El Banco Central Europeo ve menos riesgos pese a la nueva ola del virus
Lagarde mantiene por ahora la previsión de crecimiento para el conjunto del año
Sin sorpresas. La tercera ola del coronavirus y las consiguientes medidas de contención estaban previstas por el Banco Central Europeo (BCE) y por eso su consejo de gobierno decidió ayer jueves mantener sin cambios los tipos y sus medidas de lucha contra los efectos económicos de la pandemia. Así lo aseguró su presidenta, Christine Lagarde, quien además afirmó que «los riesgos que rodean las perspectivas de crecimiento de la zona del euro siguen inclinados a la baja, pero son menos pronunciados».
La cúpula de la autoridad monetaria tiene previsto revisar sus previsiones económicas en su reunión de marzo, pero entiende que su estimación de diciembre de un crecimiento del 3,9% este año de la zona euro sigue siendo «ampliamente válida» pese a los nuevos rebrotes de la enfermedad. El organismo cree posible que la actividad cayese en el cuarto trimestre frente al tercero, tras subir en aquel un 12,4%, lo que se dejará sentir también en el primero de 2021. Pero también sigue esperando que luego se produzca una recuperación, particularmente en la segunda mitad del ejercicio.
Lagarde admitió como aspectos negativos el empeoramiento de la situación sanitaria en muchos países y el surgimiento de nuevas variantes del virus. Pero al tiempo destacó más aspectos positivos que han reducido los riesgos de un menor crecimiento: el inicio de las campañas de vacunación, «aunque con algunas dificultades»; el acuerdo entre la Unión Europea y el Reino Unido sobre su relación tras el brexit; el pacto sobre el plan comunitario de reconstrucción NextGenEU, aunque todavía deba ser ratificado; la «clara» recuperación del sector industrial; y la mayoría alcanzada por los demócratas en el Senado de Estados Unidos tras la segunda vuelta de las elecciones en Georgia.
El mercado daba por sentado que el BCE no se iba a mover, ya que aprobó su última batería de medidas extraordinarias para recuperar la economía en diciembre (ampliación de la compra de deuda un 40%, hasta los 1,85 billones, y de su plazo hasta al menos marzo del 2022, así como nuevas inyecciones de liquidez masiva a la banca condicionadas a la concesión de crédito).
El único matiz $ que ha introducido es un mayor énfasis en que dichas adquisiciones de deuda podrían no agotarse si las condiciones de financiación de los Estados, las empresas y las familias son favorables sin necesidad de las mismas, pero también podrían ampliarse si se considera necesario.
Pese a que ya lo había anunciado en diciembre, Lagarde tuvo que aclarar que no se trata de un endurecimiento de facto de la política monetaria. «El consejo de gobierno sigue estando preparado para ajustar todos sus instrumentos de la forma adecuada», afirmó antes de asegurar que «ninguna opción está fuera de la mesa».
Su mensaje fue el esperado por los analistas. «El BCE continúa en piloto automático y, a falta de un apocalipsis zombi, no esperamos ninguna decisión importante de su política monetaria durante el primer semestre del año», acertó a resumir Pimco. El mercado espera más novedades a partir de septiembre, cuando el organismo culmine su revisión estratégica con un nuevo objetivo de inflación y se pronuncie sobre qué hará con las compras de deuda a partir de marzo del año que viene.
=
previo a través de programas operativos como en el caso del FEDER.
La titular describió el funcionamiento del MRR, cuyos retornos estarán basados en el cumplimiento de hitos y objetivos para las reformas y las inversiones que la Comisión apruebe. En este sentido, recordó que el reparto de los fondos se fija a través de estas políticas palanca y no por territorios y, por tanto, serán las conferencias sectoriales las encargadas de establecer el reparto.
Así, por ejemplo, la Agenda Urbana y Rural y lucha contra la despoblación, se llevará un 19% del total; las infraestructuras y ecosistemas resilientes, un 14%; la Transición Energética, un 10%; la modernización de las administraciones públicas, un 6%; la modernización y digitalización del tejido industrial y de pymes, recuperación del turismo e impulso a una España emprendedora, un 22%, o un pacto por la ciencia y la innovación, un 8%.
=