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Las lluvias anegan la región siria de Idleb, controlada por la oposición y donde malviven más de un millón de personas en tiendas de campaña
«Los campos se han convertido en un lago». Así describe un sirio el estado de los campos de refugiados de la región opositora de Idleb que, tras un temporal de lluvias esta semana, han quedado completamente inundados, dejando a su millón de habitantes completamente a la deriva.
«Me temo lo peor para la gente que vive en los campos. Desde hace meses, el covid está desbocado aquí. Si antes era imposible mantener la distancia... ahora menos. Los hospitales ya están abarrotados de casos», explica Muhammad, que no vive en los campos sino en la ciudad de Idleb.
Como la mayoría de los sirios que son forzados a habitar en tiendas de campaña en el noroeste de Siria, Muhammad es un desplazado por la guerra. Idleb acoge a cerca de tres millones de personas; de ellos, más de la mitad son desplazados de guerra.
La mayoría malviven en los campos, que fueron creados hace un año. En febrero del 2020, el régimen de Damasco, comandado por Bashar al Asad y ayudado por Rusia e Irán, lanzó una ofensiva para reconquistar Idleb, una de las pocas zonas de Siria bajo control opositor. En pocas semanas, conquistaron todo el sur de la región, y los civiles que vivían allí huyeron hacia la frontera turca. Su esperanza era que los turcos abriesen las puertas ante el avance de Asad.
Pero no lo hizo y, así, cerca de un millón de personas se quedó varada en estos nuevos campos de refugiados. En invierno, con la llegada de las lluvias y las bajas temperaturas, se convierten en piscinas de barro.
Pasó el año pasado y vuelve a pasar este: decenas de miles de refugiados lo han perdido todo en el fango. El jueves, los Cascos Blancos, una organización humanitaria siria formada por equipos de rescate, confirmaron la muerte de un niño. Se le cayó un muro de hormigón encima.
Y lo peor está aún por llegar. Los termómetros bajarán a varios grados bajo cero.