Los trenes ucranianos resisten
Sin aviones, el país invadido apuesta por sus 20.000 kilómetros de vía férrea
En la estación de trenes de Járkov, en el martirizado este de Ucrania, se está celebrando uno de los rituales del día. Chirriando como un pájaro, cargado como un hormiguero de pasillos largos, uno de los trenes de largo recorrido está llegando a la terminal. El convoy es puntual como un reloj suizo, y la organización, quisquillosa. Construida en 1868, la estación llegó a ser una de las más grandes del imperio ruso –su primer tren salió hacia Moscú–, y fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial, pero su aspecto actual, parece un decorado de película. Es un lugar espartano, imponente y funcional, ahora ligeramente mordisqueado por la guerra iniciada este año por el presidente ruso Vladímir Putin.
Es a la azafata Masha Cepriibha, a quien hoy le ha tocado, junto a sus compañeros, el turno largo. Quizá luego, cuando acabe, descanse un rato. La mujer desciende del tren y no se queja. Lleva 15 años en este trabajo y, antes que ella, también su abuelo, durante la Segunda Guerra Mundial, fue maquinista para la compañía de transporte ferroviario. Pero Cepriibha, que nunca ha dejado su trabajo desde que empezó la guerra en Ucrania, no parece hacerle mucho caso al hostil momento histórico que le ha tocado vivir. «Son los controladores de tráfico y los señaladores los que no salvan. Cuando hay bombardeos, nos desvían, cambiamos rápidamente de ruta. Hay una gran organización», cuenta con orgullo.
Desde el inicio de la guerra ruso-ucraniana en febrero pasado, el sistema de transporte aéreo de Ucrania ha quedado prácticamente inservible, pero la red ferroviaria nunca ha colapsado. Así se ha convertido en una pieza clave de la resistencia ucraniana ante la invasión rusa. Con una red de alrededor de 20.000 kilómetros de vías cuyo tejido actual se remonta a la época soviética y que hoy gestiona la compañía estatal Ukrzaliznytsia, los trenes ucranianos han continuado viajando a todas las zonas no ocupadas del país, transportando personas, mercancías y ayuda procedente de Occidente.
Un millón de evacuados
«Tan solo desde esta estación hemos evacuado a un millón de personas desde el inicio del conflicto», afirma Míjail Makarenko, el jefe de la estación de Járkov que en otra vida fue policía. Makarenko cuenta que, según él, uno de los secretos de la resiliencia de la red reside en el personal, que «en su mayoría permaneció en sus puestos de trabajo», aunque también en la coordinación en las comunicaciones con las fuerzas armadas que informan de la situación de seguridad, y en el sistema preexistente de vías férreas del país, que permiten múltiples desvíos en caso de ataques.
«Tenemos un sistema muy sólido. Incluso en caso de ataques tenemos capacidad de reacción. Podemos desviar nuestros trenes para que los pasajeros lleguen a su destino aunque a través de trayectos más largos», razona Makarenko. «Los únicos trenes que hemos cancelado son los que se dirigían a las zonas ahora bajo ocupación rusa», añade, al explicar que también la reparación de las vías dañadas no cesa desde el comienzo del conflicto.