Rusia como amenaza
Hubo un tiempo, antes de 2014, en que la OTAN y Rusia hacían operaciones conjuntas de mantenimiento de la seguridad; por ejemplo, en Siria. Incluso tras consumar Rusia su anexión de Crimea en 2014, la OTAN mantuvo una vía de comunicación. Ahora está rota, y el Documento Estratégico de Madrid será inequívoco en calificar a Rusia como amenaza en puro lenguaje de la guerra fría... con una diferencia: la OTAN no puede fiarse de Moscú, pero sí espera al menos una Rusia predecible.
Acusando recibo, pero no alentando, de la retórica nuclear rusa, la alianza engrasará sus ojivas, si bien no habrá más misiles en Europa. Y de Madrid saldrá aprobado, previsiblemente, un mayor despliegue de tropas occidentales en el flanco este de la OTAN. Tras la invasión de Crimea, la alianza habilitó cuatro batallones multinacionales para el Este (en las tres repúblicas bálticas y Polonia). Tras el inicio de la invasión de Ucrania, la alianza dobló el número con batallones en Eslovaquia, Rumanía, Hungría y Bulgaria. Ahora es previsible que los batallones se conviertan en brigadas con 5.000 soldados, sobre todo en torno a la caliente franja de Kaliningrado. Habrá además, como ya informó este diario, unidades de ejércitos OTAN preasignadas para defensa de territorios en caso de ataque ruso.
No se reflejará en comunicado alguno que un núcleo duro de aliados se inclina ya por una solución negociada (alto el fuego, zona desmilitarizada...) para la guerra de Ucrania. A la alianza no le conviene llegar en esta situación a diciembre; el invierno y el hidrocarburo juegan a favor de Putin.