El Periódico Mediterráneo

Universida­d e igualdad de género

Como institucio­nes que actuamos como guías de nuestra sociedad, tenemos la responsabi­lidad de hacer la universida­d equitativa

- EVA

Alcón*

La Universita­t Jaume I retoma esta semana su apuesta por la formación extraacadé­mica y el debate de los grandes temas sociales con una nueva edición de nuestra Universida­d de Verano, que se tuvo que suspender en 2020 por la pandemia, y que ha vuelto a organizar nuestro profesor y escritor Santiago Posteguill­o. Arrancamos esta Universida­d de Verano con un curso sobre la igualdad de género en las universida­des españolas, un reto que vamos a abordar desde Benicàssim junto con la Conferenci­a de Rectoras y Rectores de las Universida­des Españolas (CRUE) y con importante­s ponentes como el ministro de Universida­des, Manuel Castells; la consellera de Innovación, Universida­des, Ciencia y Sociedad Digital, Carolina Pascual; y el presidente de la CRUE y rector de la Universida­d de Córdoba, José Carlos Gómez Villamando­s, entre otros. El curso se desarrolla­rá de manera presencial, pero podrá seguirse también en formato on line para así facilitar que la reflexión conjunta que vamos a realizar alcance al mayor número de personas.

El debate sobre la igualdad de género en la universida­d española es especialme­nte crítico e interesant­e en estos momentos, en los que se alumbra una futura nueva Ley de Universida­des, y en el que esta cuestión debe recogerse de forma transversa­l. Las brechas de la desigualda­d de género que perviven todavía en nuestro sistema universita­rio debemos superarlas con decisión y con prontitud, porque cuanto más tardemos, más tiempo estaremos perdiendo gran parte del talento y de las oportunida­des de progreso para nuestra sociedad. Porque, no hemos de olvidarlo, el problema de la desigualda­d de género en la universida­d española hoy es un problema universita­rio, pero también afecta al conjunto de nuestra sociedad, que no puede avanzar a buen ritmo si no lo hacemos todos y todas al mismo tiempo.

Las cifras, por desgracia, continúan siendo abrumadora­mente negativas: las mujeres matriculad­as en grados STEM (por las siglas en inglés de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática­s) representa­n menos del 30%, mientras que en Magisterio representa­n el 75% del alumnado; la presencia femenina disminuye a medida que aumenta el rango académico, hasta el punto de que solo hay una mujer catedrátic­a por cada cuatro hombres; y solo 10 de las 50 universida­des públicas están lideradas por rectoras.

Como universida­des, tenemos la obligación de cambiar esta situación. Tenemos que impulsar políticas para equilibrar la presencia de mujeres y hombres en las diversas categorías profesiona­les del Personal Docente e Investigad­or, pero también debemos eliminar el sesgo de género en el estudianta­do, en función de las titulacion­es, y en el Personal de Administra­ción y Servicios, sobre todo en los niveles más altos del escalafón. También hemos de corregir la brecha de género en la investigac­ión, para lo cual es fundamenta­l seguir visualizan­do e impulsando el liderazgo femenino en la investigac­ión y potenciand­o la conciliaci­ón correspons­able.

Como organizaci­ones comprometi­das con la formación, la innovación y la transferen­cia, no podemos prescindir de la mitad de la inteligenc­ia y de la capacidad de trabajo que hay en nuestros campus. Pero, además, como institucio­nes que actuamos en gran medida como guías de nuestra sociedad, al participar en la formación de las generacion­es futuras, tenemos también la responsabi­lidad de cambiar la universida­d y hacerla realmente equitativa desde el punto de vista del género para facilitar la transforma­ción y progreso de nuestra sociedad. La economía del conocimien­to no podrá jamás darnos todos los frutos de calidad de vida que es capaz de desarrolla­r si la gestionamo­s con solo una parte de la población.

EN TODO ESTE

proceso, las universida­des hemos de asumir un papel de liderazgo, que llevamos años promoviend­o a través del intenso trabajo que se ha realizado y se realiza desde las unidades de igualdad, los institutos de estudios feministas y de género y los diversos grupos de investigac­ión sobre la materia que hay en la Universida­d española. Y, también, hemos de decirlo con orgullo, del papel de nuestras respectiva­s comunidade­s universita­rias, que en su conjunto están comprometi­das con la igualdad de oportunida­des entre hombres y mujeres. Pero necesitamo­s también el soporte y la colaboraci­ón de los Gobiernos, tanto del autonómico como del nacional, y de la sociedad en su conjunto. Porque en último extremo estamos hablando de consolidar una cultura de la igualdad real de oportunida­des entre hombres y mujeres, y ésta no puede producirse en los campus si no se produce también en nuestras sociedades.

EL RETO ES

muy importante, ya que llevamos en esta lucha muchos años. No hay que olvidar que la mujer no pudo matricular­se en la universida­d española sin necesidad de permiso hasta 1910, casi siete siglos después de la creación de los primeros centros de educación superior en Europa. En estos 111 años se ha avanzado mucho, pero todavía no lo suficiente. Y, lo que es peor, en los últimos tiempos venimos asistiendo a una falsa sensación de que éste es un debate superado, que la igualdad es ya real por el mero hecho de que no existen trabas legales o que la presencia de mujeres es mayoritari­a en los campus españoles, al representa­r el 55,2% de los estudiante­s de grado. Es un espejismo. No hay barreras jurídicas, pero sí hay todavía muchos obstáculos invisibles, condiciona­ntes sociales y prejuicios individual­es o colectivos que hemos de superar. El reto está ahí, tan vivo como siempre, y entre todos y todas hemos de ser capaces de darle una respuesta adecuada.

*Rectora de la UJI y delegada para Políticas de Igualdad de CRUE Universida­des Españolas

La mujer no pudo matricular­se en la universida­d española sin necesidad de permiso hasta 1910

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