El Supremo responde a Carles Puigdemont que es un «huido» y no un «exiliado»
▶▶ La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo rechazó ayer la pretensión del expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont y de los exconsejeros Clara Ponsatí y Lluís Puig de que en sus resoluciones se dirigieran a ellos como «procesados ausentes» o «exiliados». En un auto, el alto tribunal les responde que el término «huido» es «adecuado y en absoluto desconsiderado» para referirse a ellos en la situación en la que se encuentran. ▶▶ Para la sala, pues, son «huidos o sustraídos a la acción de la justicia española», aunque admite que, de haber constado indubitadamente si habían sido declarados en rebeldía o no, la expresión técnica conveniente sería «reo ausente» o «declarado rebelde». Por ello, el auto rechaza la alegación que hacían de que el calificativo de «huido» no se ajustaba al Código Ético de Conducta de Jueces y Magistrados. no es una causa justa y la desobediencia no la legitima en modo alguno, afirma Carson, que niega la posibilidad de la más mínima analogía entre la voluntad de romper un Estado y los derechos civiles de los afroamericanos. Fuera de España, cuanto más se escruta al separatismo, más rechazo genera.
Afortunadamente, pese al tono de amenazas de Torra y Puigdemont, no habrá «otoño caliente». A la parroquia independentista, sobre todo a la que vive en la Cataluña interior, le sigue gustando participar en grandes celebraciones como la Diada, ese ritual de marcar territorio y contarse siempre por cuatro, pero políticamente viven en una profunda desorientación. Tras la manifestación, no pasó nada, y la huelga general que se había anunciado para el 3 de octubre ha desaparecido ya del calendario.
Lo cierto es que el procés se
Fuera de España, cuanto más se escruta al separatismo, más rechazo genera
acabó el 27 de octubre pasado con la DUI fallida y la aplicación del artículo 155 de la Constitución. El imaginario unilateral, que fue el motor del separatismo entre el 2012 y el 2017, se dio de bruces con la realidad. En definitiva, todas las afirmaciones que escucharon de sus líderes, empezando por Oriol Junqueras, sobre la inevitabilidad de la secesión eran mentira. Tras el fin del procés, ahora estamos en otra cosa, en una tensión secesionista crónica, muy pesada, que algunos siguen llamando procés pero que no es lo mismo. Dicha tensión ya no se alimenta del sueño unilateral, sino del victimismo sobre los
presos y la exigencia de un referéndum pactado.
El problema que tiene el conjunto del independentismo es la falta de estrategia. Como la amenaza unilateral ya no opera, el otoño caliente se convertirá en una ducha escocesa, pero no contra el Estado sino hacia sus propias bases. Un día escuchan a sus líderes hacer un llamamiento a implementar la república (ducha caliente), y al día siguiente afirmar que solo contemplan un referéndum acordado (ducha fría). Y cuando parece que ERC está más cerca de la vía posibilista que los del PDECat, en el Congreso se intercambian los papeles para al final bloquearse mutuamente. Si la lucha electoral entre republicanos y convergentes impulsó al procés hasta el disparate de la unilateralidad, ahora la constante ducha escocesa puede dejar a sus bases más confundidas todavía. H