Agentes ‘freelance’ del Kremlin, un ejército de espías aficionados
La UE quiere poner trabas a los visados a turistas rusos para dificultar las labores de espionaje Los aspirantes a ‘007’ ofrecen lanzar campañas de influencia a cambio de una recompensa
Corría el año 2010 y en el Reino Unido el Partido Conservador encaraba la recta final de las legislativas con la certeza de que pronto relevaría al laborismo. Neil Barnett, experiodista y hoy director ejecutivo de Istok Associates, consultoría privada británica en temas de inteligencia, acudió a una fiesta en Home House, un selecto club londinense. Allí vio a dos jóvenes rusas y tras entablar conversación con ellas, le pidieron contactos de diputados tories, deduciendo de inmediato que «era lo único que les interesaba». La experiencia resultaría extraña y reveladora a la vez: «No querían que supiera quiénes eran, solo me dijeron que trabajaban en una galería de arte». Cuando acudió al presunto lugar de trabajo de las dos sospechosas rusas, el experiodista descubrió que la galería ni siquiera existía.
Neil no volvió a ver a aquellas chicas. Y aunque en aquel entonces era difícil imaginarse que Moscú acabaría lanzando osadas campañas de injerencia en Occidente, no albergó dudas de que había topado, no con espías, sino con ciudadanas que buscaban posicionarse ante el inminente cambio político de Gran Bretaña, ofreciendo su capacidad de influencia al
Estado ruso en caso de lograr su objetivo.
Dificultar la labor de esta suerte de agentes freelance al servicio del Kremlin es el razonamiento que subyace en el debate recién abierto en el seno de la UE sobre la prohibición de emitir visados de turista a los ciudadanos rusos.
EGO, DINERO O IDEOLOGÍA «Rusia es una adhocracia, un Estado desinstitucionalizado. Empresas, hombres de negocios y ciudadanos individuales identifican los objetivos del Estado, ofrecen sus ideas y sus servicios para lanzar campañas de influencia y luego esperan una recompensa del mismo Estado», explica a este diario Mark Galeotti, especialista en Rusia del University College. Las operaciones rusas de injerencia han sido realizadas por individuos movidos por el «ego, dinero, ideología o coerción», añade este experto.