Ucrania intensifica en las zonas ocupadas la ‘caza’ de los colaboradores de Rusia
Más de 1.300 ucranianos están siendo investigados por cooperar con el enemigo
El Gobierno de Kiev también busca frenar los referéndums de anexión
Colaborar con el enemigo es un oficio tan viejo como la guerra misma, un acto de alta traición que se paga con duras penas de cárcel y a veces con la vida. Es lo que está sucediendo en Ucrania, donde una minoría de ucranianos se han puesto al servicio de las tropas invasoras del Kremlin. Ya fuera por convicción, por oportunismo o por la violenta coacción de las fuerzas ocupantes. Esos colaboracionistas aportan coordenadas sobre las posiciones militares ucranianas, informan de sus rutinas, identifican a veteranos de guerra y miembros de las Fuerzas de Defensa Territorial o trabajan al dictado del Kremlin como altos cargos en las zonas ocupadas. Un trabajo, este último, de altísimo riesgo: tanto que algunos no vivirán para contarlo.
Alexei Kovalek era uno de ellos. A finales de agosto murió a balazos en su casa durante un ataque que dejó también gravemente herida a su novia con varias cuchilladas en el cuello, según confirmaron medios rusos y ucranianos. Kovalek había cambiado secretamente de bando. De ser diputado
en el Parlamento ucraniano en las filas del presidente Volodímir Zelenski, pasó a ser vicegobernador de la provincia de Jersón después de que cayera en manos rusas en los primeros compases de la guerra. En junio sobrevivió a un atentado con coche bomba, una suerte que no volvería a repetirse.
Como le sucediera a Kovalek, casi una veintena de ucranianos que ocupaban cargos de responsabilidad en la Administración civil y militar rusa en las zonas ocupadas han sufrido atentados, según el recuento del portal WarTranslated. La lista incluye a alcaldes, je
fes de policía, catedráticos o altos cargos regionales, cazados de todas las formas posibles: uno apareció ahorcado, otro acabó en el hospital envenenado, otros cayeron asesinados a balazos o víctimas de atentados explosivos. De todos ellos, 11 habrían muerto y, otros ocho, resultaron heridos. «El mensaje que se está enviando es claro: ‘si eres un traidor o si apoyas a las fuerzas ocupantes, tu vida está en peligro’», afirma a este diario Oleksiy Melnyk, exalto cargo del Ministerio de Defensa ucraniano y ahora analista del Razumkov Center.
Los asesinatos extrajudiciales se han intensificado desde el pasado mes de agosto, a medida que Kiev se preparaba para lanzar su contraofensiva en el noroeste y en el sur, que por el momento le ha permitido recuperar la provincia de Járkov con más facilidad de la esperada. Y no solo buscan poner precio a la colaboración con Rusia, sino también dinamitar la organización de los referéndum a punta de pistola con los que Rusia pretende dar una pátina de legalidad a sus conquistas ucranianas. «La caza de los colaboracionistas que están ayudando a preparar los seudorreferéndums ha empezado», dijo hace unas semanas el alcalde exiliado de Melitopol, Ivan Fedorov. Por el momento, ninguno ha llegado a celebrarse.
OPERACIONES DE ESTADO «Esta es una guerra activa. En tiempos de paz, estos ataques podrían considerarse actos terroristas, pero ahora forman parte de la guerra de guerrillas», opina Melnyk. Las autoridades ucranianas no han reivindicado ninguno de los asesinatos, pero tampoco los han desmentido. «A mi entender, las fuerzas especiales ucranianas y los servicios secretos están detrás de la mayoría de las muertes, pero todo apunta a que otros habrían sido perpetrados por partisanos de la resistencia», añade el experto militar.
Al menos dos de los homicidios anunciados inicialmente han sido a la postre desmentidos. Concretamente el del subjefe de la policía de Nova Kajovka, en Jersón, Sergey Tomko, y del número dos de ese mismo Gobierno regional, Vitally Gura. De acuerdo con el Servicio Federal de Seguridad de Rusia, el temido FSB, la muerte de ambos fue fabricada por sus propios agentes como parte de una operación para tratar de apresar a los espías ucranianos que presuntamente planeaban matarlos. Tanto Tomko como Gura aparecieron después en un programa del Canal 1 ruso.
Sea como fuere, el cuchillo afilado parece reservarse para cargos de cierta notoriedad porque son centenares los ucranianos que han sido arrestados hasta la fecha por colaborar con las tropas ocupantes. A finales de junio más de 1.300 personas estaban siendo investigadas, según el Gobierno de Zelenski, que poco después de que comenzara la invasión cambió la ley para penar con hasta 15 años de cárcel la cooperación con el enemigo. Para los casos más graves se contempla la cadena perpetua.