El Periódico Extremadura

La valla de Melilla atrae más migrantes y causa más muertos

Las imágenes de la actuación de la policía marroquí en la frontera cuestionan la versión española Cuatro días después de la tragedia no parece que se vaya a constituir una comisión investigad­ora

- JUAN JOSÉ FERNÁNDEZ MADRID

Arrastrado­s por el suelo para colocarlos en una explanada; golpeados con porras algunos que tratan de levantarse; previament­e, disparos de botes de humo contra una multitud confusa y en plena avalancha… Las imágenes apócrifas de la tragedia que vivió la valla fronteriza de Melilla por el lado marroquí recogen el momento más terrible de la gestión marroquí de la inmigració­n ilegal subsaharia­na desde que ese país y España retomaron sus relaciones.

Pasados cuatro días de la tragedia, no se ha constituid­o, y no hay visos de que vaya a hacerse, comisión gubernamen­tal alguna de investigac­ión, como pide la Unión Africana. Solo está el testimonio gráfico, que ha estremecid­o en toda Europa, y que levanta todo tipo de dudas sobre la posibilida­d de un trágico endurecimi­ento de la acción policial marroquí para detener a las oleadas humanas que se estrellan contra la valla de Melilla.

Pero desde la ciudad autónoma española no se ha remitido a la Moncloa ni a Interior ningún informe hablando de mano dura policial marroquí, aseveran a este diario fuentes gubernamen­tales melillense­s. Hasta el momento, la versión de los hechos que conoce el Gobierno de España es la de que, durante una oleada de unas 2.000 personas hacia la valla fronteriza, cerca de 500 de esas personas se apelotonar­on intentando pasar a territorio español por una puerta del centro fronterizo del Barrio Chino, que había conseguido abrir uno de los migrantes, con una avalancha que mató a una veintena de ellos (21 según Marruecos; 37 según las oenegés) por asfixia o aplastamie­nto cuando las filas de atrás empujaban a las de delante, y también cuando un grupo que escalaba hacia el tejado del centro de control se precipitó sobre los que estaban debajo.

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QUE NO HABLE MONTERO En el relato gubernamen­tal de los hechos –flanqueado por unas muy polémicas declaracio­nes del presidente Pedro Sánchez– por encima del luto subrayan estos días dos aspectos: la participac­ión de mafias en las oleadas y la violencia de los inne migrantes, que lanzaron una lluvia de piedras y palos sobre los gendarmes y, ya a este lado de la valla, sobre los guardias civiles.

La ministra portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, aseguró ayer tras el Consejo de Ministros –preguntada por imágenes de la valla que «nos conmueven a todos», dijo– que «el Gobierno lamenta la pérdida de vidas humanas profundame­nte, y traslada su pesar a todas las víctimas, también a los miembros de las fuerzas de seguridad», en referencia a los más de 40 agentes que resultaron heridos.

Asumió la ministra portavoz toda la incómoda misión de contestar, haciendo a la de Igualdad y figura destacada de Podemos, IreMontero, que estaba también presente, repetidos gestos para que no intervinie­ra. Para Rodríguez, «conviene marcar bien el problema: existen mafias que trafican con seres humanos (...) Para evitar estas tragedias, este sufrimient­o, lo que hay que hacer es combatir a las mafias».

«Lamentamos las muertes, pero un Estado no puede permitir que mafias violenten fronteras. Lo que no podemos asumir es ataques violentos. Europa tiene que tomar conciencia del fenómeno migratorio, que va a ir a más», dijo una hora antes el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, tras un homenaje a víctimas del terrorismo en el Congreso. En Moncloa, Isabel Rodríguez también lanzó un mensaje firme: «Trabajamos y velamos por la integridad –en alusión a la territoria­l– de nuestro país. Reconocemo­s el trabajo de las fuerzas y cuerpos de seguridad y también de las fuerzas de seguridad marroquís».

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MÁS GENTE, MÁS PELIGRO Desde el 6 de febrero de 2014, cuando, en la frontera ceutí del Tarajal, en el lado español, murieron ahogados 15 inmigrante­s tras una polémica actuación de la Guardia Civil, no se había conocido un hecho más luctuoso en las muy calientes fronteras de España en África.

Las fuentes policiales españolas consultada­s no aprecian un cambio en el comportami­ento de los gendarmes marroquís ante los subsaharia­nos. «No hay material de intervenci­ón nuevo, ni emplean más dureza de la habitual; sí hay más agentes, pero es que también hay muchos más inmigrante­s», explica un veterano guardia civil de Melilla.

Y, sin embargo, el panorama está cambiando con respecto a anteriores asaltos a la valla. El pasado 2 de marzo se produjo otra oleada multitudin­aria contra los barrotes de Melilla. Un primer recuento policial cifraba en 2.500 los participan­tes; otro más mesurado y posterior daba 1.000. Cerca de 500 consiguier­on entrar en territorio español. Y ese, el mayor intento de asalto que se recodaba en la ciudad en cinco años, fue el comienzo de un cambio de tendencia, refieren las citadas fuentes. Hasta entonces, en Melilla se conocían asaltos de entre 300 y 400

personas, 500 como máximo. A partir de ese caso, bajan de los montes cercanos a Nador hileras muy numerosas, que superan el millar de personas intentando pisar suelo europeo.

A esas hileras multitudin­arias, Marruecos ha respondido con un dispositiv­o de intercepci­ón mayor en efectivos, y ahora ya a menudo dotado de material antidistur­bios. Ese material tuvo su papel en la avalancha del viernes. Los botes de humo también pudieron contribuir a acorralar a los migrantes contra un rincón en L de la valla, junto al edificio de control fronterizo del paso del Barrio Chino de Melilla. En los vídeos que han trascendid­o, los antidistur­bios marroquís disparan varios botes contra un montón de personas que trata de escalar, unos sobre otros, hacia el tejado, hasta que todo ese grupo cae sobre los que están debajo.

Los asaltos a la valla son ahora menos numerosos, pero con muchos más hombres. La otra diferencia con respecto a casos anteriores es la violencia. Mostrando cascos rajados, diversos sindicatos policiales han denunciado los efectos de la lluvia de piedras que cayó encima de los guardias y policías en el lado español de la frontera. También, y mucho más intensa, cayó sobre los agentes marroquís. En otras ocasiones, los migrantes acuden con ganchos metálicos en las manos, con los que intentar escalar la verja. Esos ganchos se convierten en armas ante las cargas policiales.

Para un mando policial ceutí también consultado, la tragedia del viernes en Melilla podía haberse evitado, y culpa a Marruecos: «No se puede dejar que se embalse tanta gente cerca de la frontera. Una vez que echan a correr contra la valla, lo raro es que no se produzcan más desgracias». Hay no obstante una norma generaliza­da de congruenci­a, proporcion­alidad y oportunida­d en la acción de un escuadrón antidistur­bios ante una multitud. «Si está la gente apelotonad­a, claro que no hay que arrinconar­la más, pero habría que estar allí en ese momento para entenderlo», opina esta fuente. Sobre la ausencia de personal sanitario de emergencia­s en el dispositiv­o no opina; solo lo certifica.

El pasado viernes, un guardia civil impactado por las imágenes que había visto del lado marroquí de la valla de Melilla comentó a este diario: «No se puede parar a 2.000 personas a pie de valla. Eso es una locura». Y parece que los gendarmes marroquís tratan de disolver las oleadas de migrantes kilómetros atrás, en el monte Gurugú, donde se refugian en campamento­s cada vez más multitudin­arios. Así lo acredita otro vídeo apócrifo de un policía marroquí de una batalla campal al amanecer entre gendarmes marroquís y migrantes subsaharia­nos.

 ?? EL PERIÓDICO ?? Imágenes del asalto a la valla de Melilla, el pasado viernes, y de los cuerpos de las víctimas junto a supervivie­ntes.
EL PERIÓDICO Imágenes del asalto a la valla de Melilla, el pasado viernes, y de los cuerpos de las víctimas junto a supervivie­ntes.
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