El nuevo hombre fuerte de Cuba
Miguel Díaz-Canel, de 60 años y a cargo de la presidencia de Cuba desde el 19 de abril del 2018, quedará al frente de todas las decisiones tras la marcha de RaúlCastro. Si algo sabe este ingeniero nacido en 1960 es que su mandato se asemejará al de un equilibrista. Si hubo décadas de «fidelismo» y, más tarde, un «raulismo» descafeinado, ya no habrá espacio para un «canelismo». Solo quedará una transición con un rumbo más que incierto.
Hijo de una maestra de escuela y un trabajador de la industria cervecera, al graduarse en la universidad, en 1982, se incorporó a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Pasar por las filas del Ejército era una condición casi indispensable para convertirse luego en un dirigente de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). En el año 1994, y bajo los rigores del llamado «Período especial», en una Cuba sin energía eléctrica ni provisiones, llegó a la dirección del partido en su provincia de Villa Clara, situada en la región central de Cuba.
En el 2009, ya con Raúl como sustituto de facto de su hermano, fue designado ministro de Educación. Tres años después reemplazó a José Ramón Fernández, el Gallego, uno de los históricos del castrismo, como vicepresidente del Consejo de Ministros.
Cuando Castro lo señaló como su sucesor en la presidencia, no dejó de recordar que el viejo general mantendría el liderazgo en las «decisiones para el presente y futuro de la nación» como principal autoridad del PCC. Ese tiempo ya pasó. Pocos meses después de su nombramiento como presidente abrió una cuenta en Twitter. Todo parecía indicar algo más que un cambio de formas. Su límite es siempre la defensa a libro cerrado de los pilares de la revolución.
Creció a la sombra de los Castro y fue ministro de Educación durante tres años