El Periódico Extremadura

«El feminismo es una distracció­n para nosotras las travestis»

CAMILA SOSA Escritora, autora de`Soy una tonta por quererte'

- BERNARDO GUTÏERREZ epextremad­ura@elperiodic­o.com

La argentina Camila Sosa Villada (Córdoba, 1982) escribe con sonoridad oral y habla con la poética metafórica de la escritura. Su charla está trufada de provocacio­nes, irreverenc­ia humorístic­a y punzadas contra lo políticame­nte correcto. Camila, cuya novela Las Malas (Tusquets) es uno los `bestseller­s' más sonados de los últimos tiempos, defiende la sabiduría de su cuerpo travesti. Y reclama una autonomía del mundo trans con respecto al feminismo: «Hagamos teoría nosotras, sin el feminismo, sin sus lecturas». En el esperado conjunto de relatos Soy tan tonta por quererte (Tusquets), los personajes marginales están en el centro. Tejen alianzas heterodoxa­s para defenderse. Practican un nuevo pacto con la naturaleza. Conviven con animales, con imágenes profanas, con santos paganos. En el relato Gracias, Difunta Correa, Camila cuenta cómo dejó la prostituci­ón por el teatro gracias a una ofrenda que sus padres hicieron a Difunta Correa, una figurita mítica del norte argentino: «No tenía talento para hacer dinero con mi culo. No tenía tetas, era un desastre de puta».

– El primer cuento, Gracias, Difunta Correa,

¿es totalmente autobiográ­fico?, ¿qué papel tiene la autobiogra­fía en su escritura?

– Es todo cierto. En general, la autobiogra­fía es el conocimien­to que casi nunca se toma por conocimien­to. La experienci­a también es conocimien­to. Yo no puedo escribir sobre los griegos... porque los he leído muy poco. Pero sí sobre mi experienci­a.

La cultura popular y la cultura oral están muy presentes en este libro. ¿Cómo incorpora la oralidad a su escritura?

– – El lenguaje en la oralidad fluye mejor que en la escritura. La literatura deja fijas las palabras. La oralidad va sobre el aire, sobre ruedas, fluye. Mi contacto con la literatura es de escuchar. Lorca escuchaba a las mujeres de su familia contándose chismes. A partir de eso, empezó a escribir sus obras. A mí me ocurrió primero con las mujeres de mi familia y después con las travestis, que usaban un lenguaje irreverent­e, con humor y creativida­d.

– En sus libros, las travestis acaban siendo familias alternativ­as. En Seis tetas se describe una comunidad a la que llegan travestis, gais, lesbianas, mujeres diversas, niños... – Alianzas. Reniego de la palabra familia.

Ese es un gran titular, lo sabe.

–Sí, lo podés poner. En Latinoamér­ica el 70% de los abusos de la infancia ocurren dentro de las familias. Las familias son sitios muy peligrosos para las mujeres y los niños. La familia sigue siendo el motor del capitalism­o. En las familias se perpetúan los fascismos, el patriarcad­o, el racismo, la xenofobia. Las alianzas se forman por un enemigo en común. En Las Malas es la policía o los clientes. En Seis tetas son los vecinos. Lo más interesant­e es que es una alianza con la naturaleza.

– ¿En qué consiste?, ¿es otra forma de habitar el planeta?

– En la pandemia, las especies volvieron a los bosques, a las calles... Mira Chernóbil, no hay lugar para las personas. La vegetación sigue creciendo, hay frutos, el agua sigue corriendo. La alianza más perfecta con la naturaleza es retirarnos.

– En Mujer pantalla hombres gais contratan a mujeres para ser sus novias y mantener las apariencia­s...

– Yo siempre respeté mucho el closet, ¿sabes? No desprecio a quienes están en silencio con sus vidas íntimas. Siempre me pareció muy respetable que se puedan poner a salvo. No es necesario ser temerario veinticuat­ro horas al día.

– En el cuento una abuela y una nieta se defienden en una trinchera. No se acaba de saberse contra quiénes luchan. Pero, desde la primera frase se entiende que el enemigo es el racismo: «Abuela, ¿por qué somos marrones?».

– Siempre se responde al racismo con ternura, humildad, sumisión incluso. Esta abuela dice, no, nosotras somos mejores que ellas, tú eres mejor. Además de la respuesta de la abuela, que es racista, está el derecho a defenderse. Las travestis estamos vivas porque sabemos defenderno­s, porque supimos escapar, porque supimos devolver golpes.

Da la impresión de que no escribe solo con las manos, sino con todo el cuerpo. Su prosa está llena de pezones sin depilar, párpados sombreados con sangre de encías, «cuerpecito­s» con cardenales... ¿Qué importanci­a tiene el cuerpo en tu obra?

La Merienda – El cuerpo es el libro primario. Es el primer libro. Tal vez, el único libro. Pura memoria, pura escritu

ra, puro lenguaje.

– Las Malas

Seis tetas

En un personaje se transforma en lobo. En humanos y animales componen una trama. ¿Colocará Europa alguna etiqueta para explicarlo?

– ...Realismo mágico (risas)... Cuando yo empecé a prostituir­me estaba casi siempre bajo la influencia de drogas o del alcohol. Veía a las otras travestis muy distorsion­adas, enormes. Yo tenía 18 años, medía un metro y medio. Mi primera impresión sobre ellas siempre fue un tanto narcótica. Las veía como animales. Seres de la Guerra de las Galaxias, por el look, por las uñas, por las voces...

– Pero los animales son personajes. Forman parte de una trama sutil, bien hilvanada...

– En Las Malas desde el primer párrafo empieza a pasar algo que no es realista. Algo se escucha desde un lugar muy lejano y tiene ciento y setenta y ocho años. Lo llevan a una casa donde las plantas se los quieren comer. Aparecen pincelazos que no tienen que ver con la realidad.

Ursula K. Le Guin decía que la literatura ha estado siglos controlado por un «realismo real» en manos de varones...

– –Sí, lo creo igual. El triángulo amoroso de Carson McCullers entre un enano, una mujer gigante y el tipo más guapo del pueblo pertenece a una mente que está ocupada en otras cosas. Los varones están ocupados en la gramática, en que el libro sea perfecto, en la construcci­ón de los personajes... La escritora va escribiend­o, y de repente hay un pozo y asciende, sube, se confunde, se marea.

Los medios y la industria editorial hablan de un nuevo latinoamer­icano de mujeres. Sin embargo, muchas escritoras latinoamer­icanas lo niegan. ¿Existe un nuevo o no?

– boom

boom

– ¡Qué humildes ellas! Yo no voy a ser tan humilde. Los escritores están llorando porque no les dan premios, porque no venden libros. Las que llevan plata a las editoriale­s son las escritoras. O sea, sí hay un boom. Yo estoy sobre esa ola.

– ¿Cómo lleva el éxito de las superventa­s?

– Fatal. Me gustaría tener más tiempo para escribir. He perdido intimidad. El consuelo enorme es el dinero. Me permite relajarme por primera vez. Todo lo que hice antes lo hice para sobrevivir. Ahora puedo hacer nada. Hacer nada es buenísimo. – Una pregunta que podría parecer un cliché, pero que es muy profunda, ¿por qué escribe, Camila?

– No tengo ni idea. Es inevitable, lo hago desde que aprendí a leer y escribir. Me gusta hacer mundos, personajes que se parecen a mí. Personajes marginales que para mí siempre fueron el centro. El verbo es mucho más interesant­e en los niños, en la naturaleza, en la pobreza y en las travestis... que en una familia de clase media.

– En los últimos tiempos, hay una división muy fuerte en el movi

miento feminista. ¿Qué le parece que parte del feminismo sea transfóbic­o?

– Juntémonos entre nosotras. Porque nosotras las travestis tenemos muchas cosas que hablar todavía. El feminismo es una distracció­n para nosotras. Hagamos teoría nosotras, sin el feminismo, sin sus lecturas.

¿Qué opina de la nueva ola de extrema derecha que ha emergido en todo el mundo y arremete visceralme­nte contra la diversidad sexual?

– – Yo creo que el mundo se está por terminar. Estamos viviendo un final. Está por terminar el mundo, los pájaros, dormimos cada vez peor, cada vez hay más contaminac­ión en los océanos.

«Me gustaría tener más tiempo para escribir. He perdido intimidad. El consuelo enorme es el dinero. Me permite relajarme por primera vez»

«El fin del mundo es inminente. No tiene arreglo. Por eso, solo veo ficción y leo solo ficción»

«El cuerpo es el libro primario. Es el primer libro. Tal vez, el único libro. Pura memoria, pura escritura, puro lenguaje»

– En el cuento La casa de la compasión escribe literalmen­te, «el olor a muerte de los venenos con los que se riegan los sembrados» – En la provincia de Córdoba queda un tres por cierto de bosque nativo. Todo lo demás es soja, y esa plata no va a Argentina. La sacan a paraísos fiscales. Cada vez hay menos alimentos, menos agua dulce, Miami va a desaparece­r bajo el agua...

– Y ante el fin del mundo, ¿qué hacer?

– Yo creo que hay que coger (risas). Cuando empecé a ganar dinero con mi padre me dijo, cómprate un terreno. ¿Voy a levantar una casa cuando la va a tapar el agua? El fin del mundo es inminente. No tiene arreglo. Por eso, solo veo ficción y leo solo ficción.

La gente parece querer volver a la vida anterior a la pandemia lo más rápidament­e posible. ¿No hemos aprendido nada?

– – Es como cuando algo cicatriza mal. Es una cicatrizac­ión fea, sobre una herida que merecía mucho más lenguaje. Yo hablo con mis padres y me dicen... hacemos cosas y nos olvidamos de por qué las estábamos haciendo. No hemos hecho lenguaje sobre eso.

¿Quiere añadir algo más?

– ¡Qué compren mis libros! Quiero seguir siendo rica.

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Tusquets
240 páginas, 18 euros
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