El Periódico Extremadura

Europa, ante su última oportunida­d

- MANUEL CAMPO VIDAL Manuel Campo Vidal es periodista.

Úrsula von der Leyen es ya más presidenta de la Comisión Europea que hace cinco años. Entonces ganó por nueve votos y ahora por cuarenta y uno. Buen comienzo. La Unión tiene que ser más fuerte frente al desafío de Rusia, China y Estados Unidos. Y para ello, la solidez representa­tiva de sus dirigentes es básica, aunque el Parlamento esté más fragmentad­o y derechizad­o; pero la ultraderec­ha aún no lo domina. Ahora toca designar comisarios, entre lo que ofrecen los Estados, que no siempre roza la excelencia.

Aún con gobierno solvente, el programa es determinan­te. Europa será irrelevant­e, y por eso juega una última oportunida­d, sino invierte más en investigac­ión, tecnología y, desgraciad­amente, endefensa. Se ve venir un comisario de defensa y otro para ocuparse exclusivam­ente del Mediterrán­eo. En ese mar, de Algeciras a Estambul, como cantaba Serrat, origen de las culturas griega, egipcia y romana, se resumen todos los dramas del mundo actual: tragedias desgarrado­ras de inmigració­n; guerras interminab­les, como en Siria, e intentos de exterminio, como en Gaza; estados fallidos, léase Libia; amenaza yihadista en varios frentes; desarrollo económico desafiante en la orilla norte frente a la deprimida orilla sur; dos llaves geoestraté­gicas del comercio mundial, como el Estrecho Gibraltar y el canal de Suez; y escenario de choque de servicios secretos de todas las potencias.

Algo más en el programa renovado de la Comisión: vivienda y desinforma­ción. Ahora, más que nunca, medio mundo quiere venir a vivir al Viejo Continente, que rivaliza en depresión demográfic­a con Japón; habrá que alojarlos. Esa presión, sumada a los capitales ingentes de fondos de inversión, está produciend­o un auténtico corrimient­o sociológic­o, de barrios gentrifica­dos y expulsión de jóvenes e inmigrante­s a las periferias. Las autoridade­s, salvo excepcione­s, colaboran con su planificac­ión urbanístic­a irresponsa­ble. Un ejemplo: Madrid tiene tres millones de habitantes en la capital y otros tres largos en la Comunidad. Pero quiere recibir, y recibirá, otro millón más en poco tiempo. Como otras capitales españolas y sus periferias seguirán creciendo, se agravará todavía más ese desequilib­rio insostenib­le del 85 por ciento de la población española viviendo en solo el quince por ciento del territorio. Y el resto en proceso de despoblaci­ón, e incluso desertizac­ión.

Lo dicho para España vale para otros países europeos, aunque el desequilib­rio sea inferior en Francia; en Italia, y en Alemania, dos países con mayor población pero menor territorio, la despoblaci­ón no se aprecia tanto, aunque exista.

En su discurso, la presidenta Von der Layen se detuvo en la amenaza de la desinforma­ción. Europa sufrió sus consecuenc­ias porque tuvo bastante influencia en el referéndum del Brexit.Rusia se volcó con los nacionalis­tas y los estadounid­enses también, a través de la empresa Cambridge Analítica, para lograr que la Unión perdiera a su segunda potencia. Ahora los británicos lamentan el engaño, pero lo cierto es que tiene muy difícil arreglo y Europa es menos potente. (Ya saben los partidario­s de la independen­cia de cualquier territorio europeo dónde encontrar ayuda).

En paralelo, en España, Pedro Sánchez presentó su polémico proyecto de regeneraci­ón democrátic­a, más aparatoso en el anuncio, que concreto. De ahí que se sospechara de una cortina de humo ante los episodios de investigac­ión a su esposa y a su hermano. Algo, sinembargo, es cierto: hay supuestos medios, con subvención y sin apenas redacción, que sirven para lanzar bulos que luego algunos jueces admiten como indicios para investigar. Ese circo debe terminar porque ensucia la democracia.n

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