Biden ataca milicias iranís en Siria en su primera operación exterior
El presidente ordena el bombardeo, que causa 22 muertos, como respuesta al asalto a una base El informe de la CIA confirma que el príncipe saudí aprobó el asesinato de Jamal Khashoggi
En la primera operación militar conocida de Joe Biden como presidente, Estados Unidos llevó a cabo este jueves un ataque aéreo en Siria contra objetivos vinculados a Kataib Hezbollah y Kataib Sayyid al-Shuhada, milicias apoyadas por Irán. Fue, según la explicación del Pentágono, una «respuesta militar proporcionada» al reciente ataque, el 15 de febrero, a una de las bases estadounidenses en el aeropuerto de Erbil, en Irak. En ese asalto falleció un contratista y hubo nueve heridos, incluyendo un soldado estadounidense. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, el jueves murieron 22 personas, todos ellos combatientes de las milicias, según la oenegé.
Con la acción militar en Siria se pretende lanzar «un mensaje inequívoco», en palabras del portavoz de Defensa, John Kirby, de que «el presidente Biden protegerá a personal americano y de la coalición» que combate en la región contra el Estado Islámico (EI). Es claramente también un mensaje de determinación a Irán, porque el presidente de EEUU ha tendido la mano para reiniciar las negociaciones del pacto nuclear multilateral que rompió Donald Trump, pero también ha recriminado a Teherán sus «actividades desestabilizadoras en la región».
Irán no es el único frente que tiene abierto Biden en la región más conflictiva del mundo. Ayer, el esperado informe de la CIA confirmó que el príncipe heredero de Arabia Saudí –país enemigo de Irán y aliado de EEUU– aprobó el asesinato, en el 2018, del periodista Jamal Khashoggi, una muerte que conmocionó el mundo.
Según fuentes de la Administración estadounidense, Biden dio vía libre al más pequeño de los planes que le presentaron como opciones los militares. Se usaron seis o siete bombas guiadas de precisión para atacar tres camiones con armas e instalaciones usadas por las milicias en un punto de cruce fronterizo entre Siria e Irak. La operación, siempre según el Pentágono, también representa una «acción deliberada que pretende desescalar la tensa situación en el este de Siria e Irak», pero no es leída igual en todas partes.
Ayer, Siria denunció, a través de un comunicado de su Ministerio de Asuntos Exteriores, la «agresión» como «una indicación negativa de las políticas de la nueva Administración estadounidense, que supuestamente deben seguir la legitimidad internacional, no la ley de la jungla que la administración anterior empleó para lidiar con crisis regionales e internacionales en todo el mundo».
RUSIA E ISRAEL También desde Rusia, que desde el 2015 tiene desplegadas tropas en Siria en apoyo al régimen de Bashar al-Assad, se condenó «firmemente» el ataque y se pidió «respeto a la soberanía e integridad territorial de Siria». En una rueda de prensa, Sergei Lavrov, ministro de Exteriores, denunció también que Washington dio a Moscú solamente «cuatro o cinco minutos» de aviso, un tiempo «sin valor» para evitar conflictos en el espacio aéreo entre sus aviones militares y los estadounidenses.
No se sabe con cuánto tiempo de antelación EEUU informó a Israel, pero lo hizo, según confirmaron a Axios cargos israelís, que también explicaron que el país había trasladado su preocupación al Gobierno de Biden por «crecientes provocaciones de Irán y sus grupos satélites en Yemen e Irak» y ahora muestran satisfacción por la acción militar del jueves.
Ese mismo día Biden habló también por teléfono con el rey Salman de Arabia Saudí. Según el resumen de la conversación que publicó la Casa Blanca, el presidente demócrata mostró «el compromiso de EEUU de ayudar a Arabia Saudí a defender su territorio conforme enfrenta ataques de grupos alineados con Irán».
La conversación tuvo lugar un día antes de la esperada desclasificación, ayer, del informe de la CIA_que responsabiliza a Bin Salman de la muerte de Khashoggi. Según el informe, el príncipe aprobó y posiblemente ordenó la muerte del periodista de The Washington Post, a quien veía como «una amenaza para el reino».