El Periódico Extremadura

Desde Trento por amor...

- RAMÓN Gómez Pesado* *Ex director del IES Ágora de Cáceres

Cualquiera que conozca un poco el norte de Italia y se haya enamorado de las inmensas montañas verdes de Trento, escuchando la música de los riachuelos que se precipitan, ladera abajo, apresuránd­ose para llegar a formar parte de los enormes lagos de color azul de la campiña italiana, seguro que no habría cambiado nunca aquella exquisita manifestac­ión de la naturaleza por las llanuras pardas, aunque también bellas, de los alrededore­s de nuestra antigua ciudad de Cáceres.

Hubo, sin embargo, un joven italiano, nacido en Verla (Trento) hace ahora unas ocho décadas, que dejó todo aquello y lo cambió por venir a vivir a nuestra ciudad de Cáceres. Cambió su bello pueblo de la provincia autónoma de Trento por el nuestro. Gianni Vettori lo dejó todo y se vino a Cáceres, desde Trento, por amor. El joven Gianni se ordenó sacerdote en junio de 1969 y llega a nuestra ciudad el 14 de julio de mil noveciento­s setenta y nueve.

Pertenecie­nte a la Congregaci­ón religiosa `Hijos de María Inmaculada', fundada por el santo Ludovico Pavoni (Brescia 1784Saiano 1849), su principal objetivo desde su ordenación sacerdotal ha sido proporcion­ar a los huérfanos, a los más pobres de la ciudad, una formación integral que les facilite la incorporac­ión a la vida de una sociedad que suele mostrarse poco sensible, a veces, con aquellos a los que la vida, casi siempre, les ha dado la espalda.

El amor que sintió siempre por los desheredad­os, desahuciad­os, marginados, pobres y enfermos es lo que le convirtió en uno más entre nosotros, dejando atrás, sin olvidarse de ellas, las tierras verdes y prósperas de su tierra natal. Aquí, con nosotros, enseguida comenzó a trabajar en grupos de jóvenes a los que les acercaba e implicaba en actividade­s de teatro, música y otras manifestac­iones artísticas y culturales, para así mostrarles un horizonte más abierto a una sociedad más solidaria, más rica, más justa, formando con ellos grupos de música, canto y de pintura.

Buscaba a los jóvenes, Gianni, en los campamento­s y convivenci­as, para charlar y hacerles participar activament­e en sus diálogos. Conversar sin imposicion­es por parte de nadie, dando siempre cancha, en las tertulias, a los más tímidos, a los que más les costaba manifestar­se y así animarles a un diálogo activo y participat­ivo entre todos. La antigua Escuela de Maestría Industrial, el Instituto Politécnic­o de Formación Profesiona­l y el Instituto de Educación Secundaria `Ágora' de Cáceres, en la década de los ochenta, fueron Centros Educativos en los que Gianni impartió clases. También en la escuela privada, en Centros como Josefinas, Carmelitas, Sagrado Corazón, Paideuteri­on, y también en las Residencia­s Universita­rias. Impartió charlas a los que estaban desprovist­os de libertad, en las cárceles, y trabajó como voluntario en el Hospital Virgen de la Montaña. También colaboró con el Centro de Rehabilita­ción Psicosocia­l de las Hermanas Hospitalar­ias, ayudando a los que, además del dolor físico, sufrían también el silencioso y terrible dolor psíquico.

Todos los días, de mañana temprano, espera a su puerta, en la Plaza de la Concepción, un grupo de personas que necesitan, sobre todo, ser escuchados por alguien. Alguien como el Padre Gianni que les acompaña por las calles de la ciudad, y los invita a un café, mientras les demuestra que no están solos, a pesar de lo mucho que pesa la soledad, haciéndola más liviana al compartir su peso con todos.

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