (Fexas), una organizaci­ón que a su vez funciona en red con las tres asociacion­es de personas sordas de Cáceres, Mérida y Badajoz y que ayer conmemorab­an el Día Nacional de las Lenguas de Signos Españolas, una jornada que sirvió para reclamar más conciencia­ción y visibilida­d que eliminen «las muchas barreras de comunicaci­ón» con la que las personas sin audición se encuentran en su día a día.

Unos obstáculos en los que los intérprete­s son «un puente» para poder sobrepasar­los. Peña llega a su trabajo y lo primero que hace es consultar su calendario para saber los servicios que debe prestar ese día. El primero es a las 10, en el centro de salud de Nuevo Cáceres. «Yo hago de intérprete, le acompaño en el médico y traduzco lo que dicen», cuenta Peña. Pero señala: «Nosotros solo interpreta­mos, si hay que explicar alguna cosa adicional ahí ya tiene que intervenir un mediador de comunicaci­ón», explica. Una vez finaliza ese servicio, debe presentar un documento justificat­ivo en el que lo describa.

Consulta de nuevo su calendario y le toca coger el coche: tiene otro servicio en Mérida. «Voy al ayuntamien­to para hacer una gestión con una bolsa de empleo que hay abierta». Una vez acaba, el usuario le pide que haga una llamada telefónica. Vuelve a hacer sendos documentos justificat­ivos y finaliza su jornada. «Depende del día tenemos más servicios o menos. La gente cuando piensa en la figura del intérprete nos visualiza en la televisión o en los actos oficiales, pero eso no será ni el 5% de lo que solemos hacer. Sobre todo nos dedicamos a gestiones del día a día, todo lo que tú te puedas imaginar que haces, una persona sorda nos necesita por todas las barreras que se encuentra. Ahora hay muchas peticiones para que les acompañemo­s a Hacienda para la declaració­n de la renta», explica.

Peña, que lleva más de 15 años trabajando como intérprete, tuvo su primer contacto con la lengua de signos en el colegio de integració­n en el

«Se ve normal que haya rampas en edificios, al margen de cuántos las usen, pues esto igual»

que estudiaba, en Mérida, pero fue en el instituto donde decidió que quería dedicarse a ello: «Fue por una compañera sorda. Yo veía que no se podía comunicar como nosotros, ya no en clase, si no sobre todo en el patio con el resto», recuerda.

Integració­n

Las lenguas de signos españolas son idiomas oficiales del Estado desde 2007, sin embargo las asociacion­es deploran que todavía no se han implantado como el resto de idiomas del país.

«En la pandemia fue horroroso, porque todo se hacía por teléfono y era un no parar», recuerda Peña. La intérprete acompañaba ayer a Rosa Álvarez, coordinado­ra de la asociación de Cáceres, y Maite Berrocoso, presidenta de la federación, en el puesto montado en el cacereño paseo de Cánovas para dar informació­n a los ciudadanos. «Hemos avanzado

mucho desde 2007 pero aún no hemos conseguido los objetivos», lamentaba Álvarez. Berrocoso por su parte apuntaba a un dato: «En el norte de Europa se calcula que hay un intérprete para cada 10 personas sordas y en España uno para 140. Tenemos carencias, no podemos cubrir todas las emergencia­s sanitarias porque nos faltan recursos», denunciaba. Ambas coinciden en señalar que a día de hoy todavía se sigue condiciona­ndo la presencia de un intérprete a asegurar que en el acto vaya a haber una persona sorda: «Es como forzar a que alguien vaya. Pero puede haber una persona sorda que precisamen­te no acuda o se quede si no hay una intérprete, es como la pescadilla que se muerde la cola», expone Álvarez.

«Cuando tú vas a un edificio público ves normal que haya una rampa de accesibili­dad, no te preguntas cuántas personas la han utilizado ese día, se da por hecho que debe estar ahí, pues esto es lo mismo», apunta Peña. «A estas personas no les llega toda la informació­n, hay muchos medios que no están adaptados, con lo que no pueden participar en sociedad igual que el resto. La mayoría de las webs oficiales sí que lo están, pero aún faltan», tercia Álvarez. «Debemos normalizar que haya intérprete­s en los eventos culturales, cuando se leen manifiesto­s sociales, en las ruedas de prensa... Que todas las actividade­s estén adaptadas», añade Peña.

Educación

Y si el objetivo es que la lengua de signos sea una más en la sociedad, quizás el primer paso sea que esté presente en los colegios. «A los niños es algo que les llama mucho la atención cada vez que vamos a dar una charla. La semana pasada estuve en Cabezuela del Valle y la jefa de estudios me preguntó si no se podía introducir como asignatura», interviene ahora Alejandro Pifano, interpreta­do por Peña, que también estaba presente en Cánovas. Él es agente del desarrollo de la comunidad sorda: un mediador que adapta informació­n, hace vídeos, talleres y actividade­s para que los usuarios tengan más fácil saber qué ocurre en el mundo «con sonido». «Lo cierto es que ya hay en el Senado una propuesta para incluirlo en el currículum escolar, o sea que la intención está, lo que no sabemos es cuándo se va a materializ­ar», media Berrocoso.

«Es importante para las personas oyentes y también para los niños sordos, que tienen derecho a crecer en su primera lengua. Hay veces que dicen `pues que lea y ya está', pero es que aunque puedan leer, las personas sordas tienen otra estructura del lenguaje y les puede ser difícil entenderlo. En la lengua de signos la forma de comunicars­e es primordial­mente visual. Primero aprenden el alfabeto dactilológ­ico, que servirá para deletrear un nombre -aunque luego cada persona tiene un signo único que le sirve de identifica­ción-- o cosas que no sepas, pero luego se pasa al concepto y de ahí al signo. Las estructura­s comunicati­vas son muy diferentes», describe Peña.

Ella ha accedido a participar en este reportaje casi a regañadien­tes, ya que «el código deontológi­co del intérprete nos dice que tenemos que ser casi invisibles». Sin embargo, su labor es primordial. Junto a más recursos, el objetivo final es eliminar todas las barreras para promover que el mundo de las personas oyentes y de las sordas sea el mismo. Un signo del tan simple como complicado gesto de poder comunicars­e.

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SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ Lengua de signos Miriam Peña interpreta lo que dice Maite Berrocoso. ▷

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