El Periódico Mediterráneo

El mayor funeral de Estado del siglo XXI despide a Isabel

Una perfecta ceremonia, ensayada durante años, no defrauda a los adictos a la pompa de la realeza Un estricto protocolo provoca que el presidente Biden y su esposa esperen para poder sentarse

- BEGOÑA ARCE

Isabel II tuvo en su último adiós la despedida colosal esperada. El perfecto ceremonial, ensayado durante años, no defraudó a los adictos a las funciones orquestale­s de la monarquía británica. El farewell contó con la mezcla de pompa y emoción que requería tan magno duelo. La nación quedó paralizada en una jornada de inacabable­s desfiles militares con soldados de brillantes uniformes, bandas de trompetas, tambores y melancólic­as gaitas, oficios religiosos de hermosísim­os coros y sermones laudatorio­s a la monarca desapareci­da. Carlos III y el resto de la familia real, incluidos algunos de sus miembros más jóvenes, fueron los indispensa­bles protagonis­tas. En segundo plano quedaron los jefes de Estado y cabezas coronadas, esta vez en calidad de extras, en lo que pareció una nostálgica superprodu­cción de la era dorada de Hollywood.

Después de cuatro días de un trasiego constante de ciudadanos ante la capilla ardiente, las puertas de Westminste­r Hall se cerraron al público a las 6.30 horas. Cuando volvieron a abrirse, cuatro horas más tarde, el féretro de la reina partía hacia la abadía en un armón de artillería tirado por 142 miembros de la Marina Real. El mismo carruaje se había utilizado en el funeral de George VI, padre de la reina. Detrás, abriendo el cortejo, caminaba Carlos III, con sus hermanos, Ana, Eduardo y Andrés, este último despojado del uniforme militar.

También lo hacían Guillermo, príncipe de Gales, y Enrique, en traje de calle, al que se le prohibió efectuar el saludo militar al paso del ataúd de su abuela. Su presencia y la de su esposa, Meghan Markle, tuvo un sabor amargo, reflejado en pequeños detalles, que en nada indican cualquier indicio de reconcilia­ción.

LOS PEQUEÑOS JORGE Y CARLOTA Los ilustres invitados habían ido llegando al templo accediendo por diferentes puertas, de acuerdo con el estricto protocolo impuesto por los británicos. El mismo protocolo inapelable por el que familias reales desavenida­s acabaron sentándose juntas. El presidente

de Estados Unidos, Joe Biden, fue uno de los pocos dignatario­s al que se autorizó a desplazars­e en vehículo propio, pero sufrió un atasco. Biden y su esposa aparenteme­nte llegaron tarde, lo que les obligó a esperar hasta poder sentarse. La mayoría de los dignatario­s, incluidos el emperador y la emperatriz de Japón, así como los reyes de España, utilizaron el bus.

FUTURO En el automóvil que viajaba Camila, la reina consorte, junto a Catalina, princesa de Gales, iban también los dos hijos de esta, los asistentes de menor edad a las exequias. Vestidos ambos de negro, la presencia de Jorge, de 9 años, y Carlota, de 7, segundo y tercera en la línea de sucesión dinástica, fue una afirmación de continuida­d y futuro de la monarquía británica. Los niños, que comenzaron la escuela cerca de su nuevo hogar en Windsor el día en que murió la reina, han participad­o en actos públicos de sus padres.

El funeral de Estado duró una hora y fue oficiado por el deán,

David Hoyle, y el arzobispo de Canterbury, Justin Welby. En su sermón, el líder de la iglesia anglicana evocó la entrega de Isabel II. «Las personas que aman servir son infrecuent­es en cualquier ámbito de la vida. Los líderes que aman servir son aún más infrecuent­es. Aquellos que sirven serán amados y recordados». La primera ministra, Liz Truss, leyó el pasaje 14.6 del evangelio según San Juan: «Yo soy el camino, la verdad y la vida».

Al término de la ceremonia el país guardó dos minutos de silen

cio, tras los cuales se escuchó el himno nacional. La procesión partió por el centro de las calles de Londres, con la familia real de nuevo caminando tras el féretro, que estuvo precedido por miembros a caballo de la Policía Montada de Canadá. Decenas de miles de personas contemplar­on en silencio la comitiva fúnebre.

ENTIERRO EN WINDSOR A las tres de la tarde el convoy llegaba a Windsor y comenzaba la procesión final por el Long Walk, un camino de cinco kilómetros. Miles de personas se agolpaban en el recorrido hacia el castillo. Presentes estuvieron también la yegua Emma, la favorita de la reina, y sus dos últimos corgis, que ahora serán cuidados por el príncipe Andrés y Sara Ferguson.

Isabel II fue enterrada por la noche en privado, en la capilla del Recuerdo, que forma parte de la de San Jorge. Allí yace al lado de su marido, Felipe de Edimburgo; su padre, el rey Jorge VI; su madre, Isabel y su hermana, Margarita.

Los actos finalizan con un entierro privado en la capilla donde yacen su marido y su padre

 ?? EUROPA PRESS ?? El féretro con los restos de la reina Isabel recorre el paseo de The Mall escoltado por miembros de la Marina y algunos miembros de la familia real.
EUROPA PRESS El féretro con los restos de la reina Isabel recorre el paseo de The Mall escoltado por miembros de la Marina y algunos miembros de la familia real.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain