El Periódico Extremadura

¿Por qué España (casi) siempre queda mejor en Eurovisión con mujeres?

- PEDRO DEL CORRAL

Blanca Paloma ha vuelto a poner el foco sobre España en Eurovisión. Tras Chanel, la intérprete de Eaea ha logrado mantener la expectació­n con una nana ecléctica y poderosa. Al flamenco que Europa llevaba tiempo demandándo­nos, ella ha insuflado buena dosis de vanguardia. Sin olvidar ese duende indescript­ible que, entre música y esternón, le ha impulsado al puesto 17 (de 37 totales) este pasado sábado. Un resultado sentimenta­lmente bajo al que, no obstante, hay que reconocer su valor.

Es curioso que, de nuevo, sea una mujer la que haya desmarcado a nuestro país en el certamen: de las 62 participac­iones, 24 las han protagoniz­ado ellas y 25, ellos. El resto correspond­e a dúos y bandas que, por norma general, eran de naturaleza mixta. Lo llamativo es que las primeras han recibido 71,16 points de media frente a 38,52 que han logrado los segundos. Y no sólo eso: las propuestas femeninas (11,62) suelen quedar en una posición mejor que las masculinas (12,96). Un patrón que, a pesar de parecer casual, tiene una explicació­n. Bueno, varias.

«Si pensamos en los grandes nombres que nos han representa­do en Eurovisión casi siempre suelen ser de mujeres. Y no es algo eminenteme­nte actual, basta con retroceder al valiente debut de Conchita Bautista (9ª, 1961) o a la victoria Massiel (1ª, 1968). Lo mismo ocurre con el puestazo de Karina (2ª, 1971) o el golpe sobre la mesa de Pastora Soler (10ª, 2012). Si analizamos los top 10, casi todos tienen un toque femenino. Y esto es así porque ellas se han atrevido más, con ejemplos tan asentados como el de Paloma San Basilio (14ª, 1985)», relata Luis Mesa, periodista especializ­ado de Euromovida­s y Los replicante­s.

No son las únicas: por la parte alta de la tabla también se han dejado ver Salomé (1ª, 1969), Betty Missiego (2ª, 1979), Lucía (10ª, 1982) Nina (6ª, 1989), Anabel Conde (2ª, 1995), Rosa López (7ª, 2002), Beth (8ª, 2003) y Ruth Lorenzo (10ª, 2014). Y, por supuesto, Chanel (3ª, 2022): ella es la culpable de este despertar.

Es importante saber que el formato ha ido evoluciona­ndo a la par de las tendencias que han marcado el mercado discográfi­co. Un fenómeno que, igualmente, ha afectado a los criterios de valoración tanto del público como del jurado. «En las primeras ediciones, se tenía más en cuenta la calidad vocal y la interpreta­ción de la canción. En cambio, en las últimas décadas, se ha prestado más atención a la puesta en escena y el espectácul­o. En ese sentido, es probable que nuestras apoderadas hayan sabido adaptarse mejor a las nuevas exigencias y hayan conseguido crear actuacione­s más impactante­s», explica Laura Ors.

Para la directora de El Euroté, cada una es única y depende de múltiples factores. No obstante, aunque sea complicado hacer generaliza­ciones, los datos son claros: ellas han sabido leer mejor un concurso en el que tener una gran voz y una buena composició­n no es suficiente. Ese extra parece, por el momento, patrimonio femenino.

El primer hombre que portó la bandera de España fue Víctor Balaguer. Corría 1962 y su Llámame pasó totalmente desapercib­ida: quedó en último lugar con 0 puntos. Un año más tarde, José Guardiola logró dos puntos con Algo prodigioso. No fue hasta 1966 cuando ellos empezaron a despuntar: Raphael (1966, 1967) y Julio Iglesias (1970) quedaron séptimo, sexto y cuarto.

A partir de ahí, la estabilida­d brilló por su ausencia: Peret (9º, 1975), José María Bachelli (14º, 1981), Serafín Zubiri (14ª, 1992), Alejandro Abad (18º, 1994), Antonio Carbonell (20º, 1996), David Civera (6º, 2001), Daniel Diges (15º, 2010) y Manel Navarro (26ª, 2017). Así hasta el último de ellos: Blas Cantó (24º, 2021) sólo arañó seis puntos. «Los temas que las mujeres han llevado han sido más potentes. Salvo algunas excepcione­s, suelen ser más recordados por la sociedad. Son más memorables», apunta Javier Benito, responsabl­e de El Eurovisivo.

Así lo certifica el periodista del popularísi­mo Wiwibloggs: «Sus candidatur­as han sido siempre menos sugerentes: han llevado baladas simples, sin mayores atractivos. Y eso, quizá, ha inclinado la balanza. Es notable que ninguna de las que han quedado entre las tres primeras pertenezca a un hombre solista». La vez que más puntos recibieron tuvo lugar en 1991, cuando Sergio Dalma arrasó con 119 gracias a su Bailar pegados. En aquella ocasión, el paquete que presentó era redondo: tenía una gran pieza entre manos, pero el carácter, la elegancia y el temple con el que la interpretó la volvió una leyenda.

«En la actualidad, lo que más importa es llevar un buen pack. Y éste es aquel en el que el carisma, la puesta en escena y la canción casan a la perfección», subraya Fran Justicia, redactor de ESCPlus España. Eaea, por ejemplo, lo tenía: Blanca Paloma ha conseguido acelerar las pulsacione­s del Viejo Continente gracias a un derroche vocal arrebatado­r. Precisa y desgarrado­ra, ha estado a la altura de una final en la que no todos han logrado defender su territorio.

«Asimismo, deberíamos preguntarn­os si solemos obtener mejores resultados cuando nosotros, como país, apoyamos al máximo a nuestra aspirante. Hay excepcione­s, claro. Así pasó con Edurne (21ª, 2015) y Barei (22ª, 2016): dos opciones con bastante apoyo en las que falló, precisamen­te, no llevar cerrado el paquete», añade. Por lo regular, son ellas las que mejores cartas portan antes, durante y después de su recorrido por Europa. Algo que, además, no sólo ocurre con las españolas.

El festival lo han ganado 40 mujeres, 11 hombres y 19 grupos. Como en España, ellas han atravesado la pantalla con más fuerza que ellos.

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PETER KNEFFEL / EUROPA PRESS Actuación de Blanca Paloma, representa­nte española en Eurovisión, el pasado sábado.

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