Inteligencia límite, muchas etiquetas y ninguna correcta
La Fundación Magdalena Moriche muestra la realidad de siete usuarios hasta tener un diagnóstico
Entre la discapacidad y el funcionamiento normativo, en tierra de nadie. Así es como se sienten las personas con inteligencia límite hasta que reciben un diagnóstico o acuden a una de las entidades sociales que trabajan estas situaciones y les cambia la vida por completo.
Es el caso de la Fundación de Magdalena Moriche de Badajoz, que desde hace 29 años lucha por darle visibilidad a los que lo sufren con el objetivo de conseguir una detección real y, sobre todo, en las edades más tempranas. Para ello, ha puesto en marcha un proyecto audiovisual que pretende acercar a la sociedad la realidad que viven muchas personas con inteligencia límite. Así, han escogido siete historias, de las 200 que hay en la entidad, que tienen elementos comunes y que al final ponen de manifiesto que todavía queda mucho por hacer. La implicación de la sociedad será lo que posibilite terminar con estas barreras.
La iniciativa se desarrollará los días 17, 18, 21 y 22 de este mes en el Hospital-Centro Vivo de la Diputación de Badajoz, lugar en el que se reflexionará sobre el acoso escolar, la salud mental y la dificultad añadida en las mujeres. Los vídeos realizados transmiten un discurso en primera persona con usuarios de la fundación, los cuales narran su recorrido hasta conseguir un diagnóstico, lo que supone para ellos sentirse perdidos, solos e incomprendidos y lo que significa la entidad en sus vidas. «Que compartan sus vivencias con todo el mundo es un acto brutal de valentía y de honestidad extrema», aseveró ayer en la periodista de la fundación, Estefanía Luis.
Los espectadores de `En tierra
de nadie', así es como han denominado al proyecto, verán como la trayectoria escolar de estas personas ha estado marcada por el bullying y una «incomprensión» bastante grande por parte de los profesores. Esto les ha llevado muchas veces a tener ansiedad, depresión y otros estados más graves que a día de hoy arrastran. Además, esto se agrava en las mujeres.
La presidenta de la fundación,
Magdalena Moriche, reclamó la necesidad de obtener un diagnóstico certero y a tiempo porque los niños pasan por las etapas educativas siendo vagos y maleducados. A su juicio, uno de los hándicaps de la inteligencia límite es que no lo aceptan las personas y las familias. «Nunca deben estar los prejuicios sociales por encima de la felicidad», destacó.