Lodos y barros
Hemos llegado a un punto de inflexión que requiere dignificar la representación política, desde la empatía y el respeto
Nuestro país está sufriendo una situación sin precedentes desde la llegada de la democracia. Por primera vez,un presidente del Gobierno se ve obligado a detener su actividad y plantearse seriamente su continuidad. Estamos ante la cresta de una ola construida sobre un auténtico tsunami de desgaste personal. Un todo vale donde la estrategia de acoso y derribo no entiende de líneas rojas. El objetivo de las derechas, con todos sus medios afines, no es otro que recuperar el poder, ese que consideran que sólo es legítimo cuando lo ostentan en primera persona. La guerra sucia no admiteética ni empatía. Construye relatos falaces, desgasta sin escrúpulos las familias de los que se dedican a la gestión de lo público y por ende desapega a una ciudadanía hastiada de despropósitos dañando con ello de manera irreparablela democracia que nos ha costado décadasconstruir.
La política ha llegado a tal punto de deshumanización que requiere una profundareflexión. La llegada de la democracia, tras la funesta dictadura franquista, ha constituido el periodo de mayor esplendor de la historia española. Los distintos gobiernos del PSOE se esforzaron por la obtención de consensos que nos ayudaron a construir un país próspero, con una extraordinaria proyección, con presencia compacta en Europa y con un escudo social que ha garantizado el bienestarde las clases medias y trabajadoras. Pedro Sánchez, que con su gobierno está alcanzando cifras históricas en el crecimiento económico, la creación de puestos de trabajo y la lucha por la igualdad se enfrenta a una pregunta sobrecogedora,se pregunta si merece la pena todo esto. La respuesta, lejos de ser retórica, es tan personal como la carta compartida con la ciudadanía española. Una carta escrita por un ser humano que ve resquebrajarse sus pilares vitales sometidos por el acoso implacable de una estrategia perversa y carente de ética.
Esta táctica la observamos en los parlamentos españoles que PP y VOX de manera obscena han trasformado en lodazales entendiendo el control al gobierno como un ejercicio de destrucción del adversario.Los espacios democráticosquedan denigrados víctimas del insulto, la mentira y la crispación. Hemos llegado a un punto de inflexión que requiere dignificar la representación política, desde la empatía y el respeto,para evitar que el lodo lo contamine todo amenazando seriamente nuestra convivencia. Las palabras del pacifista Nelson Mandela toman especial relevancia recomendándonos que «debemos usar el tiempo sabiamente y darnos cuenta de que siempre es el momento oportuno de hacer las cosas bien».n