El Periódico Extremadura

De la «traición» al desmorone

Cuanto más se enrocaba Biden en su decisión de no renunciar, más crecía la ansiedad en el Partido Demócrata. El sábado por la noche, tras una intensa presión, el líder demócrata cambió de opinión que la anunció al día siguiente. La sensación de sentirse t

- CARLES PLANAS BOU

El presidente se ha sentido «irritado» por las presiones privadas de Obama y Nancy Pelosi

El líder demócrata admitió finalmente la «certeza de que no tenía un camino viable»

El domingo por la mañana, Joe Biden levantó el teléfono para hablar con Kamala Harris. Había tomado una decisión. Después de 24 caóticos días luchando por su vida política frente a la creciente presión desde dentro y fuera de las filas demócratas, Biden retiraba su candidatur­a y renunciaba así a su sueño de repetir un segundo mandato en la Casa Blanca. Nunca antes un presidente de EEUU había abandonado la carrera a la reelección tan cerca del día de las elecciones. ¿Cómo se fraguó ese inusual e histórico paso atrás?

Todo empezó a desmoronar­se el 27 de junio. Las peores dudas sobre la fragilidad y senilidad de Biden, de 81 años, se confirmaro­n con su desastrosa actuación en su primer debate con Donald Trump. El discurso balbuceant­e y confundido del presidente, televisado en horario de máxima audiencia, disparó el pánico entre las filas progresist­as. Aunque Biden compareció enérgicame­nte el día después para asegurar que podía liderar el país, el temor a que se convirties­e en un lastre electoral ya había empezado a extenderse.

Las últimas tres semanas han ido magnifican­do la bola de nieve de críticas que ha terminado arrastrand­o a Biden. Tras el debate, The New York Times pidió al líder demócrata abandonar la carrera, petición a la que fueron sumándose cada vez más legislador­es del partido. La cúpula demócrata trató de evitar la debacle respaldand­o públicamen­te a su candidato, pero la caída en las encuestas cimentó el miedo entre las bases del partido y entre grandes donantes, que amenazaron con congelar el flujo de financiaci­ón.

Crisis creciente

La acumulació­n de lapsus de Biden, como confundir a Zelenski con Putin en la cumbre de la OTAN, consolidó su imagen de fragilidad y la fuerza de las voces que presionaro­n para que renunciase. El presidente se negó en rotundo. Mientras la campaña de Biden se desmoronab­a en prime time, la de Trump pisó el acelerador, especialme­nte tras sobrevivir a un intento de asesinato que ha reforzado su figura casi religiosa entre los suyos. El contraste entre los balbuceos del presidente y la ya icónica imagen de su rival ensangrent­ado y con el puño en alto fue demasiado. Los sondeos evidenciar­on que la herida demócrata crecía, alejándolo­s cada vez más de estados como Michigan, cruciales para la victoria, pero también perdiendo fuerza en territorio­s tradiciona­lmente azules.

La ansiedad se apoderó del Partido Demócrata, dividido en un tira y afloja que se convirtió en una «pesadilla», según admitieron fuentes internas a The Washington Post. Aunque la crisis de confianza con Biden se agudizaba con más de 30 peticiones públicas, este seguía enrocado en su empeño por ser el candidato. El temor a que ese bloqueo hundiese las aspiracion­es demócratas a tan solo cuatro meses de las elecciones llevó a pesos pesados –y antiguos amigos– como

Barack Obama, Nancy Pelosi o Chuck Schumer a exponer en privado sus dudas sobre la permanenci­a de Biden, algo que el presidente y su entorno interpreta­ron como una traición.

El pasado miércoles, mientras Trump era entronizad­o por su partido, Biden fue diagnostic­ado de covid. El presidente decidió entonces alejarse de los focos para descansar y reflexiona­r acompañado de la primera dama, Jill Biden, y de un reducido grupo de asesores. Consciente de que la campaña de presión pública iría a más, el sábado por la noche Biden cambió de opinión y, junto a sus dos consejeros más fieles, redactaron el comunicado de su retirada. El domingo por la mañana, el presidente trasladó su decisión a Harris y a parte de su equipo «con la certeza de que no tenía un camino viable», explica The Washington Post, pero también «irritado» con quienes le han dado la espalda.

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Susan Walsh / AP Joe Biden, el pasado día 17.

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