La violencia entre árabes y judíos prende en las ciudades mixtas
El Gobierno israelí trata sin éxito de sofocar unos disturbios sin precedentes entre vecinos Los linchamientos se suceden y muchas familias palestinas han amanecido con sus casas marcadas
La violencia que Israel lanza desde los cielos sobre Gaza ahora se ha instalado en sus calles de las ciudades mixtas en las que conviven árabes y judíos. Los enfrentamientos entre vecinos solo sorprenden al sector judío de la población que lleva décadas ignorando a los árabes. Ellos, desde la acera de enfrente, están hartos. «Lo que está ocurriendo es el resultado de años de opresión, pobreza y gobernantes violentos hacia los palestinos dentro de Israel», denuncia Sama Falasteen. Esta veinteañera de Nazaret no se llama Salma Faleste, este no es su verdadero nombre, prefiere inventarse uno nuevo. «Pueden arrestarme», dice. Sama vive en Tel Aviv. Allí ha estudiado toda su carrera y es donde trabaja. Pero su familia, los Falesteen, son de la norteña Nazaret, la ciudad árabe más grande de Israel. «Tuve que huir de Tel Aviv y resguardarme en casa de mi familia», relata a este diario, «ahora cualquier lugar es muy inseguro».
Alrededor del 21% de la población de Israel es árabe. Casi dos millones de israelís son descendientes de palestinos que durante la guerra de 1948 que marcó la creación del Estado de Israel no abandonaron sus hogares. Sama es una de ellas, y en Nazaret son la mayoría. Allí es donde el arcángel Gabriel anunció a María que iba a tener un hijo. «Tampoco aquí alcanzan las bombas», explica sobre los cohetes lanzados por Hamás desde la Franja de Gaza.
«SITUACIÓN NUNCA VISTA» «La situación en Tel Aviv era muy aterradora por las bombas pero también por todos los ciudadanos judíos atacando a cada árabe que ven», rememora. Desde el lunes se han sucedido una serie de hechos que han llevado a Israel a un conflicto jamás previsto. «Estamos viendo una situación en las ciudades mixtas que nunca antes habíamos visto, incluidos los incidentes de octubre de 2000», los primeros días de la segunda intifada, reconoce el comisionado de la Policía Nacional, Kobi Shabtai.
Una sinagoga en llamas, vehículos calcinados, marcas en las puertas de los hogares árabes son el símbolo de la tensión que puebla estas ciudades. En Lod, emblema durante años de la convivencia entre los ciudadanos judíos y palestinos de Israel, quienes fueran vecinos protagonizan los mayores disturbios de los últimos días. Solo en esta urbe 270 personas han sido detenidas. «Los palestinos dentro del Estado de Israel se manifestaron contra la decisión brutal e inhumana de desalojar a las familias palestinas de Jerusalén Este y todo lo que vino después», apunta la joven Falasteen.
En las últimas décadas la llegada de grupos de extremistas judíos a las ciudades mixtas ha acabado de agrietar una convivencia beneficiosa para un solo bando. «Los judíos que están participando en los violentos disturbios contra los árabes siempre han sido racistas y estaban esperando el momento adecuado para actuar en consecuencia», denuncia Falasteen.
En Lod, la mecha prendió tras el tiroteo de Musa Hasuna, un padre de familia palestino de Israel, a manos de ciudadanos judíos. Durante su entierro, el desconsuelo mutó en cólera. Se lanzaron piedras y cócteles molotov y se quemaron vehículos. Netanyahu declaró el «estado de emergencia». A su vez, el presidente Reuven Rivlin denunció el «pogromo» perpetrado por «una muchedumbre árabe sedienta de sangre» . Los incendios en sinagogas y escuelas judías han sido los peores augurios.
«Hay muchas armas entre la población civil y las fuerzas de seguridad; si se usan, el resultado será devastador», alerta la joven. Muchas familias palestinas se han despertado con marcas en sus puertas realizadas por extremistas judíos.
Mientras parte de Israel asiste atónito al odio que habita en su seno, el Gobierno saca su artillería para contenerlo. El primer ministro está considerando el despliegue de tropas militares para sofocar la violencia. Incluso prevé usar detenciones administrativas, esa técnica para arrestar a personas sin juicio, muy conocida por la población cisjordana. En la opresión y en la revuelta los palestinos se arman de solidaridad desde el río Jordán hasta el Mediterráneo.