Las derechas pierden fuelle en la reedición de la protesta de Colón
Contra los indultos del Gobierno de Sánchez
Pedro Sánchez ya puede enfilar directo hacia los indultos. Con dos activos ya en su mochila: un deslucido Colón 2, que evidenció la división de las derechas y su escasa capacidad de movilización un caluroso domingo de junio en Madrid, y la victoria –probablemente ya la definitiva– sobre su eterna rival, Susana Díaz. La expresidenta de la Junta fue literalmente arrasada por el candidato aupado por Ferraz, Juan Espadas, alcalde de Sevilla. Un 38,76% frente a un abrumador 55,05%. Un castigo aún mayor al que le infligió el propio Sánchez en 2017. No hará falta ni una segunda vuelta. La derrota de la secretaria general del PSOE-A no tiene paliativos y su futuro es más que negro.
El escrutinio concedió desde el principio la ventaja a Espadas, pero durante el día su triunfo no se veía tan claro porque los de Díaz habían jugado a inflar las expectativas, pero finalmente el regidor se impuso en todas las provincias, menos Córdoba, Málaga –con un resultado muy apretado– y Almería, en las que ella venció.
La incertidumbre que planeaba sobre las primarias del PSOE-A se convirtió en la peor muesca para un Sánchez que, sin embargo, no tropezó con la foto de Colón. En la Moncloa ya advertían de que no les preocupaba «nada» la concentración de la derecha contra los indultos, que quien se examinaba en realidad era la derecha. Y, a su juicio, PP, Ciudadanos y Vox patinaron. Porque se visualizó su desunión y porque, objetivamente, perdieron fuelle respecto a la primera convocatoria, la del 10 de febrero de 2019. 25.000 personas este 13-J, según la Delegación del Gobierno en Madrid, por los 45.000 que computó la misma fuente dos años atrás. La Policía Municipal de la capital elevó la cifra hasta los 126.000 asistentes, en todo caso por debajo de los 200.000 que contaron los organizadores en 2019. En esta ocasión, no hubo foto de los líderes de PP, Cs y Vox. Ni tuvieron oportunidad de cruzarse porque cada delegación citó a los medios en tres puntos separados del entorno de Colón y se mantuvieron en sus zonas. La ultraderecha no objetaba a esa imagen conjunta, pero sí Pablo Casado e Inés Arrimadas, temerosos de que los de Santiago Abascal capitalizasen la protesta. Vox copaba los puestos más visibles, se plantó en el centro de la plaza y llevó allí a su plana mayor, mientras que Casado, rezagado en Génova, no pudo contar más que con un presidente autonómico de su partido: Isabel Díaz Ayuso. De nuevo, eclipsó a su jefe de filas. La dirigente madrileña, aclamada por los asistentes –Casado fue increpado, igual que Arrimadas–, se atrevió a dar un paso más allá que Génova, al situar a Felipe VI en el centro del debate: «¿Qué va a hacer el Rey de España a partir de ahora? ¿Va a firmar esos indultos? ¿Le van a hacer cómplice de esto?». Hasta Cs reprochó a la presidenta en funciones que buscara «señalar» al jefe del Estado.
En los discursos, liderados por Rosa Díez, fundadora de Unión 78, la plataforma convocante de la concentración, los must de todas las protestas de la derecha contra Sánchez: que el Gobierno «cede» ante los independentistas por un «puñado de votos», que tras esta manifestación vendrán muchas más, que se vende España, que el Ejecutivo trata de «pervertir» la democracia y «premiar a los enemigos declarados de la nación». Todo ello revestido de gritos pidiendo la dimisión del presidente.
El PSOE se afanó en promover la etiqueta #PorElReencuentro, en sintonía con el despliegue argumental de Sánchez en estas semanas. Colón es la «foto de la impotencia de no haber aceptado el PP la llegada del PSOE al poder», señaló la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, quien confirmó
El jefe del Ejecutivo logra batir a Susana Díaz en las primarias andaluzas al imponerse el alcalde de Sevilla
que los indultos «llegarán pronto» al Consejo de Ministros. La dirigente era quien más había azuzado en los últimos días a populares y naranjas para que fueran «valientes» y se fotografiaran junto a Vox si tan cómodos se sentían en la plaza madrileña. «Necesitamos menos gritos y más lealtad, menos rencor y más solidaridad», abundó el diputado Rafael Simancas. El número dos de los socialistas en el Congreso reclamó al PP un «ejercicio de patriotismo» –ya lo había dicho Sánchez desde Costa Rica– para que piense más en el país y menos en sacar tajada electoral. «No pueden arrastrar a un país a las mentiras y al enfrentamiento –indicaban desde el entorno de Sánchez en la Moncloa–.
Claro que hay más gente sensata que la que ellos creen. Han fracasado claramente y Ayuso es ya de récord de ignorancia». «Mitad de concurrencia que la anterior, vergonzante presencia de Casado, apelación irresponsable de Ayuso al Rey... la vida sigue igual», resumía un ministro de peso.
El análisis que se escuchaba en el Ejecutivo y en el PSOE era uniforme: «Pinchazo de las derechas y encima para mayor gloria de Vox, Casado abucheado y Ayuso en un buen lío», al pedir al monarca que «se salte la Constitución» y ubicarlo en el ojo de la tormenta. «Pero esto no tiene que ver con nosotros, es un diagnóstico de la derecha», valoraba un estrecho colaborador de Sánchez. En definitiva,