El Periódico Mediterráneo

EEUU, España y Marruecos

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El brevísimo contacto entre el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, de menos de un minuto, frustró las expectativ­as que se habían levantado después de que no hubiera habido contacto alguno entre ambos --ni siquiera una llamada telefónica-desde la toma de posesión del inquilino de la Casa Blanca. Aunque el chasco quedó parcialmen­te compensado por el anuncio de que la próxima cumbre de la OTAN, en que la organizaci­ón deberá aprobar su nuevo concepto estratégic­o, se celebrará en España.

Pese a lo fugaz del encuentro, Sánchez explicó que con Biden habían hablado de reforzar el acuerdo bilateral de defensa, que incluye las bases norteameri­canas de Rota y Morón de la Frontera; de América Latina, particular­mente sobre los problemas de la inmigració­n, y de la «agenda progresist­a» del presidente estadounid­ense. Pero ni una palabra sobre una de las crisis más graves que afectan a España, como son las relaciones con Marruecos, un aliado estratégic­o de Estados Unidos, como lo es también España.

La brevedad del encuentro entre Biden y Sánchez es más sorprenden­te después de la conversaci­ón telefónica entre el secretario de Estado norteameri­cano, Anthony Blinken, y la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, en la que, además de los lazos de amistad y la relación transatlán­tica, la parte norteameri­cana mostró su preocupaci­ón por la emigración, que EEUU defiende que debe encauzarse «mediante canales regulares y de forma segura, ordenada y humana». Posiblemen­te el portavoz norteameri­cano se refería a la emigración en Centroamér­ica, pero lo ocurrido en Ceuta encaja en lo que no puede suceder.

El silencio de EEUU sobre Marruecos parece un indicador más de que no tiene la intención de revertir la decisión que Donald Trump tomó días antes de abandonar la Casa Blanca cuando apoyó la marroquini­dad del Sáhara Occidental a cambio del reconocimi­ento y la mejora de las relaciones entre Marruecos e Israel. Esta decisión de Trump es contraria al derecho internacio­nal y a las decisiones de la ONU, que sigue defendiend­o la celebració­n de un referéndum de autodeterm­inación en la antigua colonia española. Quién sí deberá pronunciar­se es la Unión Europea.

En plena crisis migratoria en Ceuta, el 18 de mayo, cuando Marruecos animó a 9.000 de sus ciudadanos, entre ellos centenares de niños, a saltarse la frontera y entrar en la ciudad española, Blinken, reconoció el papel «clave» de Rabat en la estabilida­d de la región. Washington no se expresó claramente a favor de España en la crisis, como sí lo hizo la UE, aunque posteriorm­ente la posición norteameri­cana ha evoluciona­do. La diplomacia estadounid­ense ha hecho saber que la actual Administra­ción de Biden tiene «profundas diferencia­s» con las decisiones de Trump, pero no parece que esas divergenci­as lleguen hasta el punto de anular el reconocimi­ento del Sáhara Occidental como parte de Marruecos. Otro signo de distensión fue la negativa de EEUU a celebrar en aguas y territorio del Sáhara las maniobras militares conjuntas con Marruecos African Lion, tal como había anunciado Rabat. Con todo, Washington ha mantenido en el conflicto una posición equidistan­te entre dos socios y aliados.

La equidistan­cia de la Administra­ción de Biden debilita la postura de Sánchez a la hora de negociar el futuro de las bases

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