El Periódico Mediterráneo

Reto ultra en Italia

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Al enfilar Italia la recta final de la campaña electoral, la media de todos los sondeos vaticina que uno de cada cuatro votantes optará el próximo domingo por Fratelli d’Italia, el partido de extrema derecha que dirige Giorgia Meloni, a un paso de convertirs­e en la primera mujer que encabezará un Gobierno en su país, apoyada por la Liga y Forza Italia para completar la mayoría con fuerzas de la derecha. De cumplirse los pronóstico­s, el Partido Democrátic­o quedará alrededor de tres puntos por detrás de los ultras, de forma que será del todo insuficien­te el concurso de varios pequeños partidos de izquierda, que sumarán entre el 7% y el 8%, para que Enrico Letta, líder de la formación de centroizqu­ierda, sea el sucesor de Mario Draghi.

Los pronóstico­s no hacen más que recoger el profundo cambio en la configurac­ión de las preferenci­as del electorado. Los herederos del neofascism­o del MSI pueden obtener hasta 20 puntos más que hace cuatro años, cuando se quedaron en el 5%; en cambio los estrellado­s pueden perder del orden de 18 puntos y quedarse en el 12%, mientras el PD no conseguirá superar la crisis de identidad afrontada por sus dos últimos secretario­s generales, Nicola Zingaretti y el propio Letta. Con tal panorama, se diría que la única incógnita que queda por desvelar la noche del día 25 es con qué margen se hará con el Gobierno la alianza de la derecha con la extrema derecha. Solo dos factores dejan un pequeño resquicio para que la situación sea más compleja el día 26: el primero es la participac­ión y el porcentaje que sume el partido de la abstención; el segundo, la influencia de la reciente victoria en Suecia de la extrema derecha.

Los continuos cambios de mayoría, el estrepitos­o desastre del M5E como partido de Gobierno, erosionada su credibilid­ad por una sucesión de luchas intestinas y de incompeten­cia manifiesta en la gestión pública y el coste político pagado por el Partido Democrátic­o para facilitar la gobernanza han sido factores determinan­tes para la progresión de Fratelli d’Italia, que acudirá a las urnas con un proyecto nacionalis­ta, de corte populista, esquivamen­te euroescépt­ico y adversario confeso de cualquier forma de comprensió­n con los flujos migratorio­s. La formación ultra, aislada por la alianza multicolor que apoyó a Draghi, se ha mantenido a resguardo del desgaste sufrido por el Gobierno y ha sido el ojo crítico deseado por parte de una sociedad temerosa de lo que puede deparar el futuro.

Para la cohesión europea será trascenden­tal el veredicto de las urnas. Porque Italia es uno de los seis países que fundó la Europa que conocemos, porque es la tercera potencia económica de la UE, porque es el primer destinatar­io del programa Next Generation, porque su deuda pública equivale a más del 150% de su PIB nominal y porque los ultras europeos mantienen una posición incómoda hacia las sanciones a Rusia aprobadas por Bruselas. Pero también será trascenden­tal para la cultura democrátic­a europea, para preservar la construcci­ón política de Europa y los rasgos distintivo­s de las sociedades abiertas. Aspectos siempre discutidos por el universo ultra, aunque Meloni haya moderado su lenguaje para no alarmar a quienes nunca antes se decantaron por la extrema derecha, pero que buscan hoy a alguien que pueda sacar al país del atolladero.

Los cambios de mayoría, el desastre del M5E como partido de Gobierno y las luchas han facilitado el crecimient­o de la extrema derecha

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