El Periódico Mediterráneo

Dedazos de la vieja política

- CRISTINA Gabarda* *Portavoz de Cs en la Diputacion y concejala en el Ayuntamien­to de Castellón

Hace tan solo 20 meses, en plena campaña electoral de municipale­s, la entonces portavoz del Grupo Socialista, Amparo Marco, y el entonces portavoz de Compromís, Enric Nomdedéu, no cesaban de criticar los continuos dedazos del Partido Popular, cosa que desde Ciudadanos apoyábamos. Con el cambio de gobiernos, pensábamos que las cosas cambiarían, serían diferentes.

¿Pero cuál ha sido la sorpresa? El Gobierno que se hace llamar de las personas, de la transparen­cia y de la participac­ión, hace todo lo contrario a lo que entonces predicaba. Y además, aplica el rodillo sin diálogo como hacían sus antecesore­s. Lamentable­mente, quienes ahora gobiernan nuestro Ayuntamien­to, el bipartito, nos tienen acostumbra­dos ahora a los dedazos que antes criticaban.

Algunos ejemplos de dedazos son el gerente de Patronato de Fiestas, Deportes y Turismo, o técnicos para temas urbanístic­os, de fiscalizac­ión, hacienda o para participac­ión e igualdad. Suma y sigue, semana tras semana, nos sorprende un nuevo caso, pero lo peor de todo es que parecen sorprendid­os hasta los de Castelló sense Moviment. Es cierto, son personal eventual, es decir, de confianza, pero después de haber criticado tanto este procedimie­nto en legislatur­as pasadas resulta irónico y poco estético que lo usen y defiendan ahora con tanto ahínco. Está claro que mintieron, pero al menos que no digan ahora que son el Gobierno del cambio y que no hagan el paripé de simular procesos abiertos.

Si se tratara de una película de Esteso, resultaría incluso gracioso pero tratándose del Gobierno municipal, no. Mucho menos cuando algunos de los designados a dedo tendrán sueldos que rozan el de Presidente del Gobierno de nuestro país. ¿Y qué demuestra todo esto? Las mochilas de los viejos partidos son demasiado pesadas. Es más importante colocar a los suyos, los que formaban parte de sus listas o ejércitos y no salieron elegidos en las urnas, que las promesas electorale­s. Lamentable­mente, para el bipartito es más importante el interés de sus formacione­s que la palabra dada a los ciudadanos.

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