Trump descubre la complejidad de la relación con Rusia
Su asesor de seguridad nacional Flynn cae por sus contactos con Putin y sus medias verdades El Kremlin pone a prueba a Estados Unidos con el despliegue de un misil de crucero
Menos de un mes después de que comenzara el mandato de Donald Trump, su Gobierno se deshilacha a marchas forzadas, consumido por la incompetencia, las filtraciones internas, la sombra del espionaje y una relación muy elástica con la verdad. Todos esos elementos han quedado al descubierto con la dimisión del consejero de seguridad nacional, Michael Flynn, uno de los hombres más poderosos del organigrama. El exgeneral presentó su renuncia el lunes tras conocerse que engañó al vicepresidente y otros altos cargos sobre los contactos que mantuvo con la embajada rusa antes de que Trump tomara posesión. La Casa Blanca ha dicho que el presidente «había perdido la confianza en él» y le obligó a dimitir.
El presidente busca un sustituto de Flynn, pero el asunto no se va a acabar aquí. Las revelaciones sobre el exgeneral no han hecho más que reavivar las sospechas sobre la atípica y casi incestuosa relación del equipo de Trump con Rusia, un rival geopolítico que parece dispuesto a aprovechar el tumulto en Washington para poner a prueba a la nueva Administración. Ayer se supo que Moscú había desplegado en secreto un nuevo misil de crucero que, según el Pentágono, viola un tratado antimisiles firmado por ambos países en los estertores de la guerra fría. Entre los militares hay preocupación. «Nuestro Gobierno continúa en un estado de increíble agitación», dijo el responsable de las fuerzas especiales, el general Tony Thomas.
El origen de la caída en desgracia de Flynn, que llegó a ser interrogado por el FBI días después de asumir el cargo, está en las conversaciones telefónicas que mantuvo con el embajador Serguéi Kislyak en diciembre. La Administración Obama se preparaba entonces para imponer nuevas sanciones a Rusia tras acusar a Vladímir Putin de haber inter- ferido en las elecciones para beneficiar a Trump y desprestigiar la democracia estadounidense. En pleno día de Navidad, Flynn llamó al embajador para pedirle al Kremlin que no adoptara represalias porque las medidas que preparaba Obama las podría deshacer después Trump.
Esa conversación fue interceptada por la inteligencia estadounidense y filtrada a la prensa. Pero antes de que el pastel se descubriera, Flynn negó reiteradamente al vicepresidente, Mike Pence, y a otros altos cargos que hubiera discutido las sanciones con el embajador ruso. «Desafortunadamente, debido a la rapidez de los acontecimientos, di una información incompleta al vicepresidente y a otros sobre mis llamadas al embajador ruso», explicó Flynn en su carta de dimisión. ADVERTENCIA DE LA FISCAL El embrollo no acaba ahí, porque las medias verdades del exgeneral alertaron a la fiscal general interina, Sally Yates, al corriente de las conversaciones interceptadas por la inteligencia. Antes de que Trump la despidiera por cuestionar la legalidad de su veto migratorio, Yates informó a la Casa Blanca de que Flynn les estaba engañando y, con ello, exponiéndose peligrosamente a un chantaje ruso. Pero no hubo medidas disciplinarias. El presidente se limitó a pedir a sus asesores legales que estudiaran si Flynn había cometido un delito, según ha explicado su portavoz, porque una ley prohíbe a los ciudadanos realizar gestiones diplomáticas. Por entonces, el asesor de seguridad aún no había jurado el cargo.
Trump parece estar desbordado y no ha aportado hasta ahora su versión. Únicamente ha cuestionado la falta de discreción que impera en su Gobierno, aún repleto de antiguos cargos de Obama con escasa simpatía hacia los recién llegados. «La verdadera historia aquí es por qué están saliendo tantas filtraciones ilegales de Washington. ¿También saldrán cuando trate con Corea del Norte?», escribió en Twitter.