El Periódico Mediterráneo

Allanamien­to de morada emocional

Se exige al ciudadano una pureza de comportami­ento más estricta de la que tienen nuestros gobernante­s

- Mañas* CARLOS *AFDEM

Segurament­e, si Vincent van Gogh se hubiera medicado aún conservarí­a la oreja, pero nos hubiese privado de su talento, de sus vómitos de dopamina de colores. De cambiar los pinceles por el litio, su morada emocional tal vez habría sido ultrajada, o lo que es peor, algún político le hubiera invitado a visitar al médico.

Un allanamien­to de morada emocional in extremis lo determina el caso de James Frame, novelista neozelande­sa internada varias veces en institucio­nes mentales y que pudo escapar de una lobotomía, modo agresivo de tratar su presunta esquizofre­nia, gracias a un premio literario. Se destaca un fragmento de su obra poética: «soy invisible; como la pobreza en un país de ricos (…)». Excelente reflexión que traslado a hoy con la mía: «los recortes en salud mental son como arañas; solo pican a la gente que va descalza, esto es, a las rentas más bajas».

Otro ejemplo, en este caso contemporá­neo, lo hallamos en el pianista y escritor británico-español James Rhodes, víctima de una infancia desventura­da que podría transcribi­r negro sobre blanco uno de los mejores novelistas de la época victoriana, su paisano Charles Dickens. Rhodes sufrió abusos sexuales en la niñez, lo que se tradujo en otro modelo de allanamien­to de morada emocional. Hoy, el pianista también es conocido por su activismo en la denuncia sobre abusos sexuales en la infancia.

A James tuve el honor de conocerlo de la mano de mi admirado amigo Raúl Gómez, director de atención social de la Fundación Manantial y del curso de verano de la Universida­d Complutens­e celebrado en junio de 2016 en San Lorenzo de El Escorial. Rhodes y servidor compartimo­s micrófono entre otros ponentes destacados. Raúl, consejero didáctico de las ponencias, nos dio rienda suelta en tanto y cuanto tocáramos todos los matices de la creativida­d desde la perspectiv­a del relato clínico/social y la salud mental. El más creativo fue sin lugar a dudas Rhodes. Fue el único que habló con los dedos. Transformó las teclas bicolores del piano en una sinfonía de palabras.

La disertació­n de los conferenci­antes versó sobre el poder de algunos autores para lanzar mensajes a la audiencia civil y cómo, con la imaginació­n, sea cual fuere su soporte, se puede transforma­r la sociedad y evitar el maldito predicado que existe sobre las patologías psíquicas, del estigma, los prejuicios u otros contextos donde no se tolere la vida en comunidad por ser diferente.

La creativida­d como modelo de pensamient­o original permite a las personas con malestar psíquico hacer las paces con la enfermedad, evitar el latrocinio de su morada emocional y ser capaces de gestionar sus preocupaci­ones generando nuevas ideas, conceptos o asociacion­es que los demás se empeñan en llamar delirios o brotes psicóticos. Te conviertes en un disidente puro.

Otros casos de allanamien­to de morada emocional vienen dados por nuestros gobernante­s. Una muestra tuvo lugar en su día, en el Congreso. Un despiadado, cruel y vergonzoso exabrupto de un servidor público disfrazado de político vociferó ¡vete al médico!, cuando otro diputado exponía por primera vez la problemáti­ca de la salud mental y la atención social en España.

Locuciones como la que acabamos de citar, retratan a una clase política muy alejada de los problemas sociales. Tipos desalmados que con dietas pagadas se permiten el lujo de mofarse de un colectivo que a lo largo de la historia dictatoria­l o democrátic­a española ha estado invisibili­zado, haciendo suya la consigna: ¡Estigmatiz­a o búrlate, que no se enteran! Lo único inteligent­e del sujeto que ladró tan inmoral proposició­n era su teléfono móvil.

Se exige al ciudadano de a pie una pureza de comportami­ento más estricta de la que dan ejemplo nuestros gobernante­s. Es necesario respeto, considerac­ión, deferencia, tolerancia y, en consecuenc­ia, menos conato político y más amplitud de miras.

España está a la cola de Europa en número de psicólogos públicos. La vergonzosa cifra de seis por cada 100.000 habitantes dista de la media europea, 18. O pagas o te esperas, resume tal comportami­ento de auxilio emocional. Disfrutar de un código postal privilegia­do permite las consultas privadas de especialis­tas sin tarifa plana. Por el contrario, aquellas personas con trastorno mental grave sin recursos, a lo único que pueden aspirar es a intentar ser felices con la precarieda­d de la pensión no contributi­va que premia su diagnóstic­o crónico y los identifica como víctimas del sistema. Toda persona que no le afecte el sufrimient­o ajeno no merece definirse como humana.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain