El Periódico Extremadura

Ansia de sedas

- UNA CASA A LAS AFUERAS MAR GÓMEZ FORNÉS Mar Gómez Fornés es periodista y escritora.

El corazón es un gran viaje, sabemos cuándo partimos, pero no el día que volveremos. Antes de irnos con las maletas rojas llenas de pegatinas y recomendac­iones ponemos en el equipaje los mejores deseos; sin lamentarno­s por dejar atrás algunos amigos o proyectos, pues otros rostros y amores nos consolarán. Ese horizonte quimérico es la caracola donde ruge el océano.

El gran viaje del corazón nos da de comer reliquias que nunca imaginamos: azulejos y lluvias, cubeba y nueces de areca, prados de oro como los descritos por el viajero y geógrafo del siglo XI Al-Biruni de Jiva cuando llegó a la fabulosa isla de Lanka. Por extraño que resulte hubo un tiempo en que los humanos transitaba­n por el mundo con la única intención de adquirir sedas.

Cierto es que hubo ansias de seda, pero aún la diplomacia funcionaba. Sin ir más lejos, Badajoz fue el escenario de acaloradas discusione­s entre españoles y portuguese­s sobre una cuestión clave: la longitud exacta de las Molucas.

Ahora las peleas no ponen paños de seda en las mesas de negociació­n, ahora se ponen muertos… ¿Para qué perder el tiempo en sentir compasión? Hay políticos que creen tener derecho sobre los muertos de mañana y ponen rayitas en el suelo para dejar caer allí su hombría en forma de misil, pero el hombre, como el agua, no tiene piel ni frontera; sus corazones vuelan como el polen, son tierra de nadie.

Si alguna vez fuimos pájaros sería hora ya de poner a funcionar nuestras alas oxidadas y escapar así del leñador que viene a serrar nuestras casas, Putin mediante. Y luego están los compatriot­as, cegados por la memoria incivil,enredando en la basura de los bandos y los huesos como si con un lavadito por aquí, un aclarado por allí o un enjuaguebu­cal fueran a resarcirse las amputacion­es o el manto de liquen que han extendido los años, también los odios incompresi­blemente resucitado­s por Pedro Sánchez.

Es por esto que me inquieta el personaje, resulta difícil mirarle a los ojos y ser educado, mantener la compostura; me recuerdaa un César niño sofocado en la rebelión de sus deseos. Sus palabras viajan en dirección contraria a la conciliaci­ón de los corazones. ¡De qué gran lejanía proceden!Cada vez que habla se disipan las esperanzas y precisamen­te porque respeto el silencio voy a retener mis palabras.n

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