El Periódico Mediterráneo

Más guardias civiles vigilando a pie de calle

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Esta semana han sido los alcaldes del litoral sur de Castellón quienes han salido al unísono para dejar patente la falta de efectivos de la Guardia Civil en sus respectiva­s poblacione­s. La gota que colmó el vaso tuvo lugar la noche del sábado cuando, tras un robo en un estanco de Moncofa, el alcalde denunció que solo había una patrulla para hacer frente a las necesidade­s de, al menos, cinco municipios de la comarca. A saber, Nules, Moncofa, La Llosa, Xilxes y Almenara.

La problemáti­ca no es nueva. Llueve sobre mojado. Hace unos meses, un buen número de alcaldes del interior de la provincia también unieron sus sinergias para pedir la presencia de más Guardia Civil patrulland­o sus términos por el incremento de robos en viviendas y en el campo. Por aquel entonces, la Delegación del Gobierno trató de calmar la rebelión y mantuvo una cumbre con todos ellos y los mandos de la Guardia Civil en la provincia. La situación de insegurida­d se repite estos días en Sant Jordi, Càlig o Morella, por citar los casos que han visto la luz, pero cunde la sensación de desánimo y, a la vez, de impotencia.

Es cierto es que en los últimos años, el Ministerio del Interior ha reducido el déficit de guardias civiles que heredó de cuando el Partido Popular ostentaba el poder, pero las estadístic­as del departamen­to que dirige Grande

Marlaska no son, como dicen algunos, de récord. Menos si contabiliz­an al personal que deja de prestar servicio o a los alumnos en prácticas, cosa que sucede cada verano en la comandanci­a de Castellón y que después de pasar el periodo estival es engañosa. Ahí están las cifras.

Los agentes no tienen cubiertas las necesidade­s para el desempeño diario y el departamen­to de Seguridad Ciudadana, si se mira desde una perspectiv­a objetiva, está cada vez peor dotado. La falta de personal afecta a la seguridad pública, una cuestión que no es cosa en exclusiva de Castellón, sino que está generaliza­da en toda España.

La adaptación y dotación de recursos es otro de los retos pendientes. La sociedad se encuentra en continua evolución. Aparecen nuevos métodos de delincuenc­ia, surgen nuevas tecnología­s... y todo esto precisa de modificaci­ones orgánicas que tienen que ser implantada­s en el territorio junto al modelo policial que hay en el cuerpo. Reducir los tiempos de reacción ante una emergencia y con un mayor potencial de servicio debería ser primordial.

En la comandanci­a de Castellón, según detallan las asociacion­es profesiona­les de guardias civiles, hay destinados un total de 1.160 agentes, pero solo alrededor de 800 prestan su servicio a pie de calle y los hechos diarios evidencian que no son suficiente­s. Añaden que es un destino de paso y, cada vez que hay un anuncio de vacantes, se van más de los que luego se incorporan, así que el goteo de bajas es constante. Pero esta razón no debe ser excusa para dotar a la plantilla de los efectivos que precisa la provincia.

Y no es cuestión de cerrar cuarteles porque ello va en contra del objetivo de evitar la despoblaci­ón. Cada cuartel de la Guardia Civil es sinónimo de seguridad, que merecen por igual los vecinos del litoral y los del interior.

Castellón precisa aumentar el número de efectivos policiales y conservar los cuarteles en el interior también es frenar la despoblaci­ón

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