Sánchez vuelve a la realidad de la inflación tras la `tregua' de la cumbre
En la Moncloa consideran que el presidente ha reforzado su liderazgo frente a Núñez Feijóo Advierten, no obstante, que hay que prepararse para «cualquier escenario» ante la incertidumbre
En la impresionante galería central del Museo del Prado, mientras él y su mujer, Begoña Gómez, ejercían de anfitriones y recibían a los líderes mundiales, las cámaras captaban un Pedro Sánchez exultante. Eufórico. Relajado y sonriente. La primera jornada de la cumbre de la OTAN se había cerrado a pedir de boca para el Gobierno: los aliados habían alumbrado un nuevo Concepto Estratégico, tras meses de negociación, pero sin tensiones en el momento clave; se había desbloqueado la adhesión de Suecia y Finlandia, la logística había discurrido sobre la seda.
El propio presidente había atesorado un imponente arsenal de imágenes a lo largo de un encuentro que estaba reuniendo en la capital a 42 jefes de Estado y de Gobierno y que había consagrado la «complementariedad» de la OTAN y de la UE justo en un momento de reordenación del mundo tras la invasión rusa de Ucrania. Ya disponía incluso de la ansiada foto con Joe Biden en la Moncloa. Y entonces, el Prado se convertía en un fabuloso escaparate internacional del patrimonio cultural del país.
El Gobierno confirma que el debate sobre el estado de la nación será del 12 al 14 de julio en el Congreso
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SELLO GRÁFICO Ese álbum en el museo seguramente se convierta en el sello gráfico más potente de la 32ª cumbre de la OTAN. «Histórica», calificada así incluso por Biden. Un evento que el Ejecutivo había preparado con mimo y que le servía para salir del agujero en el que le metieron las elecciones andaluzas del 19-J.
Tres días para sacar la cabeza y «reforzar la proyección» internacional y el liderazgo del presidente, subrayan en el Gobierno, atributos que no encuentran en Alberto Núñez Feijóo y que consideran que es un elemento diferencial clave y hasta útil de cara a las próximas generales, a pesar del desgaste por el altísimo precio de la luz y de la gasolina y la inflación.
«Pedro sale absolutamente reforzado, con una magnífica proyección internacional y dándole a España mucho prestigio. Ha salido todo excelente», valora una ministra. Y es que lo que ha sucedido estos días tiene un rédito obvio a nivel internacional pero también puede tener efectos en la política nacional, razonan en el Gobierno. «En estos tiempos inciertos no hay mejor presidente posible», defiende otro miembro del Gabinete, en referencia a la inestabilidad a la que está abocada Europa mientras siga la guerra en Ucrania. «Su influencia en Europa y en la política internacional es una baza decisiva para España», añade.
Otras fuentes del Ejecutivo destacan también su contribución a situar a nuestro país «como un actor clave». «Se ha posicionado como un líder en la esfera mundial, que tan abandonada tenía Mariano Rajoy. Y lo ha hecho, prosiguen, en un momento vital «porque las decisiones ya son globales» y en «un mundo multipolar es
más importante tener influencia en el ámbito internacional».
Estas mismas fuentes resaltan que sin un «vínculo personal» con el presidente francés Emmanuel Macron o con la jefa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, «no hubiera sido posible» sacar adelante los fondos de recuperación o la excepción ibérica para topar el precio del gas. «¿Cómo se habría desenvuelto Feijóo, que ni siquiera habla inglés fluido, en la cumbre de la OTAN?», apuntan fuentes del Ejecutivo. «¿Qué asuntos podría haber tratado con Biden?», reiteran. Lo cierto es que en la cena en el Prado se visualizó una cordialidad con el líder estadounidense y con muchos otros mandatarios, que mostraron a un Sánchez más sociable, más cercano. Esto es algo que las personas que viajan habitualmente con él siempre subrayan, su consideración entre las personalidades internacionales, pero que en España, con un alto grado de polarización política y el continuo ruido en el seno del Gobierno de coalición con Unidas Podemos, no se percibe.
La celebración de la cumbre de la OTAN ha sido para España y para Sánchez un rotundo «éxito». Así
lo dijo él mismo y así lo reconoció el jueves el propio secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg, que la calificó de «perfecta, impecable y excelente». «España es un aliado muy valorado e importante de la Alianza», defendió.
Pero el Ejecutivo sigue teniendo el mismo problema «grave», como conviene el propio Sánchez: la losa de una inflación desbocada y que ha alcanzado la cota más alta en 37 años, el 10,2%.
/ CUALQUIER ESCENARIO En su entrevista del jueves en La Sexta, Sánchez fue contundente al pintar un panorama de «extrema incertidumbre»: a los españoles, apuntó, hay que «decirles la verdad, sin paños calientes». «Debemos prepararnos para cualquier escenario», porque Putin usa el gas y el petróleo como «un arma más en su guerra contra Europa».
Así, «la futura escasez de gas es un riesgo cierto que tenemos que tomarnos muy en serio», alertó, anticipando por tanto un invierno duro si Moscú profundiza en su estrategia de cortes de gas. Por ello recomendó hablar más de «ahorro energético, de eficiencia energética». Su pronóstico es que la guerra en Ucrania será «mucho
más larga» de lo previsto, lo que exige «aumentar la capacidad de disuasión» de los aliados. Argumento que hilaba con su determinación de crecimiento del gasto militar hasta llevarlo al 2% en 2029, para lo que exige un «acuerdo de país», a izquierda y derecha.
El mensaje político que quiere lanzar es que el Gobierno, «en cualquiera de los escenarios», va a «defender a la clase media y trabajadora» y pondrá encima de la mesa «todos los recursos necesarios para proteger a las familias y a las industrias». En televisión, el jefe del Ejecutivo ni siquiera negó la posibilidad de una recesión, justo por la «incertidumbre por el futuro de la guerra», y porque «no es igual» que haya cortes de suministro o que no.
Sánchez va reajustando su discurso, aventado por la caída en las encuestas y también de cara a la siguiente prueba: el debate del estado de la nación, que se celebrará, como confirmó ayer el Ejecutivo, el 12, 13 y 14 de julio. Y ahí no recibirá las felicitaciones ni las palmadas al hombro que le acompañan en sus actos internacionales: la arena doméstica es más agreste para el Gobierno, y más con un escenario cada día más turbio.