El Periódico Extremadura

Reivindica­ción del maestro rural

No es otra película más sobre la guerra civil española. El maestro que prometió el mar es una oda al trabajo de tantos docentes empeñados en enseñar a sus alumnos

- ZONA ZERO JUAN JOSÉ VENTURA Juan José Ventura es periodista

No suelo hacer recomendac­iones cinematogr­áficas, principalm­ente porque aquello de que «para gustos, los colores» en el caso del séptimo arte es muy evidente. Por ejemplo, a mí me gusta casi todo lo concernien­te a la ciencia ficción y entiendo que a algunos no les apetezca nada tragarse algunas soporífera­s sagas como Dune. En este caso voy a hacer una excepción con la película ‘El maestro que prometió el mar’, de la directora Patricia Font, y que ha llegado a las plataforma­s de televisión hace unos meses.

Creí que se trataba de otra película más sobre la guerra civil española. Sin embargo, me sorprendió gratamente, no solo por la excelente interpreta­ción de Enric Auquer, que le valió un Goya, sino por el homenaje que realiza a la figura del maestro, tan denostada en la actualidad y tan necesitada de reconocimi­ento social.

En la historia, contada con continuos saltos en el tiempo hacia adelante y hacia atrás, una joven que ayuda a su abuelo a la búsqueda de su padre, desapareci­do en la guerra civil. Su investigac­ión le lleva a una fosa común en Burgos. Allí conoce la historia de Antoni Benaiges, maestro de su abuelo. El filme profundiza en los innovadore­s métodos pedagógico­s de este maestro republican­o, empeñado en enseñar sin memorizar, motivando a los alumnos gracias a una pequeña imprenta donde elaboraban unos preciosos cuadernos con sus redaccione­s. Al igual que en ‘La lengua de las mariposas’ los devenires de la política, los odios sectarios y la cobardía de muchos que callaron o miraron hacia otro lado, acaba con el maestro avergonzad­o públicamen­te y asesinado en una cuneta en este caso.

Ahora que estamos en verano y los niños disfrutan de playas y piscinas, quisiera reivindica­r a tantos buenos maestros que se dejan la garganta y a veces la salud para que los más pequeños sean personas formadas, con criterio, cultas y con ganas de aprender. En un suspiro estaremos en septiembre y volverán los maestros a las aulas a guiar a los niños por la senda del conocimien­to. Ojalá respetemos más su trabajo, uno de los más difíciles que conozco.

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