Reivindicación del maestro rural
No es otra película más sobre la guerra civil española. El maestro que prometió el mar es una oda al trabajo de tantos docentes empeñados en enseñar a sus alumnos
No suelo hacer recomendaciones cinematográficas, principalmente porque aquello de que «para gustos, los colores» en el caso del séptimo arte es muy evidente. Por ejemplo, a mí me gusta casi todo lo concerniente a la ciencia ficción y entiendo que a algunos no les apetezca nada tragarse algunas soporíferas sagas como Dune. En este caso voy a hacer una excepción con la película ‘El maestro que prometió el mar’, de la directora Patricia Font, y que ha llegado a las plataformas de televisión hace unos meses.
Creí que se trataba de otra película más sobre la guerra civil española. Sin embargo, me sorprendió gratamente, no solo por la excelente interpretación de Enric Auquer, que le valió un Goya, sino por el homenaje que realiza a la figura del maestro, tan denostada en la actualidad y tan necesitada de reconocimiento social.
En la historia, contada con continuos saltos en el tiempo hacia adelante y hacia atrás, una joven que ayuda a su abuelo a la búsqueda de su padre, desaparecido en la guerra civil. Su investigación le lleva a una fosa común en Burgos. Allí conoce la historia de Antoni Benaiges, maestro de su abuelo. El filme profundiza en los innovadores métodos pedagógicos de este maestro republicano, empeñado en enseñar sin memorizar, motivando a los alumnos gracias a una pequeña imprenta donde elaboraban unos preciosos cuadernos con sus redacciones. Al igual que en ‘La lengua de las mariposas’ los devenires de la política, los odios sectarios y la cobardía de muchos que callaron o miraron hacia otro lado, acaba con el maestro avergonzado públicamente y asesinado en una cuneta en este caso.
Ahora que estamos en verano y los niños disfrutan de playas y piscinas, quisiera reivindicar a tantos buenos maestros que se dejan la garganta y a veces la salud para que los más pequeños sean personas formadas, con criterio, cultas y con ganas de aprender. En un suspiro estaremos en septiembre y volverán los maestros a las aulas a guiar a los niños por la senda del conocimiento. Ojalá respetemos más su trabajo, uno de los más difíciles que conozco.