El Parlamento británico veta la entrada a la delegación china
Unos 500 mandatarios internacionales coincidirán en Londres en el funeral
El funeral de Estado de Isabel II será también un gran evento diplomático. Alrededor de 500 mandatarios y dignatarios internacionales coincidirán el lunes en Londres. El Foreign Office no había facilitado ayer la lista oficial de invitados, pero alguna presencia es especialmente molesta como es el caso de China, que estará representada por el vicepresidente, Wang Qishan. El presidente de la Cámara de los Comunes, Lindsay Hoyle, negó permiso a la delegación china para entrar al edificio del Parlamento y desfilar ante el féretro de la reina. Hoyle responde así a las sanciones impuestas por el gobierno de Pekín contra varios diputados que han criticado el trato que reciben los musulmanes de la minoría uigur. También disgusta la presencia de Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, y del Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, este en plena campaña electoral. No han sido invitados los dirigentes de Rusia, Bielorrusia, Myanmar y Afganistán. Las autoridades británicas han pedido a mandatarios y miembros de las casas reales llegados del extranjero que viajen en vuelos comerciales. Se ha hecho una excepción con el presidente de EEUU, Joe Biden, quien según Downing Street mantendrá un encuentro con la nueva primera ministra, Liz Truss.
Ayer, Carlos III viajó a Gales, punto final a la gira por las naciones del Reino Unido que emprendió tras ser proclamado rey. El monarca fue abucheado a las puertas del castillo de Cardiff por un pequeño grupo de manifestantes antimonárquicos portando pancartas en las que se leía «No es nuestro rey. Es sometimiento colonial de los galeses», «Verdadera democracia ahora» y «¿Por qué una monarquía?». Horas antes en la BBC el ministro principal de la Asamblea de Gales, el laborista Mark Drakeford, había defendido «el derecho legítimo de la gente a protestar» y añadía que «la actuación de la policía debe ser proporcionada», tras algunos incidentes en días anteriores, cuando algunos agentes, extralimitándose en sus funciones, habían detenido a varios manifestantes que criticaban la monarquía.