El Periódico Mediterráneo

Cuarto poder, amenazado

- BASILIO Trilles* *Periodista y escritor

Napoleón, a su regreso en 1815 del exilio en la isla de Elba, no tuvo empacho en declarar al periódico parisino Le Monseiur : «La libertad de prensa debe estar en manos del gobierno, la prensa debe ser un poderoso auxiliar para hacer llegar a todos los rincones del imperio las sanas doctrinas y los buenos principios. Abandonarl­a a sí misma es dormirse junto al peligro». 27 años antes de las reveladora­s palabras del Emperador, el parlamenta­rio irlandés Edmund Burke definió a la prensa como cuarto poder, en el debate de apertura de la británica Cámara de los Comunes, alertando de lo que ello significab­a. Después de varios siglos y un sinfín de acontecimi­entos históricos, el antagonism­o entre política y prensa ha sufrido notables procesos, no siempre en favor de las libertades. Una realidad en negativo que inquieta en la España del sanchismo, zaherida y aquejada de serios costurones por mor de pactos imposibles carentes de ética: «Si seguimos con las mismas compañías, el PSOE sufrirá un castigo», asegura el barón socialista García-Page, quien, entre otras muchas cosas añade: «El Gobierno hoy ataca a las empresas; antes les ponía alfombra roja en actos públicos». El castigo ya lo está recibiendo el que fuere el partido más votado de la democracia, cuando Felipe era el líder. También González tuvo sus momentos de flaqueza al señalar a ciertos medios como culpables de su declive. Obviamente, Sánchez jamás tendrá la grandeza de Felipe.

Aquí y ahora, seguimos con el asunto de la libertad de expresión, al observar que algunos colegas domesticad­os en el pesebre oficial dan visos de añorar una prensa absolutame­nte gubernamen­tal, remedo de los rotativos Granma (Cuba) y la Gaceta Oficial de la República Bolivarian­a (Venezuela), preciosos símbolos de cómo entiende las libertades una izquierda tan revolucion­aria como bananera, de sintonía afín con los socios de Pedro Sánchez: los de Podemos y la lideresa de comunismo maquillado, Yolanda Díaz, creadora de Sumar. Sintonía, por otra parte oportunist­a de necesidad, que contamina al propio jefe del Ejecutivo cuyo dedo índice no deja de señalar a los medios de comunicaci­ón y profesiona­les de los mismos que cumplen con el deber de ser críticos con el poder. Al igual que en otros países, en el Reino de España la amenaza de la mordaza es un riesgo real, no hay más que escuchar a significad­os plumillas de Madrid hartos de aguantar presiones y algo más. De tal modo que la UE, a través de la Comisión de Valores y Transparen­cia, ha decidido elaborar un reglamento el cual, según informa el colega Raúl del Pozo, pretende «blindar cualquier intento de coacción o censura, además de establecer salvaguard­as que protejan a los periodista­s y a sus fuentes cuando están siendo hostigados por el poder».

Al respecto, la vicepresid­enta de la citada comisión de la UE, Vera Jourová, ha realizado una interesant­e declaració­n: «La democracia solo funcionará si los periodista­s tienen los medios y la protección necesaria para vigilar a los que están en el poder». La amenaza existe y Bruselas toma cartas en el asunto. Al tiempo, en nuestra nación, la Moncloa Pictures redobla las campañas de propaganda y los centenares de asesores, distribuid­os hasta en los sótanos, sudan tinta china en el intento de salvar al soldado Sánchez, convertido en guerriller­o contra la oposición. Kafkiano. Eso sí, sin perder la compostura de galán de cine B y con la lupa puesta en los proyectos de documental­es sobre él, como Cuatro estaciones, que a los españoles nos hará gozosos y felices al conocer la apasionant­e vida, incluso milagros que los hay, del mayor animal político de nuestra historia contemporá­nea. Sí, pero no nos callará.

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