La lana, un bien «asfixiado»
La temporada de esquila concluye con los ganaderos sin poder cubrir costes e incluso perdiendo dinero ★ Desde 2020, con la pandemia del coronavirus, el exceso de `stock' mantiene los precios «por los suelos»
«En 2019 el precio de la lana merina estaba por encima de los dos euros por kilo y ahora esa misma lana ronda los 40 céntimos. Es un porrazo brutal». Lo expone Adrián Sánchez, administrador de Lanas Extremadura, una empresa asentada en Trujillanos y una de las principales de este sector en la región. El valor de esta fibra es hasta cuatro veces menos que hace tres años y los vellones se han devaluado en un 80%.
Una situación cuyo origen y epicentro son el inicio de la pandemia del coronavirus y la paralización del sector textil en China. «Nos encerramos y la gente solo usaba el chándal para estar en casa. Ahora se está volviendo a la normalidad pero la lana no se destruye y la gente no compra tanto como para dar salida al nivel de `stock' terrible que hay. Tanta lana como tenemos y sin
ser capaces de vender, esto no repunta», lamenta. El año pasado Lanas Extremadura manejó algo más de 1,4 mil kilos de volumen y de ellos Sánchez calcula que aproximadamente entre 600.000 y 700.000 están sin vender y 205.000 sin ni siquiera clasificar.
«Nos está salvando el dólar, porque es la moneda que usamos para vender a China y como está devaluado eso nos beneficia y nos ayuda a sobrellevar la situación. Del resto esto son mercados internacionales y nosotros no podemos hacer nada, más que esperar a que cambie», explica.
Los datos de Extremadura Avante facilitados a este periódico confirman que China es la principal meca de la lana extremeña. El país ocupa el primer puesto en el ránking de exportaciones de esta fibra en los últimos cuatro años y en el primer trimestre 2022 ha continuado siendo el principal destino de las exportaciones de este material, con el 55,5% y un valor de 525.510 euros, seguido de lejos por Italia (20,3%, con un valor de 192.630 euros). Ello a pesar de que en este periodo han caído las exportaciones desde la dehesa hacia el gigante asiático un 77,1% mientras se han incrementado con destino a Alemania (+36%).
A pie de campo
En Extremadura hay registradas 12.775 explotaciones ovinas (7.827 en la provincia de Badajoz y 4.948 en la de Cáceres) que suman un total de 2.684.254 de reproductores (1.793.880 en Badajoz y 890.374 en Cáceres). Coinciden a pie de campo en esa suerte de resignación de Sánchez los ganaderos.
Miguel Cabello tiene 2.000 cabezas de ganado merino criado en ecológico en la dehesa extremeña, en la comarca de La Siberia, y afirma que con los precios que maneja en los últimos años «no se cubren los gastos». «Dicen que China no compra y aquí no se trabaja. En España, hace unos años, la lana era un bien, hoy es un bien asfixiado», dice.
Con este panorama, Cabello se plantea incluso «lo que están haciendo muchos ganaderos: mandar a las ovejas al matadero». «El monopolio lo tienen entre unos pocos y nosotros llevamos un año de sequía, más lo que nos espera. A eso añádele los costes de producción de todo. Antes echabas 50 euros de gasolina y te duraban una semana, ahora tres días como máximo», se queja.
José David Sánchez Gallego, que también es ganadero con 4.000 merinas repartidas por toda la dehesa extremeña, afirma que en la esquila están perdiendo dinero. «El kilo de lana se paga a 60 u 80 céntimos y la esquila con todo el trabajo que supone suma dos euros», expone. «Llegó a valer 2,20 euros en su momento y sacabas algo de dinero, ahora no. Pero a las ovejas hay que pelarlas sí o sí, por higiene y por su comodidad. Lo tienes que hacer
«China no compra y aquí no se trabaja. Además, llevamos un año de sequía y lo que nos espera»
El kilo se paga a 60 u 80 céntimos y el coste de la esquila, actividad necesaria, suma dos euros
si no a los animales les da calor, no comen y se mueren», explica. Gallego lamenta que no se valore la lana como el «producto de calidad que es». «Nos dicen que con el covid los chinos dejaron de comprar lana y en el campo no nos queda de otra que lo de siempre, aguantar».
Un tejido único
«Antes tenías un abrigo de lana que te duraba años y si se rompía le hacías un remiendo y le ponías otro trozo y quedaba como nuevo. Ahora eso no se lleva. Es una pena», rememora Cabello, que visualiza a su madre vistiendo esa prenda. La época a la que se remite no es tan lejana, pero desapareció el día que las
telas sintéticas irrumpieron en el mercado. «Las fibras sintéticas nos han hecho la competencia desde hace ya muchos años, cuando apareció el nailon, el rayón… Yo creo que eso ya lo damos por descontado y que no debemos compararnos porque lo que ofrece la lana son prendas de calidad», tercia por su parte Sánchez. «Hay algunas iniciativas, de asociaciones y pequeñas tiendas, que venden el producto, con la fotografía de la oveja quizás, y está bien, pero eso por el momento no mueve más de cuatro kilos, el volumen de negocio grande y de lo que dependemos a día de hoy es de China, a donde va entre el 80 y el 90% de la lana de España», agrega.
Volviendo al mercado local,
empresas como Extremerinas, desde Cuacos de Yuste, o Dehesa Lana, en Hervás, son algunas de estas pequeñas iniciativas que tratan de poner en valor las prendas hechas de este tejido. Además, el sector poco a poco va perfilando otros usos en los que la lana es útil, por ejemplo como material aislante en la construcción o como componente para fertilizantes orgánicos.
Un tejido tradicional con muchas posibilidades pero que en la región lucha por su supervivencia. Tras el parón que ha supuesto la pandemia, el sector lanero extremeño espera volver a arrancar y resurgir sin quedar demasiado trasquilado.
«Las fibras sintéticas nos han hecho la competencia pero la lana es un producto de calidad»