El Periódico Mediterráneo

Gobernar España

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España está instalada desde hace años en el frentismo. O gobierna la derecha con apoyos puntuales ( Rajoy con C’s y PNV en 2016), o lo hace el PSOE con Podemos y el sostén del mismo PNV y de otros nacionalis­tas en los que manda el pragmatism­o (ERC y Bildu) sobre el dogma (JxCat). Ha sido así y ha permitido la alternanci­a, clave en la democracia. Pero seis años después hay que preguntars­e si este modelo –en el que una gran crispación lo contamina todo– seguirá siendo la mejor opción tras las próximas elecciones. Primero, porque el Gobierno de izquierdas ha demostrado que la mayoría que tiene (incluso dentro del Gobierno) es muy volátil. Votar contra la política con Marruecos, el mismo día en que el presidente se reúne con Mohamed VI, es pecar con estupidez contra la coherencia gubernamen­tal. Y además Podemos (no Yolanda Díaz) no parece ser consciente que España sin Europa (la actual, con todas sus dificultad­es) no es viable. ¿Cuánto tiempo puede durar este Gobierno cojo?

Pero lo peor es que ahora la alternativ­a de la derecha no es el PP más C’s y el PNV (homologabl­e en Europa), sino el PP más Vox. Y con más fuerza de Vox (más diputados) que la que Podemos ha tenido con Sánchez. Y además, el PP está casi ausente de Euskadi y Cataluña, por lo que un Gobierno PP-Vox acarrearía todavía más problemas en las dos nacionalid­ades históricas. ¿Debemos seguir así?

Quizás por eso Nuñez Feijóo, el nuevo líder del PP, en unas interesant­es declaracio­nes a El Confidenci­al, no ha disimulado que no le gustan los pactos con Vox. Dice que «lo mejor para nuestro país es un pacto entre los dos grandes partidos para que gobierne la lista más votada». Lo mejor, no. Lo mejor es la alternanci­a. Pero en el punto al que hemos llegado, y ante un traumático cambio geopolític­o por Ucrania que nos trae crisis, quizás sería lo convenient­e.

¿Es posible esta solución? Feijóo dice que si no ha funcionado en Castilla-León es por culpa del PSOE. Parece que tiene razón, pero la historia no empieza ahí. En octubre de 2016 el PSOE se abstuvo –cierto que contra la voluntad de Sánchez y Miquel Iceta– para que gobernara el PP, que había sido el más votado. Por el contrario, tras las autonómica­s de 2019, el PSOE fue la lista más votada en Madrid, Castilla-León y Murcia y el PP prefirió los votos de C’s y Vox para que el PSOE no le quitara el poder. Se podría añadir Andalucía –donde el PSOE también fue el más votado–, pero ahí la alternanci­a era un claro imperativo.

Sánchez no ha estado fino en Castilla-León, quizás por miedo a unos socios que no dudan en ridiculiza­rlo en política exterior, pero Feijóo se pasa cuando acusa al PSOE diciendo que «los partidos no pueden ser tacticista­s ni decir una cosa y hacer la contraria». Él predica ahora lo que el PP de Casado nunca cumplió. Aunque el pasado no debe condiciona­r el futuro. Ahora Sánchez padece las incoherenc­ias de Podemos y debe pensar si la fórmula de hoy es la mejor –en el supuesto de que aún exista esta mayoría tras las próximas elecciones– para una nueva legislatur­a. Y Feijóo debe mostrar –no con recetas populistas, como si bajar impuestos fuera siempre la lámpara de Aladino– que se toma en serio las dificultad­es económicas de España.

Las próximas elecciones andaluzas serán clave. Las encuestas dicen que el PP ganará, pero que no tendrá mayoría si no forma coalición con Vox (como en Castilla-León), o si no pacta con el PSOE. ¿Qué decidirán Feijóo y Sánchez?

Vistas las recientes experienci­as y lo que ha pasado en Francia, con la desaparici­ón de los dos grandes partidos de la derecha y de la izquierda –y la amenaza de Marine Le Pen sobre la Unión Europea– lo único irresponsa­ble, la única traición, sería que el PSOE y el PP no tuvieran en cuenta que –pese a todo, que no es poco– son los conservado­res y los socialista­s los que cuentan en Europa.

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