La escalada bélica de Putin afianza la unidad frente a Rusia
El jefe de Naciones Unidas pide «acabar con la impunidad para crímenes internacionales» La UE prepara un nuevo paquete de sanciones contra Moscú tras la cita de ministros en Nueva York
Desde que Rusia lanzó en febrero la invasión de Ucrania el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha mantenido numerosas reuniones para abordar el conflicto, sesiones donde Moscú, con uno de los cinco asientos permanentes y derecho de veto, ha bloqueado acciones para tratar de castigarle por la guerra. El órgano se ha convertido, así, en un mero escenario donde, a través de discursos y a menudo con tensión, se exponen realidades, opiniones y datos. Y ayer, una sesión organizada por Francia para abordar la impunidad de Rusia, no fue diferente. Pero sirvió para afianzar la unidad frente a Rusia después de la nueva escalada del presidente Vladímir Putin y para evidenciar el desprecio de Moscú hacia este órgano de Naciones Unidas. No había propuesta de resolución alguna sobre la mesa del Consejo. La idea de París, con la presidencia mensual de turno, era mostrar la unidad de la mayoría de la comunidad internacional en el rechazo a las acciones del Kremlin aprovechando la asistencia de líderes mundiales a Nueva York con motivo de la Asamblea General.
Los acontecimientos de los últimos días, desde el descubrimiento de atrocidades cometidas por tropas rusas después de que Ucrania recuperara control de parte de su territorio hasta el anuncio de Putin de movilizar tropas y sus amenazas de uso de armas nucleares, dieron peso añadido a la sesión. Pero en las casi tres horas de discursos también volvió a quedar en evidencia la incapacidad del Consejo de Seguridad de superar el impasse diplomático.
«CATÁLOGO DE CRUELDAD» El secretario general de la ONU, António Guterres, abrió la reunión recordando que «es fundamental acabar con la impunidad para crímenes internacionales». Denunció también el «impacto inaceptable de la guerra en los derechos humanos». Y repasó lo que llamó un «catálogo de la crueldad» que se encuentra en los informes que llegan desde Ucrania: ejecuciones sumarias, violencia sexual, tortura y otros tratos inhumanos a civiles y prisioneros de guerra.
Guterres no mencionó directamente a Rusia. Pidió que todas las alegaciones sean investigadas extensivamente y que quienes perpetren atrocidades sean hechos responsables en «procesos judiciales justos e independientes», señaló. Pero también aseguró que los últimos informes de fosas en Izium son «extremadamente alarmantes». Y reclamó «total colaboración» con la investigación lanzada en marzo por el Tribunal Penal Internacional (TPI).
Justo a continuación intervino Karim Khan, fiscal de esa corte, que después de tres visitas a Ucrania declaró haber visto reforzada su convicción de que «hay bases razonables para creer que se han cometido crímenes que entran en la jurisdicción del TPI». Khan trató de enterrar las acusaciones que llegan desde Rusia de que masacres como las de Bucha fueron falsas y aseguró que los cadáveres
que vio «eran reales». Y él, que anunció que la próxima semana se aumentará la presencia de investigadores de la corte sobre el terreno, sí señaló más directamente al Kremlin al mostrar «profunda preocupación» por informaciones «creíbles» de que Rusia ha estado intencionadamente atacando objetivos civiles y sacando de Ucrania población, en especial niños.
El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, volvió a rechazar esas y otras acusaciones en su intervención ante el Consejo, en la que usó su habitual tono desafiante. «No confiamos en el Tribunal Penal Internacional, no esperamos nada de esa institución ni de otras internacionales», dijo Lavrov, que acusó a Ucrania y aliados como EEUU y Francia de estar intentando marcar la «narrativa» y de «cinismo».
La presencia de Lavrov en el Consejo fue breve. No escuchó en persona ni a Guterres, ni a Khan ni a oradores que hablaron antes que él como el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken. El representante del Kremlin tampoco estuvo presente mientras el titular de Exteriores de China, Wang Yi, volvía a exponer la tibia postura de Pekín.
Mientras, el ministro de Exteriores de la India, S. Jaishankar, replicaba el mensaje del primer ministro, Narendra Modi, a Putin y llamaba públicamente al «cese inmediato de todas las hostilidades», el chino navegaba por aguas más calmadas para Moscú al pedir que cualquier investigación de violaciones del derecho humanitario internacional «no debe ser politizada» y debe ser «objetiva y justa y basada en hechos en vez de asunciones de culpa».
Lavrov tras hablar se marchó sin quedarse tampoco a escuchar al ministro de Exteriores de Ucrania Dmytro Kuleba, invitado a participar, que en contraste a su homólogo ruso mostró su apoyo al TPI, aunque también pidió como hizo la víspera el presidente Volodímir Zelenski un Tribunal Especial que juzgue a Rusia por la agresión a su país.
SANCIONES DE LA UE Tampoco pudo escuchar la primera intervención de Bielorrusia, mucho más alineada con Moscú, ni la del jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, que la víspera organizó un encuentro de los ministros de Exteriores de la UE en Nueva York donde se buscó potenciar una línea de unidad y se plantearon nuevas sanciones, entre las cuales están un posible tope al precio del petróleo, siguiendo la senda marcada por el G-7 en su reunión del pasado 2 de septiembre, y nuevos controles a la exportación de tecnología civil.