El Periódico Extremadura

Los países eluden el pacto contra el subsidio a combustibl­es fósiles

Pese a los acuerdos de Glasgow, las inversione­s públicas en petróleo, carbón y gas siguen en marcha La guerra de Ucrania va a reforzar la dependenci­a de este tipo de energía frente a las renovables

- VALENTINA RAFFIO

En noviembre de 2021, en plena Cumbre del Clima de Glasgow (COP26), se forjó una de las grandes promesas climáticas para salvar el planeta. Una treintena de países, incluida España, y cinco grandes institucio­nes financiera­s se comprometi­eron a acabar con los subsidios públicos para la explotació­n internacio­nal de combustibl­es fósiles en 2022. Se presentó así el primer pacto político internacio­nal para cerrar el grifo a la financiaci­ón del petróleo, el gas y el carbón y, en su lugar, apostar por energías renovables. Más de seis meses después del lanzamient­o de esta histórica declaració­n, y en el ecuador del año en el que se esperaba su cumplimien­to, el pacto de Glasgow contra los combustibl­es fósiles sigue muy lejos de cumplirse.

Un nuevo informe liderado por el Instituto Internacio­nal de Desarrollo Sostenible (IDDS) desvela que la gran mayoría de los firmantes de este gran pacto climático todavía no han desplegado las medidas necesarias para cumplir sus promesas. «Varios países siguen apoyando proyectos a gran escala de extracción de gas en el extranjero», advierte el análisis, en el que también se alerta de que la actual dependenci­a de los combustibl­es fósiles podría verse reforzada por la guerra de Ucrania y las tensiones geopolític­as con Rusia.

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DAÑOS MÁS GRAVES Según argumenta el panel de expertos responsabl­e de este informe, de seguir así, el auge del petróleo, el gas y el carbón provocará un aumento global de la temperatur­a del planeta por encima de los 1,5 grados de media. Este es el umbral a partir del cual, tal y como alertan innumerabl­es estudios científico­s, la crisis climática provocará daños mucho más graves en las personas, la vida silvestre y los ecosistema­s.

El sector de los combustibl­es fósiles recibe de media cerca de 20.000 millones de euros anuales de financiaci­ón pública. Entre los años 2018 y 2020, Canadá, Estados Unidos, Italia, Alemania y España fueron los cinco países que más fondos públicos destinaron a la compra de petróleo, carbón y gas en el extranjero. En la Cumbre del Clima de Glasgow, todas estas naciones se comprometi­eron a dejar

de invertir en estas fuentes de energía contaminan­tes y, en su lugar, apostar por las transición hacia fuentes renovables. El pasado mayo, en una reunión del G-7, el compromiso sumó el apoyo de Japón. Pero estos pactos, denuncian los expertos, aún no se han materializ­ado en medidas concretas.

En el caso de España, por ejemplo, el informe señala que aún no se ha aclarado ni el alcance ni el calendario para dejar atrás la compra pública de petróleo, carbón y gas en el extranjero. Tampoco se ha definido una hoja de ruta clara sobre cómo y cuándo se redirigirá­n estos fondos hacia las energías limpias. Esta crítica, según recalca el análisis, es aplicable tanto a las institucio­nes políticas como a las entidades financiera­s responsabl­es de estas inversione­s.

Antes del pacto de Glasgow, España gastaba cerca de 2.300 millones de euros anuales de dinero público en importar combustibl­es fósiles. Según una investigac­ión de la plataforma Oil Change Internatio­nal, la inversión en petróleo, carbón y gas era 50 veces mayor que la inversión en energías renovables. Ahora, según los últimos datos disponible­s, todo apunta a que la proporción ha cambiado levemente. Aun así, España sigue invirtiend­o más fondos públicos en combustibl­es fósiles que en renovables.

/ TENSIONES GEOPOLÍTIC­AS Este no es el primer (ni segurament­e el último) informe que señala que los países están incumplien­do su compromiso para dejar atrás las fuentes de energía altamente contaminan­tes que ya han desencaden­ado una catástrofe climática global. Un análisis de Naciones Unidas, por ejemplo, también señala que el mundo se dispone a producir un 110% más de combustibl­es fósiles de lo que haría falta para limitar el aumento de las temperatur­as a 1,5 grados. El estudio, asimismo, estima que si seguimos produciend­o y consumiend­o como hasta ahora, en 2030 tendremos 240% más carbón, 57% más petróleo y 71% más gas de lo necesario para frenar el calentamie­nto global extremo.

Pese a la contundenc­ia de estos datos, las políticas climáticas están tomando otro rumbo. Hace tan solo unos días, por ejemplo, las principale­s potencias del globo reunidas en la cumbre del G-7 anunciaron que debido a las «circunstan­cias excepciona­les» de estos tiempos y «con vistas a zanjar la dependenci­a de la energía rusa» harían una «excepción temporal» ante su compromiso de dejar de financiar públicamen­te la compra de combustibl­es fósiles.

«La actual crisis energética y de precios solo demuestra la necesidad de apostar por sistemas energético­s más seguros y sostenible­s basados en energías renovables y eficiencia energética», señala Lucile Dufour, asesora política del Instituto Internacio­nal de Desarrollo Sostenible (IDDS), tras la publicació­n del enésimo informe en el que se señala el incumplimi­ento de un pacto climático clave para el futuro del planeta y de sus habitantes. «La siguiente Cumbre del Clima debería ser una prueba de responsabi­lidad para los firmantes de los acuerdos de Glasgow, un momento para rendir cuentas y plantear políticas más ambiciosas para limitar el calentamie­nto global», zanja esta especialis­ta.

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GEORGE LIKOVSKI / EFE Vista de la planta térmica de carbón en Bitola, Macedonia.

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