Siguiendo los pasos de Orwell
Cuando el escritor luchó contra el fascismo en España, en 1936, llegó a Barcelona en plena guerra civil. A partir de esta experiencia, generará una profunda desconfianza hacia la izquierda radical.
En lugar de tiendas de prêt-à-porter, multinacionales de comida rápida que cubren hoy el centro de Barcelona eran las banderas rojas y negras las que cubrían la ciudad a finales de 1936. Desde el golpe de estado de Franco del 18 de julio, desafiado por el levantamiento de las organizaciones marxistas y anarquistas, la capital catalana era la de la revolución. Las Ramblas, en lugar de turistas arrastrando sus maletas con ruedas, estaban ocupadas por turbas con monos de trabajo azules y pañuelos rojos que portaban fusiles al hombro y entonaban las canciones revolucionarias de los altavoces.
Esta atmósfera febril de entusiasmo llenó a un gran inglés desgarbado que llegó en tren a la estación de Francia el día después de Navidad del año 1936: George Orwell, quien escribió: «Todo esto era extraño y pegadizo. Habían muchas cosas allí que no entendía, y que, de alguna manera, no me gustaban».
Otros personajes conocidos, como Hemingway, eran coincidentes en reconquistar una democracia, la republicana, ensombrecida por las ansias de poder de militares y grupos de extrema derecha, todo ello a costa del sufrimiento de los españoles quienes, todos, fueron afectados por la perdida de seres queridos, la hambruna y las enfermedades.
Los grupos radicales de la izquierda aprovecharon la coyuntura para tener más protagonismo y tratar de convertirse en líderes de la contienda. No es que no pudieran manifestar sus opiniones, pero sí que condujeron a poner a los republicanos moderados en el mismo saco que ellos y eso no fue justo. H
*Secretaría Área de Políticas Sociales y LGTBI PSPV-PSOE Castellón