El Periódico Mediterráneo

«Los gitanos estamos lejos del sistema y eso nos da felicidad»

ROSARIO FLORES Presenta su nuevo disco ‘Te lo digo todo y no te digo na’

- JORDI BIANCIOTTO

La cantante redobla su apuesta gypsy-funky en su nuevo álbum, el primero en cinco años y con el que está girando todo este verano.

– A veces parece que ya no hace falta que los artistas saquen discos porque la gente quiere oírlos cantando sus éxitos de siempre?

– Yo soy de una generación a la que le gustan los discos, y aunque el ritmo de la música ha cambiado muchísimo, mi público también es así. Me gusta entregar material nuevo y renovarme un poco, como aquí al trabajar con Juan Magán o Amparo (Sánchez, Amparanoia). Estas canciones han salido de mí, aunque algunas las he terminado yo y en otras me he bloqueado y me ha ayudado a terminarla­s gente creativa que está a mi lado.

– ¿Qué mensaje entraña ese título del álbum, tan ambivalent­e?

—Es una frase muy andaluza y muy española. Es decir que estoy aquí, soy Rosario, ya te lo he dicho todo, pero tampoco pienses que soy la bomba y no me exijas demasiado. Un poco de humildad, sí, y de energía para dar las gracias y transmitir alegría al asunto.

—En Oye primo, dueto con Juan Magán, parece defender la rumba ante la invasión del reguetón.

—Ahí digo «la rumba no es lo que era» y que hay que ver cómo estamos. Le doy un poco de caña al tema, porque la rumba catalana puede ser universal y moderna, y ya está bien de tanto reguetón. Tiene esa electrónic­a calentita que hace Juan, como en otros temas donde hay programaci­ones que nunca había hecho.

– La rumba catalana viene de cuna.

—La respiré en casa. Mía mama, una de mis canciones de más éxito, era de mi tío Juan, y Marcha marcha es de Ramonet. Cuando venía Navidad, ellos las cantaban. He cogido muchas rumbas de mi familia, pedazos de artistas del barrio de Gràcia de Barcelona. Ya quedan poquitos: el Chango se murió hace poco, y Ramonet. Pero vienen nuevas generacion­es, como Yumitus.

– Peret decía «la rumba soy yo».

– El primero fue mi padre. Aunque fuera solamente por la edad, porque era mayor que Peret. Papá y él siempre tuvieron esa rivalidad. Yo eso no te lo puedo probar, pero toda la vida he oído en casa que quien inventó eso, quien llevó los boleros a la rumba, fue mi padre, que viajaba con mi madre por Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo y Costa Rica, y escuchaba todos los boleros. Creo que él fue el primero que escuchó a Armando Manzanero y lo pasó a la rumba. Escuchó a Compay Segundo e hizo Sarandonga.

– ¿Cómo se renueva sin que parezca algo forzado u oportunist­a?

—Me interesan mucho las nuevas generacion­es, lo nuevo. C. Tangana me llamó para pedirme permiso para coger el estribillo de Cómo

quieres que te quiera y me encantó que se interesara por lo mío. Me interesa todo lo que yo pueda coger de la juventud y que suene verdadero, porque nunca haré nada en lo que no crea o que no sienta.

– La balada Tienes que vivir tiene un trasfondo delicado.

—Se la dediqué a Antonio Carmona, que estuvo muy malo, dos semanas en coma. Lo vi entubado y me fui a casa a coger la guitarra. Y es que, con la pandemia, si puedes aliviar a una persona... La música es medicina.

– De dónde sale esa letra inédita de Manolo Tena, Como si nada?

—Fernando Illán me la mostró y vi ahí esos «versos de fuego, versos de nieve». Pensé: ‘Manolo, me lo estás mandando desde el cielo’. Fue muy amigo mío. Hizo la letra de De ley y otras. Era de mi generación: ahí estaban también mi hermano Antonio, y Antonio Vega…

– Es más evasivo y menos místico que el anterior, Gloria a ti (2015).

— Gloria a ti era más pesado. Este lo veo más fresco, energía positiva.

– ¿También es un disco contra el ruido y las trincheras políticas?

—No me gusta hablar de política porque no entiendo ni tengo la informació­n para hablar con seguridad. Los flamencos gitanos no tenemos política: tenemos el amor y la música. Creo que nunca te debes decantar. Debemos ser libres y la música debe ser limpia.

– ¿Ve ahí un código gitano?

—Los gitanos estamos un poco lejos del sistema y eso nos da mucha felicidad. También carencias, aunque ahora ya sí que hay gitanos médicos, y enfermeros, y eso me encanta, porque tenemos unos dones maravillos­os. Pero nuestra filosofía es la libertad.

—¿Se siente fuera del sistema?

—Mis padres me educaron en un mundo abstracto donde con un tomate, una guitarra, el sol y una hoguera ya somos felices. El mundo de la materia, del dinero, todo eso es secundario para nosotros.

– En sus conciertos suele evocar a sus padres y a su hermano.

—Formo parte de ellos y ellos viven en mí. No me puedo olvidar de quién soy, de la sangre que llevo dentro, de la piel, los ojos, el pelo. Llevo todos sus dones, su creativida­d. Mi madre y mi hermano están muy presente en internet.

– El anuncio de cerveza con la imagen de su madre es atrevido.

—Lo pensé mucho con mi hermana. Yo creo que a mí madre le habría gustado, porque habla de su acento, de lo importante­s que son las raíces de cada uno. Cruzcampo tenía mucho interés en mamá y yo no lo vi mal. Ella sigue estando viva. Es un icono universal.

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JOAN CORTADELLA­S Rosario Flores, hace unos días en Barcelona.

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