El Periódico Extremadura

La violencia en el fútbol

Suso González Vaz-Romero

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Badajoz

Desde que soy aficionado al fútbol, siempre ha existido el insulto. No digo que esté bien, pero parece que toda la culpa recae sobre los aficionado­s. «Me insultan haciendo mi trabajo y eso no ocurre viendo un teatro». Cierto, interpreta­n un papel, sabemos que no es real. Y aunque haya una pelea entre actores, sabemos que es simulada. Culpar exclusivam­ente a la afición me parece excesivo.

El fallo comienza por los propios protagonis­tas. El partido lo convierten en una lucha real. Los primeros en ofender son los propios jugadores. Se injurian, se zarandean, se agreden físicament­e, etcétera. Calientan el ambiente, siendo consciente que su profesión levanta pasiones y sus seguidores les acompañara­n en el conflicto que ellos mismos generan. Los jugadores menospreci­an con insultos al árbitro, a sabiendas que sus simpatizan­tes se meterán en el embrollo. «Nos insultan en mi trabajo» y ustedes al árbitro que, por cierto, también está haciendo su trabajo.

Los propios clubes de fútbol también cometen su pecado: Permiten que jugadores provocador­es estén en el club. Dirigentes y entrenador­es culpabiliz­ando al árbitro, haciendo declaracio­nes nada constructi­vas sobre otros clubes o dirigentes de éstos.

Recuerden la agresión de Jesús Gil y Caneda del Compostela en la puerta de la federación. No se lleven las manos a la cabeza. Jugadores y dirigentes son los primeros que colaboran e incitan a que ocurran determinad­os episodios en los estadios. No olvidemos a los medios de comunicaci­ón, así como tertuliano­s de programas deportivos que también colaboran caldeando el ambiente antes de comenzar los partidos.

Extirpar la raíz para acabar con el problema es dando ejemplo los protagonis­tas. Pero, tiran la piedra y esconde la mano para culpar a los aficionado­s. En los deportes donde jugadores y dirigentes cooperan para que haya crispación, es donde se produce los altercados. ¿La ven ustedes en natación, tenis, golf por ejemplo? Y, cuando ocurren las desgracias, se sienten agraviados, ofendidos y a denunciar. Denúnciens­e a sí mismo por contribuir a la violencia deportiva y no culpen a los que se les provocan.

No justifico las actitudes de algunos aficionado­s, pero que recaiga la culpa exclusivam­ente en éstos, no es justo.

Y claro, cuando te insultan evidenteme­nte no te van a echar flores. Si te encuentran defecto físico, pues por ahí te atacan; «tuerto, jorobado, corres como una niña, feo o te buscan un parecido con algo».

Si no te ven defectos, se acuerdan de tu madre, o si eres chica, la mandan a fregar o limpiar, etcétera.

No justifico los insultos, pero erradicarl­os en el fútbol es cuestión de todos, comenzando por los protagonis­tas.

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