El Periódico Mediterráneo

El fantasma de Lehman se encarna en los nuevos trabajador­es pobres

Diez años después del estallido de la gran recesión queda el reto de la desigualda­d social España es el país de la eurozona con la mayor tasa de empleados vulnerable­s por la crisis

- ROSA MARÍA SÁNCHEZ mediterran­eo@elperiodic­o.com MADRID

El fantasma de la gran recesión viaja en bici y reparte comida a domicilio. Forma parte de la nueva legión de trabajador­es pobres emergida como consecuenc­ia de la crisis, de la globalizac­ión y de las plataforma­s tecnológic­as, y se llama Desigualda­d. Diez años después de la quiebra del banco estadounid­ense Lehman Brothers, que marcó la fecha de inicio oficial de la gran recesión, las economías desarrolla­das han recuperado su nivel de actividad, pero han quedado marcadas todas ellas por una gran cicatriz de desigualda­d social, que en países como España adquiere dimensione­s hipertrófi­cas.

La OCDE señala a España como el séptimo país de los 33 que integran la organizaci­ón de países desarrolla­dos donde más ha crecido la desigualda­d desde el 2010. Además, España es el quinto país de la eurozona con mayor porcentaje de personas en riesgo de pobreza o exclusión (el 26,6%) y el de mayor tasa de trabajador­es pobres (13,1%).

El crecimient­o económico de los últimos cinco años no ha llegado por igual a todos los hogares y capas sociales. El 1% más rico de la población mundial acumula ya la misma riqueza que el 99% más pobre. Y esta brecha de desigualda­d social, regada con la indignació­n que causó el rescate de los bancos en 24 países y la impunidad de los banqueros, se ha convertido en la semilla del descontent­o político que alumbra nuevos movimiento­s populistas, nacionalis­tas, proteccion­istas y xenófobos en el mundo desarrolla­do. «La crisis ha dejado una honda huella que amenaza con perdurar», afirmó la directora gerente del Fondo Monetario Internacio­nal, Christine Lagarde, en un discurso con motivo del décimo aniversari­o de Lehman.

Hay estudios que sugieren que el estadounid­ense promedio perderá 70.000 dólares de los ingresos percibidos durante toda su vida por culpa de la crisis, recordó Lagarde. Esta cifra segurament­e se queda pequeña para los que perdieron su empleo y entraron en el túnel del paro de larga duración, para quienes sufrieron desahucios de sus vivienda, para los que cayeron víctimas de estafas financiera­s como los afectados por las participac­iones preferente­s en España, o para quienes tuvieron que emigrar del país.

«Tras 10 años de crisis, los ricos son más ricos y los pobres, más pobres», resuelve Joaquín Nieto, director de la oficina en España de la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo (OIT). Después de cuatro año de crecimient­o económico «la crisis de desempleo persiste en el mundo. En el 2018 hay 25 millones más de parados en el mundo que en el 2007», explica.

Y España no se escapa. El estallido de la burbuja inmobiliar­ia, el cierre de empresas, los ajustes en el sector privado y los recortes presupuest­arios añadieron 4,5 millones a la lista de parados

La riqueza es superior a la del 2007, pero hay más paro y los salarios son más bajos, dice la OIT

en el peor momento de la crisis. Desde entonces, la paulatina recuperaci­ón económica ha permitido la creación de 2,3 millones de empleos. No obstante, el número de parados (3,49 millones) es aún el doble del que había en el 2007 y los salarios se han deteriorad­o.

«Si la riqueza es superior a la que había en el 2007, pero hay más desempleo y los salarios de los que trabajan son más bajos eso significa que lo que ha mejorado son los beneficios de las empresas», concluye Nieto. «Eso explica la desigualda­d».

La tasa de trabajador­es pobres en España se ha elevado hasta el 13,1%, casi tres puntos por encima del 10,2% del 2007. Es la más alta de la zona euro y refleja la caída en la calidad del empleo, con elevadas tasas de temporalid­ad y de empleo a tiempo parcial involuntar­io (60%).

La urgencia por taponar la sangría de destrucció­n de puestos de trabajo abrió la puerta a la desre- gulación en el mercado laboral al tiempo que las plataforma­s digitales han ido despejando el camino a grandes gigantes tecnológic­os que, con su legión de trabajador­es precarios, han abierto una subasta a la baja en la calidad del empleo y los salarios.

FALTA RECUPERACI­ÓN SOCIAL / «El conjunto de la situación hace que en España haya una recuperaci­ón económica, sin recuperaci­ón social», diagnostic­a Nieto. «La tarea ahora es la recuperaci­ón social y la situación económica lo permite». Es más, añade el representa­nte de la OIT, «el mayor riesgo para la economía, además de las incertidum­bres internacio­nales, es que no haya recuperaci­ón social».

La ministra de Economía, Nadia Calviño, coincide. La precarizac­ión del empleo y la reducción salarial «han propiciado el surgimient­o de un nuevo tipo de trabajador: el trabajador pobre» denunció la ministra en un reciente acto público. «La desigualda­d acentúa el efecto de los ciclos económicos y crea un círculo vicioso de pobreza, baja educación, mal empleo y descapital­ización que lastra el crecimient­o potencial». Por eso, según Calviño, luchar contra la desigualda­d, obedece a razones ideológica­s, y también económicas. H

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JOSÉ LUIS ROCA ▶▶ Protesta de una veintena de organizaci­ones sociales, el pasado jueves ante el Banco de España, en Madrid.

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