El PP arrolla a Sánchez y marca un cambio de ciclo cara a las generales
Podrá gobernar en la Comunidad Valenciana, Baleares, Aragón, La Rioja y Cantabria Feijóo coge impulso para las próximas elecciones, por encima de sus previsiones
El PP avanza, el PSOE retrocede. El gran eslogan del socialismo se ha cumplido a la inversa. Pedro Sánchez ha sufrido una escabechina en estas elecciones autonómicas y municipales mientras que Alberto Núñez Feijóo coge impulso para las generales de finales de año. Si no es cambio de ciclo se le parece muchísimo. El PP ha estado muy por encima de sus mejores previsiones. La Comunidad Valenciana, Baleares y Aragón, las tres autonomías más disputadas, caen de su lado. Necesitará a Vox para gobernar pero se ha impuesto como primera fuerza y firma un resultado de gran solvencia.
Se queda también La Rioja, donde consigue la mayoría absoluta, ha sido el más votado en Cantabria y tendrán la presidencia gracias a la suma de la derecha. Mantiene Murcia y Madrid y, con el escrutinio aún abierto puede conseguir Extremadura y CastillaLa Mancha. Se impone en el voto municipal, arrebata a los socialistas capitales tan emblemáticas como Sevilla y Valladolid y conquista la ciudad de Valencia. Ni las peores perspectivas del PSOE –nunca las tuvo– preveían estos resultados, lo que significa que tienen un problema serio de análisis y de diagnóstico, que demuestran una absoluta desconexión con la realidad social.
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CONSOLACIÓN El premio de consolación es que Adrián Barbón logra conservar Asturias con el apoyo de Podemos y de Izquierda Unida, María Chivite podrá seguir al frente de la coalición de partido que ya ha gobernado esta legislatura Navarra y también Ángel Víctor Torres en Canarias. Pero, pese a salvar estas autonomías, la derrota que sufre el PSOE, y fundamentalmente Pedro Sánchez, es contundente y pone muy complicado que pueda seguir tras las generales de finales de año. Porque sí ha habido ola del PP, porque Podemos no ha aguantado en autonomías como la Comunidad Valenciana y porque a la pérdida de este región, fundamental para las generales por su peso demográfico y político, se suma Baleares y Aragón.
El hundimiento del PSOE es muy general pero es especialmente relevante en Andalucía, donde no solo pierden Sevilla, una capital que aspiraban a mantener y que representaba uno de los últimos rescoldos del poder omnímodo que ha tenido el PSOE andaluz, sino también Huelva y Granada. Sin estos núcleos de poder el partido cae a plomo en Andalucía.
El 28M supone, además, la confirmación definitiva de la desaparición de Ciudadanos, un proceso paulatino que comenzó en noviembre de 2019, después de que Albert Rivera se negara a pactar con el PSOE, a pesar de que los dos partidos superaban juntos la mayoría absoluta, y el empuje de la ultraderecha en España, que mejora sus resultados en prácticamente todas las autonomías. El fenómeno Vox prosigue alineado con un movimiento antisistema que tiene carácter mundial y que han representado Donald Trump, Jair Bolsonaro y Giorgia Meloni.
Estas elecciones eran mucho más que unas autonómicas y unas municipales al uso porque la política española acumula cinco años de muchas turbulencias, desde que Sánchez llegó a ser presidente a través de una moción de censura. Un año después, en las dos citas de las generales consecutivas de 2019, el PSOE se impuso al PP pero sin la holgura suficiente, lo que le llevó a arrojarse en los brazos de Podemos y acordar el primer Gobierno de coalición de la democracia, que se ha sustentado en el Congreso gracias al apoyo de ERC y de EH Bildu.
Ha sido una legislatura muy complicada, por razones externas (la pandemia y la invasión rusa de Ucrania) e internas (las constantes fricciones entre los dos socios), que convertían el 28M en un verdadero test. Así lo asumió el PP, con el eslogan de que debía servir para derogar el sanchismo, y también Moncloa y Ferraz, lanzando al presidente del Gobierno a la arena con el objetivo de evitar la idea de que el PP, sí o sí, ganará los próximos comicios, que se había generalizado hace unos meses. Pero el resultado certifica con absoluta claridad que no lo han conseguido.
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COMPRA DE VOTOS Los últimos días han sido muy duros para el PSOE. El escándalo de la compra de votos acabó de emborronar una campaña que nunca dominaron y que, desde el principio, se les escapó de las manos. Habían cerrado meses antes una planificación basada en el anuncio de más medidas sociales del Gobierno, que fueron desgranando con antelación, sin esperar al comienzo oficial de la carrera electoral, y se mantuvieron fieles a ella, a pesar de que el foco de la campaña se posó inmediatamente en las listas de Bildu con la presencia de etarras. Siguieron en su carril, tratando de sacudirse ese tema y todo lo que vino después, y esa falta de reacción pesó en el cierre.
Los populares, sin tener apenas una campaña bien definida a nivel nacional, se abonaron con rapidez a todos los asuntos que han desgastado a los socialistas durante estos días. Feijóo, cuya función era apoyar a los candidatos por toda España tuvo que arremangarse poco, primero con Bildu y después con las irregularidades en el voto por correo, que afectaron a cargos socialistas, y la acusación de presunto secuestro contra el número dos del PSOE andaluza. Todo esto les fortaleció a lo largo de la campaña. Pero, sobre todo, lo que ha acabado por darles la victoria, es la certeza de que existía una fuerte corriente contra Sánchez, que Moncloa nunca ha reconocido.