«Me gustaría poder exponer mis obras en mi ciudad natal»
A sus 22 años, Diego Morcillo (Don Benito, 1999) tiene decidido comerse el mundo, concretamente el de la pintura. Desde bien pequeño tuvo claro que su gran pasión iba a estar relacionada con tener un pincel en su mano. Con dejar fluir su imaginación a través de su brazo para plasmarla en un lienzo. Este joven dombenitense entiende el arte como una forma de expresar sus emociones, de liberar sus pensamientos y de decir al mundo lo que piensa a través del color. Tiene como referentes a los clásicos Sorolla o Velázquez, pero no es ajeno a la vanguardia pictórica con Hurvin Anderson y Jules de Balincourt. Autores que de una manera u otra le han ayudado a conseguir ya varios premios, entre ellos el Premio Internacional de Pintura Eugenio Hermoso, una beca de paisaje en Segovia o el más reciente de artistas emergentes.
– ¿El gusto por la pintura le viene de familia?
– En mi casa mis padres no tienen relación alguna con el mundo de la pintura, pero es cierto que mi tía abuela Petri hizo estudios artísticos. De manera directa soy el primero de mi familia que se dedica a esto.
– ¿Cómo surgió en usted su interés por el arte?
– De pequeño siempre me gustó trasladar a un papel los dibujos animados que solía ver en la televisión. Esa afición fue creciendo y poco a poco me fui interesando más y más por la pintura. En un momento dado, siendo aún un niño, comencé a ir a las clases de pintura de Emilio Hurtado, en Don Benito, y empecé a enfocar mis estudios hacia el mundo artístico.
¿Por eso acabó en Sevilla?
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– Después de estudiar el Bachillerato de artes en el IES Puerta de la Serena, en Villanueva, decidí que debía irme a Sevilla a estudiar Bellas Artes. Siempre he pensado que esa ciudad tiene una herencia y una academia en cuanto al dibujo que me iban a permitir aprender mucho y ahondar más en el mundo de la pintura.
Después de ese primer proceso formativo, ¿se atreve a definirse como artista?
– – Creo que no es fácil definirse a uno mismo, pero me considero pintor por encima de cualquier otra cosa. Es ahí donde me veo más figurativo, aunque también estoy explorando otras formas de entender la realidad y llevarla a un sentido más pictórico. Me gusta dejarme llevar por los códigos de la pintura y por lo que me va pidiendo la imagen. Al fin y al cabo la pintura es un relato abierto, no cuenta nada de forma cerrada, sino que tiene ese misterio que la hace interesante y es algo subjetivo. Precisamente eso es lo bonito, las diferentes miradas que ofrece una obra.
En septiembre tuvo lugar su primera exposición individual en Villanueva, ¿qué sintió con ella?
– – Rubén Morcillo me ofreció la sala del Rufino Mendoza y desde ese momento me puse a organizar la exposición, a la que titulé `Paisajes'. La entendí como un viaje sobre los diferentes caminos que estoy recorriendo, como una forma particular de entender la naturaleza.
– ¿En qué te fijas a la hora de elaborar tus obras?
– La inspiración es importante. En el mismo estudio voy encontrando soluciones y respuestas. Es en ese proceso más creativo cuando encuentro la imagen o la obra que quiero hacer. Yo funciono mucho por chispazos y suelo buscar en mi día a día. Para mí pintar es como un pálpito y es a partir de ese momento cuando empiezo a hacer bocetos, a pensar qué colores le pueden venir bien, etc. Es un proceso orgánico y natural el ver como evoluciona esa imagen.
«Me gusta dejarme llevar por lo que me pide la imagen en cada momento mientras pinto»
«Para mí pintar es como un pálpito, un proceso orgánico y natural el ver cómo evoluciona»
¿Para cuándo su primera exposición en Don Benito?
– – Ojalá pueda ser muy pronto, yo estaré encantado. Cuando me ofrezcan la sala estaré muy contento de poder llevar mi exposición a mi ciudad natal.