Penalti amargo en el 90’ para el Villarreal (2-2)
El guardameta del Granada evita el 3-2 de Alcácer
El Villarreal tuvo a tiro uno de esos dichos que se repiten hasta la saciedad como victoria de penalti en el último minuto, pero Alcácer no tuvo su día, el Granada se llevó un punto y los amarillos dejaron de sumar dos, vitales en esa batalla sin cuartel por una plaza de Liga de Campeones. Una notable versión del Villarreal, ensombrecida por un Granada pujante y ambicioso que dejó una gran imagen y puso de manifiesto el crecimiento que ha experimentado LaLiga puesto de manifiesto por el gran nivel de equipos como Granada y Villarreal. Un empate con el buen sabor de las grandes sensaciones que sigue dejando el Submarino, pero que no se traduce en tres necesarios para no perder comba por la Champions (2-2).
La noche en la Cerámica era gélida, pero el Villarreal le echó leña a la caldera con un ritmo de partido trepidante al que se sumó el Granada. No hubo respiro y el balón corría con una velocidad alta, solo frenada cuando Parejo o Trigueros paraban para busca el pase entre líneas o decidían que tocaba tomarse un respiro. Emery resolvió sus problemas en el carril derecho con ingenio, pero sobre todo con coherencia, tirando del fondo de armario de una plantilla amplia y versátil en recursos.
Mientras el club busca refuerzos para el carril derecho, mermado en número por la salida de Kubo, las molestias de Chukwueze y la lesión de Mario, el técnico reciclaba sus efectivos. Y echó mano de sus comodines para confeccionar un once con Foyth como lateral derecho y Rubén Peña como extremo diestro. El argentino realizaba un nuevo servicio a su equipo en una demarcación menos habitual para él, tras jugar como mediocentro por la baja de Iborra y desenvolverse en la Copa del Rey como central. Además, la baja sensible de Gerard Moreno dejaba un mensaje claro del entrenador, cifrado en que Fer Niño superaba en sus preferencias a Bacca.
DE TÚ A TÚ $ Así se trataron ambos equipos. El Granada salió a jugarle de cara al Villarreal. El partido tenía trazas de fútbol físico, pero conservaba el sabor del talento técnico que rezumaba en ambos bandos. El equipo nazarí fue el primero encontrar la grieta y lo hizo, precisamente, en uno de los puntos mas sólidos del Villarreal. Un balón largo y profundo de Germán a la espalda de Raúl Albiol, que anoche lucía galones de capitán, sorprendiendo a contrapié al central valenciano. Roberto Soldado, examarillo, superó por piernas al experimentado defensa con una carrera que se inició en la raya divisoria de ambos campos y concluyó en el área pequeña batiendo con un sutil y preciso tiro cruzado a Asenjo. Un golazo de delantero de raza como es Soldado.
Golpe bajo o toque de atención para el Villarreal ante el enfado monumental de Emery, que remarcaba con gestos que era una jugada que tenía estudiada; pese a ello, sorprendió a su equipo.
El Villarreal es un corredor de fondo que sabe que el trayecto es largo y no se llega antes por intentar correr mas rápido. El equipo amarillo mantuvo su estilo y su idea. Y para ello posee dos cerebros, dos ideólogos que lo mismo roban un balón desde el fango que exhiben una delicatessen que pone firmes al rival. La conexión Trigueros-Parejo da un toque diferencial al Villarreal. El talaverano es como un radar que no para de sondear a su alrededor y siempre acaba encontrando el hueco para que un compañero conquiste suelo enemigo. Solo ocho minutos después, un balón largo sobre Rubén Peña, vestido anoche de extremo, acabó en otro bello gol, con el abulense erigido en el jugador desequilibrante que vale su peso en oro. Dos recortes a Neva y escondiendo el balón al palo opuesto para batir a un porterazo como
Rui Silva. La réplica llegaba rápida. Y Emery se frotaba las manos, porque su apuesta no solo había funcionado sino que se convertía en un bonus para el Villarreal en ataque. Nadie se acordó de Kubo.
VAR $ La carrera continuaba. Sin prisas y sin pausas, los amarillos continuaban a lo suyo... y el Granada también. Intercambio de golpes que continuó tras el descanso. Dos acciones de VAR para el Villarreal. Unas manos involuntarias, pero despegadas del cuerpo de Domingos, ponían en entredicho el desigual criterio de interpretación. No hubo penalti. Sin embargo, poco después, un derribo de Foulquier a Pedraza sí tenía castigo y Moi adelantaba al Villarreal. El Granada no se fue a la lona. Rápida respuesta con un trallazo de Kenedy que reactivaba la igualdad y mantenía vivo el duelo.
Si una virtud tiene este grupo de Emery, es que apura los partidos al máximo con la ambición de ganar. Y tuvo en sus manos el tópico aquel de triunfo en el último minuto. Un penalti de VAR de Eteki sobre Yeremi parecía definitivo. Pero no lo fue. Alcácer, que acababa de saltar al campo tras varias semanas lesionado, asumió la responsabilidad del lanzamiento... y falló. Un partido brillante, un gran rival y un notable Villarreal, pero dos puntos volaron de La Cerámica que eran importantes en la lucha por la Champions. Pero la pelea continúa.