La ONU pone el foco en la crisis alimentaria y el cambio climático
Guterres realiza un retrato demoledor de un mundo «en peligro y paralizado»
Casi una quinta parte de la humanidad se encuentra en riesgo de pobreza y hambre
Casi una quinta parte de la humanidad se encuentra en riesgo de pobreza y hambre. 276 millones de personas viven alrededor del planeta con lo que se conoce como «inseguridad alimentaria» y la cifra podría elevarse hasta los 323 millones por el impacto de la guerra abierta por Rusia en Ucrania. Esa crisis humanitaria y social se está viendo acrecentada también por la escalada de los precios en un tsunami inflacionario global y del coste de la energía, así como por el impacto de la crisis climática. Y se ha convertido en uno de los ejes del arranque ayer del debate de la Asamblea General en la sede de Naciones Unidas en Nueva York. El cónclave lo abrió el secretario general de la organización, António Guterres, realizando un retrato demoledor de un mundo «en peligro y paralizado», «atascado en una disfunción global colosal» y donde la combinación de un «torrente de crisis que se retroalimentan» agudiza las divergencias entre países desarrollados y en desarrollo, «entre los privilegiados y el resto». «La agitación social es inevitable, el conflicto no estará lejos», advirtió el portugués, que hizo sonar las alarmas sobre la creciente brecha entre el norte y el sur, una fractura ante la que también ha pedido acción en su discurso el presidente francés, Emmanuel Macron.
Precisamente en paralelo a la Asamblea se celebró una Cumbre de Seguridad Alimentaria que coorganizó y copresidió España. Y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aprovechó su intervención en ese foro para anunciar un compromiso de 236,5 millones de euros en los próximos tres años. La mayor parte de ese dinero, 151,5 millones, se gastará en donaciones y 85 millones se destinarán a créditos del Fondo para la Promoción del Desarrollo. «Mientras haya hambre no habrá paz y sin paz seguirá habiendo hambre», dijo Sánchez, que aprovechó ayer también su presencia en la Asamblea para mantener reuniones bilaterales con los líderes de Turquía, Irak, Pakistán y Níger y el lunes se reunió con el líder de la Autoridad Nacional Palestina.
En la cumbre también participaba como representante de Estados Unidos, el país impulsor, el secretario de Estado Anthony Blinken. Pero será el presidente Joe Biden quien anuncie hoy en su discurso ante la Asamblea nuevos compromisos específicos y «significativos» de EEUU para buscar la seguridad alimentaria global.
FERTILIZANTES Uno de los problemas inmediatos que el mundo debe afrontar es la crisis global de fertilizantes agravada como consecuencia de la guerra en Ucrania, las trabas para la exportación de esos fertilizantes o componentes como el amoniaco desde Rusia o Bielorrusia y el aumento de los precios energéticos que disparan el coste de la producción. Y a ese desafío se refería en su discurso Guterres cuando advirtió: «Este año el mundo tiene suficiente comida, el problema es la distribución, pero si no estabiliza el mercado de fertilizantes el problema del año que viene puede ser el suministro de alimentos».
«INVIERNO DE DESCONTENTO» Aunque Guterres quiso señalar a «frágiles brotes de esperanza» alertó sobre «un invierno de descontento global en el horizonte». Y se expresó con su contundencia habitual al referirse a cuestiones como la crisis climática, pero también con una determinación a la que no acostumbra para denunciar injusticias como las del sistema financiero global y para plantear medidas específicas.
Al hablar de la crisis climática, por ejemplo, aseguró que «es un caso de manual sobre injusticia moral y económica» y recordó que «el G-20 es responsable del 80% de la emisiones de gases de efecto invernadero». Pero a ese discurso le añadió una reclamación a los países desarrollados para que impongan impuestos a los beneficios de las compañías de combustibles fósiles, cuya recaudación insta a redirigir a países que sufren pérdidas y daños por crisis climática y a las personas que tienen dificultades para afrontar los precios crecientes de alimentos y energía.
No es la única medida que propuso Guterres, que hizo una llamada directa a una «profunda reforma estructural» del sistema financiero global, que denunció sin ambages. «Fue creado por los países ricos para servir sus intereses. Amplía y enraíza las desigualdades», afirmó el secretario general.