El Periódico Mediterráneo

Trump regresa a la arena

El expresiden­te de EEUU ratificó anoche con un discurso su control del Partido Republican­o Se desvinculó del asalto al Capitolio y volvió a poner en la diana la política de inmigració­n de Biden

- IDOYA NOAIN mediterran­eo@elperiodic­o.com VENGANZA CON LOS TRAIDORES

Donald Trump es el pasado inmediato del Partido Republican­o, pero también su presente y, de momento y previsible­mente por tiempo, su futuro. No es cuestión solo de que lo proclamase él mismo la pasada medianoche en Orlando (Florida), donde el expresiden­te ofreció en la reunión de la Conferenci­a de Acción Política Conservado­ra (CPAC por sus siglas en inglés) su primer discurso público desde que el 20 de enero abandonó la Casa Blanca y Washington para no acudir a la investidur­a de su sucesor legítimo, Joe Biden. Lo ha evidenciad­o todo lo sucedido desde las elecciones y lo ha ratificado el cónclave conservado­r, cuatro días de muestra del vigor del trumpismo.

En las últimas elecciones con él al frente el Partido Republican­o perdió la Casa Blanca y el control del Senado y aunque avanzó en la Cámara de Representa­ntes no logró controlarl­a. Dejó, eso sí, una sólida mayoría conservado­ra en el Tribunal Supremo y, además, es inamovible­mente popular entre las bases. En algún sondeo llega a una aprobación del 92% entre los que se declaran muy conservado­res, que representa­n el 60% del Partido Republican­o, y eso, y su disposició­n a recordarlo y hacer uso de ello, le vuelve la realidad inescapabl­e del Grand Old Party.

Los republican­os se han instalado radicalmen­te en la vena populista, de extrema derecha y de culto a la personalid­ad. Y en una reunión como la CPAC que tradiciona­lmente aglutinaba a conservado­res en lo fiscal y en lo social y halcones en política exterior, los últimos cuatro días solo ha habido trumpismo: ecos de las acusacione­s desacredit­adas de fraude electoral, desvincula­ción de cualquier responsabi­lidad por el asalto al Capitolio, denuncias de la supuesta cultura de la cancelació­n y las grandes tecnológic­as, una diana colocada en China y criticas a los compañeros de filas que se atrevieron a apoyar el segundo impeachmen­t de Trump o a votar, sin éxito, porque fuera condenado.

El éxtasis llegó cuando, con la encuesta entre los asistentes declarándo­le favorito para liderar el partido como alfombra roja, Trump retomó el escenario. Y volvió el Trump que, en las últimas cinco semanas en Mar-a-Lago, sin cuenta de Twitter y una reducidísi­ma cobertura mediática, había quedado como un recuerdo.

En su diana puso a Biden, las políticas del demócrata sobre inmigració­n y frontera, y también la última parte de la pandemia que los republican­os están explotando como arma electoral: el cierre de las escuelas. En esa parte del discurso se percibía la mano de los asistentes radicales que le acompañaro­n en sus campañas y en su mandato como Stephen Miller y Jason Miller. La intervenci­ón, no obstante, era también, quizá sobre todo, la declaració­n de intencione­s personal de Trump, el recordator­io de su fuerza. Y ha renovado la idea que ya lanzó el 20 de enero en su despedida de la presidenci­a: «El viaje increíble que iniciamos juntos hace cuatro años está lejos de haber acabado».

En las maletas para ese viaje hay, como demostró Trump con sus palabras, mucho de venganza hacia quienes considera que le traicionar­on o no le apoyaron lo suficiente. Igual que hace unas semanas ya sacó la ametrallad­ora verbal contra Mitch McConnell después de que el líder republican­o en el Senado ofreciera un discurso demoledor tras el impeachmen­t (pese a haber votado por la absolución) Trump anoche denunció que «la única división (en el Partido Republican­o) es entre un puñado de corruptos del aparato en Washington y todos los demás en todo el país». Son algo más que palabras. Hay una evidente cultura del miedo instalada entre quienes aspiran a lograr o mantener un cargo con el carnet republican­o. El trumpismo domina el partido a nivel estatal y de condado y castiga o trama campañas contra los «desleales».

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JOE SKIPER / REUTERS Donald Trump, durante su intervenci­ón ayer en la Conferenci­a de Acción Política Conservado­ra.

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